XVII

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Narra Gavi

El día había llegado. Había estado a tope con los entrenamientos y llegaba al hotel muerto en vida.

Antes de dormir me ponía a ver una serie para intentar despejar la mente y centrarme en algo que no fuera fútbol.

Los chicos vinieron a mi habitación y estuvimos hablando durante unas horas.

– ¿Has hablado con Claudia?– preguntó Ferrán a Pedri.

– Esta mañana, antes de ir al entrenamiento. ¿Por qué?

Llevaba desde que habíamos empezado el viaje sin saber nada de Laia. Quería darle tiempo, porque aún no sabía si ella quería seguir adelante con todo esto o si simplemente había sido algo pasajero.

Quizás debí haberle llamado o haberle escrito.

Después de aquella pequeña reunión nos fuimos juntos al autobús y desde allí pusimos rumbo al estadio.

Al llegar entramos y fuimos directamente a los vestuarios, nos cambiamos y salimos a entrenar.

Estuvimos corriendo y burlándonos los unos de los otros.

Hasta que tuvimos que entrar para ponernos la equipación.

Empezamos a escuchar todo el barullo que había de todos los aficionados de ambas selecciones.

El partido empezó y salí a correr detrás del balón.

La gente chillaba a nuestro alrededor.

Mis compañeros corrían y tras unos minutos, marcamos el primer gol, que fue celebrado con la grada.

Después de aquel gol se sucedieron dos más y el partido acabó con la victoria para nuestra selección.

Al llegar al hotel me di una buena ducha y dejé todo preparado para poder salir mañana del hotel sin demorarme demasiado.

Me tumbé sobre la cama y miré Instagram. Los chicos habían ido subiendo fotos del partido y yo me permití subir una con "Sing for The Moment" de Eminem.

"His thoughts are wacked, he's mad, so he's talkin' back
Talkin' black, brainwashed from rock and rap
He sags his pants, durags and a stockin' cap
His stepfather hit him, so he socked him back
And broke his nose, his house is a broken home
There's no control, he just lets his emotions go"

Tocaron a la puerta y me levanté para abrirla.

– ¿Has recogido todo ya?– preguntó Pedri.

– Sí, menos el cargador del móvil y el pijama. El resto está en la maleta. ¿Por?– pregunté.

– Era para pedirte una camiseta del otro día, los demás quieren salir a dar una vuelta. ¿Vienes?

– Vale. Dame unos minutos y me cambio.– respondí.

Cogí ropa de la maleta y después de cambiarme y darle la camiseta a Pedri salimos para reunirnos con los demás.

Fuimos a tomar unas cañas a un pequeño pub. La gente se intentaba acercar a nosotros, pero varios seguratas lo impedían.

Ferrán y Pedri estaban escribiéndole a las chicas para contarles que estaban tomando algo y que después se irían a dormir.

Yo me levanté y fui al cuarto de baño.

Me lavé la cara y solté un pequeño suspiro.

Echaba de menos mi casa ya. Estar con la selección era un orgullo para mí, pero era el momento en el que más me excedía y más presión me metía a mí mismo.

Al llegar a casa siempre tenía unos días de vacaciones para recuperar todo el sueño perdido y dejar atrás esa presión social y emocional.

Con el Barça era algo totalmente distinto, porque no me sentía tan observado, mis aficionados no me juzgaban con cada toque y pase que daba.

Salí del baño y vi a los demás levantándose.

– ¿Ya nos vamos?– pregunté en un suspiro.

– Si. Algunos van a ir a una discoteca, pero yo lo único que quiero es coger mi cama y dormir durante horas.– respondió Balde.– Me duelen hasta las pestañas del cansancio.

– Yo estoy contigo.– contesté mirando a Balde.

Ferrán y Pedri decidieron imitarnos y nos dividimos en los dos coches.

– ¿No has hablado con Laia?– preguntó Pedri.

– Que va, no sé que hacer la verdad. Estoy hecho un lío. Nuestra relación iba a ser así, unas veces muy cerca y otras veces muy lejos. Ella va a viajar, y yo también. Vamos a estar mucho tiempo sin vernos.– murmuré mirando por la ventana.

– Una relación sin dificultades no es una relación. Las relaciones difíciles son verdaderas, porque ambos ponen de su parte por estar juntos y porque a pesar de todo, se quieren. Cuando estés con alguien y te resulte fácil, significa que uno de los dos no quiere tanto al otro.– habló mientras conducía.

Lo miré fijamente y me miró.

– Pero tienes que decidirte, porque no puedes tenerla esperándote mientras tú ni siquiera le escribes.– continuó.

– ¿Esperándome?

– He hablado con Claudia, y ella realmente esperaba tus mensajes Gavi.

Escuchar aquello me hizo sentir fatal. Viéndolo desde aquella perspectiva había sido un egoísta, y no había pensado en lo que quizás ella quería.

– Mañana cuando volvamos habla con ella. En persona es mejor que por mensajes. ¿Vale?

Asentí.

Tras llegar al hotel dejé a Pedri en su habitación y fui a la mía. Me quité la ropa y volví a meterla en la maleta para luego ponerme el pijama de nuevo.

Me tumbé en la cama como hasta hace unas horas y miré el techo.

Agarré mi móvil y miré todos los que habían visto mi historia. Todos menos ella.

Seguro que estaba enfadada conmigo, y podría entenderlo.

Dejé el móvil cargando y me fui a dormir.

A la mañana siguiente nos llevaron al aeropuerto y tras unas horillas de viaje llegamos a Barcelona.

Los chicos habían quedado con las chicas para ver una película en casa de Balde.

Cada uno se fue a casa y tras descansar unas horas y arreglarme, fui hasta casa de Alejandro.

Al llegar me abrió la puerta y tras saludarnos entré y fui directamente al salón.

Mi vista recorrió toda la sala en busca de Laia. No estaba.

Un claxon sonó fuera y me asomé con Balde.

Entonces sentí como todo me subía por la garganta.

Se bajó de una moto y se quitó el casco mientras sonreía.

El piloto hizo lo mismo y miré a aquel chico fijamente.

– ¿Qué me he perdido?– dijo Balde sonriendo.

– ¡Sorpresa!– murmuró ella acercándose con ese tío.

Esto iba a ser un infierno, y no para mí.

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Lo que me ha costado escribir este capítulo, señor.

Esto se va a prendeeeeeerrrr

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora