Capítulo 12

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Adam despierta en una habitación oscura, se apoya en su antebrazo y nota al instante la falta de dolor en su rostro, se toca la nariz pero no hay ninguna punzada, ningún rastro de la herida que había sido infringida hace solo unas horas atrás.


Se desenvuelve los dedos, hay sangre seca en la toalla y en su piel, sin embargo, hay uñas cubriendo la carne que anteriormente estuvo expuesta.
No sentía ningún tipo de malestar en el cuerpo y su energía se sentía renovada, se sienta en la orilla de la cama y suelta una risa, una sensación de felicidad le recorre al recordar las palabras de Dios, no ha sido abandonado, no ha sido dejado de lado.


Pero pronto, vuelve a caer sobre su rostro un velo de seriedad, ya no se escuchan los gritos y llantos de Lucifer.


Mira hacia la puerta dudosamente, se levanta escuchando el pequeño rechinido de los resortes de la cama y decide darse una ducha antes de poder ver al rey del infierno, su rostro se siente tirante por los restos de la sangre de pecador –Espera que sea sangre de alguno de los demonios del infierno, le recorre un escalofrío al pensar en que pudo haberlo conseguido de la tierra- que se adhiere a su piel y a su cabello, dejando las hebras castañas tiesas, con una incómoda picazón en el cuero cabelludo.


Una vez limpio, sin molestarse en secarse correctamente el cabello. Mira por la ventana solo para notar que el cielo –Desagradablemente rojo- se mantiene oscuro, por lo que debe ser de madrugada, lo sabría mejor si tuviese un reloj en su habitación.


Sin embargo, al abrir la ventana, es atacado por el ruido de la vida nocturna del infierno, aparentemente está gente tiene hábitos de sueño terribles, hay mucha gente en la calle, haciendo sus fechorías entre los callejones más oscuros o a plena vía pública.


Arruga la nariz al sentir el aroma asqueroso del humo de cigarrillo y cuando mira hacia abajo, de hecho puede ver a un grupo de tres pecadores fumando como chimeneas, terminan uno y encienden otro al instante.


Suspira, decidiendo dejar la ventana abierta a pesar del humo. Sale de la habitación, caminando un poco acobardado por el largo pasillo, deteniéndose en la cocina para tomar un vaso de agua y luego continúa su camino hacia la oficina de Lucifer, pero cuando abre la puerta, no hay rastro del rey del infierno.


Se acerca hacia la esquina de la habitación en donde dejó a Lucifer, y aparte de las marcas en el suelo, los arañazos se habían multiplicado en la habitación, en paredes y otros sectores del suelo, incluyendo el escritorio de madera que tenía una gran abolladura, la ventana se había quebrado por completo.


Camina hasta la ventana, pisando algunos trozos de cristal, asoma la cabeza con cuidado de no cortarse con un pedazo grande aún aferrado al marco de madera y abajo había un pecador muerto, de su cuello sobresalía un enorme vidrio.

Adam hace una mueca de dolor cuando lo ve tener un espasmo -¿Ese tipo aún sigue vivo?- y aparta la mirada cuando un grupo de caníbales se acercan a la escena, suficiente tiene con tener que toparse de vez en cuando con el canal de cocina caníbal en televisión.


¿Dónde se metió ese pedazo de mierda?


Cuestiona para sí mismo el primer hombre, para luego encogerse de hombros con poco interés, ¿Tenía él que preocuparse por Lucifer?, incluso si una parte de él le decía que sí, no, la verdad era que no había razón para pensar en él.


Había alguien que requería su atención mucho más que el rey del infierno.

...

Lucifer se mira el regazo, escuchando a Ozzie moverse a su alrededor, tarareando una suave melodía y de pronto deja un vaso frente a él, vertiendo un poco de su alcohol más caro en la copa de cristal, el líquido es dorado y el rey del infierno aparta la mirada, recordando ojos dorados y aterrorizados, sangre amarilla manchando sus manos.

But no flame burns forever || Lucifer x AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora