Marcos vino a buscarme tal y como acordamos la noche anterior.
Venía con unos pantalones cargo de color negro y una sudadera del mismo color.
Me acerqué a él sonriendo en cuanto me tendió un casco que llevaba para mí.
– ¿Dónde vas a llevarme?– pregunté mientras me ataba el casco y me montaba detrás suya.
– Vamos a ir al Arco del Triunfo, agárrate.
– ¿Qué?– solté.
No pude decir mucho porque dio un acelerón y tras soltar un chillo me agarré su cuerpo fuerte.
Frenó mientras se reía y le di un golpe en el hombro.
– Hazme caso siempre, Laia.– murmuró.
Yo asentí y entonces puso la moto en marcha de nuevo.
Aceleró y entonces cruzamos las calles tranquilamente.
Tardamos un rato en llegar pero cuando llegamos, él frenó y me bajé de la moto mientras me deshacía del casco.
– Me muero de hambre.– murmuré.
– Pues vamos a pillar algo de comer y hablamos si quieres.– respondió sonriendo.
Caminamos hasta encontrar un Starbucks y me pedí un café y un cupcake.
Salimos y bebí de mi café sonriendo.
– ¿Café latte?– preguntó.– Pensaba que eras más del Capuccino.
– Depende.– dije sonriendo.
– Eres una caja de sorpresas, chica.
Sonreí y seguimos caminando durante un rato. Hablamos de todo y de nada.
Me contó que trabajaba en un taller y que le gustaban las motos desde que era pequeño. Iba con su padre al taller desde entonces y que le encantaba.
Yo le dije que hacía gimnasia artística y estuve contándole un poco sobre los campeonatos y competiciones.
Se sentía bien hablar con él. Me transmitía mucha paz y tranquilidad.
Después de pasear por el Arco del Triunfo un rato, volvimos a montarnos en la moto y me llevó hasta un descampado.
– ¿Y esto para que sirve?– pregunté señalando un botón.
– Eso son las luces traseras.– murmuró sonriendo.– Esto es el claxon, luces delanteras y estas barras son los frenos.– explicó.
Sonreí y miré todo lo que acababa de señalarme.
– ¿Puedo manejarla unos minutos?– pregunté.
– No no no, no tienes carnet de coche, mucho menos voy a dejarte mi moto.– dijo riendo.
Me eché a reír y me bajé de la moto.
– Es más difícil de lo que pensaba.– admití.
– Poco a poco fiera.– murmuró sonriendo y se sentó en la moto.
Me acerqué y me senté a su lado.
– ¿Qué hora es?– preguntó.
– Las ocho y media.– dije mirando la hora en el móvil.
– Muy bien, vamos a llevarte a casa. Súbete bien.– murmuró sentándose.
Me subí detrás y me agarré a su torso.
Arrancó y recorrimos las calles mientras el aire golpeaba mi cuerpo.
Me solté durante unos segundos de su cuerpo y levanté las manos sonriendo, sintiendo toda esa sensación de libertad y paz.
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𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo Gavi
Teen FictionLaia ha estado años dedicándose a la gimnasia artística y ahora debe practicar en uno de los mismos lugares que gente igual de reconocida que ella, el equipo del FC Barcelona, aunque el encuentro con cierta persona, será algo que va a causarle probl...