VI

5.7K 251 15
                                    

Narra Gavi

Aixa y yo habíamos quedado hace unas semanas para hablar de como podíamos dividirnos el gimnasio. Aún así, me habría aprendido sus horarios de memoria para no interrumpirlas y allí estaba, delante de la puerta del gimnasio.

Empujé la puerta y miré como calentaban, así que decidí irme a las gradas

Vi a las chicas colocarse y entonces empezó a sonar la canción del Lago de los Cisnes.

Me fijé en Laia. Llevaba un maillot negro mientras que los de las demás eran blancos. Sus movimientos eran dulces mientras movía aquella cinta y la lanzaba para después cogerla en el aire. Saltaba y caía tan suavemente como una pluma y se movía ágilmente, como si de un cisne se tratase.

Las demás lanzaban sus cintas y hacían piruetas a la par.

Laia hizo una inversión y entonces cayó al suelo meciéndose como una pluma y entonces la melodía finalizó.

No me di cuenta de que había acabado hasta que no las vi aplaudirse las unas a las otras.

Una mujer que supuse que era la entrenadora se acercó a ellas y entonces las felicitó.

Entonces Laia fijó sus ojos en los míos, mirándome fijamente.

Tenía la mirada más hipnotizante que había visto en toda mi vida.

Se acercó a coger su botella de agua y me miró.

– ¿Qué haces aquí?– preguntó.

– Esperar a los demás mientras os veo. ¿Cuando tenéis el campeonato?– pregunté.

– Mañana por la tarde. Nos iremos por la mañana.

– ¿Estás nerviosa?– pregunté.

Negó con la cabeza y bebió de un trago.

– Nosotros jugamos esta noche.– dije.

– ¿Creéis que vais a perder?– preguntó.

– Esa palabra no existe en mi vocabulario.– contesté.

Esbozó una sonrisa y entonces la llamaron. Me dio una última mirada antes de girarse y entonces lo solté:

– Podrías venir a vernos.

– ¿Y hacer que ganéis? No lo sé.– murmuró.

Sonreí viéndola alejarse para ir a las duchas.

Los chicos llegaron al rato y estuvimos echando un partido antes del partido oficial. A veces hacíamos apuestas y porras de quienes ganaban a quienes.

Tras aquello me monté en el coche con Pedri y me miró fijamente.

– Podrías venir en tu coche eh.– murmuró.

– ¿Para qué? Venir solo es muy triste.

Se echó a reír y entonces subió el volumen de la música.

Al llegar al estadio entramos directamente sin pararnos y fuimos al vestuario para cambiarnos.

– ¿Y Ferrán?– preguntó Pedri.

– Creo que llega tarde.– murmuró Fermín.

– Siempre está igual.– dije riendo.

Al terminar de vestirnos Ferrán llegó y tras la bronca de Xavi se vistió y salimos a calentar.

Pisé el campo y di dos saltos antes de echar a correr.

– Eh. Mirad quienes están ahí.– murmuró Balde.

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora