IV

5.7K 224 0
                                    

A la mañana siguiente me dolía la cabeza horrores.

Pero tener a Tania gritándonos mientras nos ponía a calentar a tope era totalmente peor.

Me temblaban las piernas cuando acabé el entrenamiento y solté todo el aire que pude.

Patricia se acercó a mí para pasarme la botella de agua y me miró.

– ¿Qué?– murmuré.

– Laia, estás ida últimamente. Vas atrasada en cuanto a la canción y al baile, necesitas ponerte al día. El campeonato es dentro de un mes y necesito que todas lo hagamos a la vez. Perfecto.

– ¿Te crees que no lo sé?– escupí enfadada.

– Vale, dejémoslo aquí, ve a la ducha y descansa hoy.

Lancé la cinta que llevaba en la mano y fui a los baños para darme una ducha.

Tenía mucho carácter en cuanto a la gimnasia se trataba. Odiaba no hacerlo perfecto y más cuando mis compañeras dependían de mí.

Cuando salí de la ducha nos fuimos a La Masía y entonces me senté en el suelo y estiré las piernas y cerré los ojos.

Después eché el tronco hacia delante y toqué la planta de mi pie con las manos.

– Laia.

Abrí los ojos encontrándome con Aixa.

– ¿Estás bien?– preguntó.

– La estoy cagando en la coreografía.

– Cielo, no pasa nada. A veces nos cuesta tiempo adaptarnos a las cosas. Y la coreo no es fácil.

La miré fijamente y solté un suspiro.

– Creo que voy a pasear hoy.– murmuré levantándome y entonces salí de la habitación.

Caminé por el largo pasillo y llegué hasta un jardín que había.

Me senté y miré el cielo ya oscuro.

– ¿Nerviosa?

Me giré encontrándome con Gavi de pie.

– ¿Qué haces aquí?

– Tengo amigos que jugaban aquí hoy.– murmuró. Pero no has respondido a mi pregunta.

– No lo sé, soy muy autoexigente y autocrítica conmigo misma.– respondí.

Le sentí acercarse y se sentó a mi lado.

– Solo sientes la presión que tú misma te pones. Por mucha presión que te meta la gente, solo sientes la tuya propia. Así que relájate.

– Tengo un campeonato en un mes, no puedo relajarme. Vivo por esto.

– Vives por esto hasta que te asfixies con ello.– murmuró.

– ¿Qué?

– Vas a cansarte de esto. Lo que te hace sufrir te cansa.

Lo miré fijamente.

– ¿Te has cansado del fútbol?

– No definitivamente, pero a veces te cansas. Y necesitas enamorarte de nuevo. Buscar lo que te hizo amarlo.

Asentí lentamente.

Le vi levantarse y se sacudió el pantalón.

Me ayudó a levantarme y nos miramos fijamente.

– Gracias.

– De nada.– murmuró.

Me despedí con la cabeza y salí de allí soltando el aire.

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora