But no flame burns forever || Lucifer x Adam

Capítulo 2.

Adam se cruza de brazos mientras camina por los largos pasillos, dando miradas desdeñosas a las fotos familiares colgadas en las paredes.

—Cómo te atreves...

''A tener una familia feliz, cuando la mía terminó rota''

''A aparecer ante mí con tanta confianza''

''A intentar volver a engañarme''

Se detiene frente a una ventana y se asoma, haciendo una mueca de desagrado cuando ve a los pecadores caníbales engullendo un cadáver en la calle.
Vuelve a mirar de reojo un retrato de la familia, Lucifer con su hija sonriendo y Lilith seria pero sentada elegantemente junto a ellos.

—Supongo, no tan feliz después de todo...

Se encoge de hombros Adam, recordando perfectamente que Lilith abandonó el infierno para ir a vivir al paraíso luego de que su matrimonio con Lucifer se deteriorara, ella no dio más detalles, pero sabe que Lilith es casi igual a él, solo que de una forma mucho más independiente y desapegada, ella nunca ha necesitado a nadie, puede simplemente un día decidir dejar todo atrás sin ningún remordimiento, y es una de las pocas cosas que Adam puede encontrar impresionante en ella, esa habilidad que tiene para solo preocuparse por sí misma.

Probablemente Lucifer no sepa por qué ahora está permitido matar Hellborns que habiten en Pride, o no se ha dado cuenta, cualquiera de las dos opciones, si busca culpables se puede señalar a la señorita rubia tomando el sol en la playa allá arriba.

—Joder, Lute.

Se da cuenta Adam con ligero temor por la impulsiva y temperamental ángel, recuerda vívidamente su rostro contorsionado en una expresión de pura angustia mientras llama su nombre, con las lágrimas escapando de sus ojos y acunándolo contra su pecho con su brazo bueno mientras la sangre se derrama por el muñón donde perdió una extremidad en el otro lado.

Debe estar furiosa, Adam espera que Abel o alguno de sus otros hijos puedan calmarla para evitar que haga alguna tontería. Lute siempre fue un poco rebelde, no se parece en casi nada al resto de los integrantes del cielo.

—No hagas ninguna estupidez, danger tits —Susurra Adam al aire— Debes cuidar de ti misma y recuperarte.

Adam aleja su vista de la ventana cuando escucha pasos acercándose y a pocos metros de él está Lucifer, con esa expresión entre seria y nerviosa, como quien no sabe qué hacer consigo mismo.
El primer hombre le mira expectante, causando que el rubio se aclarara la garganta y cerrara la distancia entre ellos para no tener que levantar la voz.

—Asumo que estás más tranquilo.

—Puede ser —Se encoge de hombros el más alto— Quizás sí, quizás no... ¿Qué quieres, pequeño imbécil?

—Te mostraré donde te vas a quedar —Dice Lucifer, entrecerrando los ojos amenazadoramente ante la expresión descontenta del contrario­— ¡Y no, no, no! —Levanta el dedo y lo agita frente a Adam como si estuviese reprimiendo a un niño— No tienes permitido irte.

—Puedo irme si quiero, no eres mi maldito dueño.

Gruñe Adam amenazadoramente, abriendo sus alas negras y con toques de dorado, como si eso fuese a intimidar al rey de infierno.

—No dije que fueras de mi propiedad, Adam —Sacude la cabeza el rubio— Sé que has venido al infierno antes, pero con armadura, un arma y un grupo de exorcistas igualmente equipados para acabar con los pecadores... Pero ahora eres vulnerable, podrías meterte en serios problemas si te dejo por tu cuenta.