CAPITULO 37

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Alexa

AMOR DE MADRE.

Día 3.

No pude pegar el ojo en toda la noche por el miedo que me vuelvan a tomar a las malas para torturarme, me siento rota por dentro, mi corazón esta roto al igual que mi alma, me siento humillada por dentro y por fuera; el ángel que tengo en mis piernas no lo ve pero yo si. Me siento como una basura que quiere salir corriendo con su polluelo de la maldita carnicería que está apunto de matarlas.

Por la pequeña ventana veo que está amaneciendo, debo de estar irreconocible. Detallo los golpes y hematomas que se presentan en mi cuerpo, tengo la cara hinchada y los labios partidos. Mi espalda está hecha una mierda por los azotes, tengo clavados los alfileres en mi cuerpo que a simple vista se notan. Me cuesta respirar y tragar ya que la garganta me duele debido a la asfixia.

La celda se inunda con mi voz cuando le canto al pequeño ángel que tengo entre las piernas, se ve plácidamente dormida. Empiezo a llorar permitiéndome este momento para mi, para mostrarme débil y lo mucho que me afecta siempre ser la carnada que toman a su antojo para ser lo que se les dé la gana.

Varias sombras se mueven, una extiende una sábana color...blanca no diría que está ya que la suciedad la vuelve gris. Pero no me importa a la hora de tomarla y colocarmela encima.

—Gracias...—les digo en un murmullo ya que tal gesto me hizo derramar más lagrimas.

La sábana me cubre toda, hasta a mi hija que está en mis piernas. Agradezco el poco calor que me brinda la sábana ya que estar desnuda y con un frío extremadamente helado me pone más débil de lo normal. La puerta que te adentra al lugar en donde estoy se abre, escucho el tintineo de cadenas ser arrastradas por el suelo. Empiezo a temblar como nunca ya que no quiero volver hacer azotada.

¡Ya no quiero más tortura!

El hombre se coloca enfrente de mi, levantó la vista hasta él y da un paso atrás. No entiendo por que, pero lo hace.

—Pareces un puto demonio hija de puta—brama—Deja de mirarme así que te juro que te arrancaré las cuencas de los ojos para que dejen de brillar como si fueran un puto farol de maldad.

Bajo la vista, la puerta vuelve abrirse, la presencia de mi verdugo se hace presente en la celda. La abren y se adentra con el hombre que me quiere arrancar los ojos. Damon me toma del mentón y traga grueso. No entiendo que me mira, se aleja y el hombre que lo acompaña le coloca un asiento. Me aferro a lo que tengo en las piernas.

—Mi nana solía contarme historias de dioses mitológicos, bestias del inframundo, demonios, hombres, guerreros y príncipes—me suelta y no entiendo nada—Decía que todos tenían algo en común, algo que no podían detener ya que existía una diosa única en el mundo que era capaz de someterlos con la belleza delicada, sensual y angelical que poseía.

Me detalla el rostro.

—Casualmente—ladea una sonrisa—La misma diosa tenía los ojos verdes. El verde en la mafia francesa y en el mundo representa la maldad.—se levanta del asiento tomándome del mentón bruscamente—Tienes la maldad en los ojos hija de puta.

—¿Por que me dices eso?

—Se rumoreaba que podía reencarnar en una mujer—se encoge de hombros—Era fan de ese cuento, pero ahora que te tengo enfrente hija de puta veo que no es un cuento; es la puta realidad y el peligro que representas tiene que cortarse de raíz.

BROKEN HEART © [Libro2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora