-un maldito desastre -Harry lo miró enfadado. Niall estaba colocando los pocos libros que aún tenían sobre la mesa de madera de su pequeño puesto con más fuerza de lo normal, haciendo que la misma temblase con cada impacto.- Lo siento, ¿vale? ¿Qué más quieres que te diga?
- No quiero que me digas nada, solo que hagas lo que tienes que hacer cuando debes hacerlo. No tenemos prácticamente nada, ¿acaso no lo ves? - gritó señalando su improvisado escaparate. Entonces Harry se sintió fatal.
Niall tenía razón, nadie más que él lo sabía, pero le costaba demasiado admitirlo.
- Solo ha sido esta vez, Ni , por Dios, tampoco es para tanto.
- Ocho - dijo ignorando lo último que había dicho -. Yo conseguí ocho en una sola tarde, ¿y tú? ¿Cuántos has conseguido tú? - el rizado bajó la mirada y se mordió la lengua apenada
Tal y como se llevaban y lo que se querían el uno al otro cualquiera podría decir que eran pocas las ocasiones en las que discutían. Pero eso no es cierto. Rara era la semana en la que no tenían al menos un roce negativo. Las personalidades irascibles y orgullosas de ambos chocaban muy de vez en cuando y eso desembocaba en peleas que, aunque no les duraban mucho, eran numerosas.
- Ninguno - murmuró.
- ¿Cómo ha dicho? No te he escuchado - añadió aunque en realidad lo había escuchado perfectamente, solo quería molestarle un poco más y desahogar su enfado de algún modo en él.
- ¡Ninguno! ¿Puedes dejarme en paz? -Harry comenzó a ordenar los libros con velocidad y con la cabeza mirando al suelo. En ese momento el mayor pudo asegurar que vio algo... algo que por un segundo le oprimió el pecho pero que debido al ojo que aún sintió acabó disipando. A Harry se le había nublado la vista debido a las lagrimillas que se le comenzaban a acumular en los ojos. Se odió. Últimamente estaba más sensible de lo normal aunque quiso agenciarlo a la frustración de saber que las palabras de su mejor amigo eran ciertas.
- Bueno, pues espero que aprendas porque por todo esto esta semana comeremos aún mucho menos - después de aquello Niall se calló y Harry no quiso continuar.
El rizado estuvo casi toda la mañana con los puños apretados, la boca cerrada y solo hablando para contestar a los pocos clientes que se les acercaron ese día. Estaba demasiado enfadado. Entendía las palabras de Niall, claro que lo hacía, pero lo que había pasado no era su culpa, era de Louis. Aquellos niños les robaron porque el castaño les había distraído, porque había aparecido justo cuando ya no quería verle.
Era culpa de Luis. Claro que era su culpa. No suya. El no había hecho nada malo.
En todo el tiempo que llevaba ahí apenas consiguió vender uno. Pareciese que el bajo ánimo de cada uno sumado a las pocas ganas que tenían de llamar la atención y de ser simpáticos con la gente les pasó factura. Nadie parecía querer acercarse.
Por primera vez en bastante tiempo el estómago de Harry comenzó a doler con fuerza. Eso pasaba cuando llevaba demasiado tiempo con hambre, más de lo normal. Levantó la mirada e intentó localizar algún puestecito de comida para ir y robar algo.
Pero entonces una caja cayó de golpe sobre la mesa de madera haciendo que el rizado diese un salto.
Su mirada se encontró con la de otra persona que, para su falsa desgracia, era de Louis.
- Hey - el castaño le suena pequeño. Estaba avergonzado por haber tratado a Harry tan mal el día anterior, por haberle hecho sentir como una mierda. Porque sabía que lo había hecho sentir así, se lo había visto en su mirada dolida y llena de decepción. Decepción hacia el
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Intocable ( Larry stylinson)
Fanfiction"En el Londres de 1920, donde las apariencias engañan y los secretos pueden ser mortales, Louis Tomlinson, un joven aristócrata, se encuentra atrapado entre su destino y su deseo cuando conoce a Harry, un enigmático y libre espíritu que desafía las...