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Narra Gavi

– ¿Qué has hecho qué?– espetó Fermín mirándome casi perplejo.

No sabía si había sido buena idea eso de contarle lo que había pasado con Laia, pero como había llegado tarde a casa y, al entrenamiento de esta mañana, pues han insistido. He contado una mentira que varios se han creído, pero eso no significaba que Fermín fuera como ellos.

Me conocía desde que era pequeño, siempre sabía cuando mentía, y cuando no me decía nada, era porque quería fingirlo.

– Gavi, yo no sé si tú eres tonto o le tiras piedras a los aviones.–murmuró.

– ¿Qué tiene eso que ver bro?– pregunté mirándole.

– La has besado, y lo peor es que no te gusta, joder.

– Yo no he dicho que no me guste, simplemente veo que mezclar sentimientos y deporte nunca es bueno.– murmuré.

– Prefiero no pensarlo. Creo que estáis exagerando. Aixa y yo hemos estado juntos de vez en cuando y no por eso hemos descuidado nuestras carreras deportivas. Cuando estamos juntos nos evadimos y luego, de vuelta a nuestras profesiones.

No conocía a Aixa lo suficiente, pero conocía a Fermín, él podía llevar las cosas con mucha tranquilidad, pero yo no, era muy intenso y cuando quería algo no paraba hasta tenerlo entre mis manos. Por eso creo que Laia y yo no podíamos estar juntos. Somos muy intensos y competitivos, todo eso iba a hacernos chocar más veces de las que nos pensáramos.

Ella tenía un temperamento que iba a volverme loco, al igual que el mío iba a volverla loca a ella. Renunciábamos a cualquier cosa si eso iba a ponerse por delante de nuestra carrera.

Fermín no lo entendería.

– ¿Qué vas a hacer?– preguntó mirándome.

– Creo que debo hablar con ella sobre lo ocurrido.–murmuré.

Él no me dijo nada más y entonces palmeó mi espalda para animarme a ir con él para entrenar.

El entrenamiento de hoy se hizo más largo de lo que me gustaría y cuando nos fuimos a las duchas y nos cambiamos, me dirigí hasta el coche de Pedri.

Él me preguntó también y tuve que contarle la historia entera.

Pedri y Fermín eran los más cercanos y los que más sabían sobre mi vida privada. Eran mis mejores amigos.

– ¿Cuándo tienes pensado hablar con ella?– murmuró Pedri mientras conducía.

– No lo sé.–admití.

– Creo que deberías ir ahora.–murmuró.

Yo solté un suspiro y entonces acabé parando delante de La Masía.

Entré y caminé hasta que llegué al ascensor.

Cuando llegué a la primera planta vi a Claudia salir de una habitación y nos miramos fijamente.

– ¿Pasa algo?– preguntó.

– Quiero hablar con Laia.

Claudia asintió y dejó la puerta entreabierta.

– Es la última habitación del fondo.

Asentí y entonces entré mirando todo a mi alrededor. Esto había cambiado mucho desde la última vez que viví aquí.

Recorrí el pasillo hasta la habitación del fondo y entonces toqué varias veces a la puerta. Escuché un "adelante" y entonces entré.

Vi como Laia se levantaba de su silla giratoria y entonces se quedó allí, petrificada, esperando a que le dijera que demonios hacía en su piso.

– Laia, ¿podemos hablar?

Ella asintió y entonces se sentó a mi lado ya la vi tragar saliva.

– En cuanto a lo de anoche, lo siento. No sé lo que tú sientes al respecto y me dejé llevar un poco. Creo que lo mejor para ambos, es que quedemos como amigos antes de tener que renunciar a nuestras carreras, sueños y metas.– contesté.

– ¿Qué? Gavi yo no he renunciado a nada acerca de mi vida por habernos besado.– murmuró.

– Pero lo harías, al igual que yo renunciaría a algo de mi vida, por ti.– admití.

Ella parpadeó varias veces y me miró fijamente.

– ¿Entonces ya está? ¿Hemos acabado?

– No se puede acabar algo que nunca empezó, Laia.– respondí.

Tras decir aquello, me miró fijamente y entonces cogió todo el aire que pudo.

– ¿Sabes una cosa? Tienes razón, no merece la pena intentarlo, porque no tienes ni idea de lo que significa amar a alguien de manera madura y razonada. No te preocupes más por mí, algún día encontraré a alguien que sí quiera arriesgarse a ser algo conmigo, y entonces te darás cuenta de lo que hiciste un día como hoy. Ya puedes marcharte, no quiero verte.

Todo aquello se clavó en mi interior como si fuera una estaca.

Me levanté sin siquiera pestañear y entonces salí por aquella puerta.

Era consciente de que no había dicho las cosas de mejor modo, y que aquel ataque, me lo merecería siempre.

No tenía tiempo para luchar por amor y tampoco quería hacerlo. En estos momentos de mi vida era inconcebible amar a alguien.

Salí de allí y fui caminando por las calles de Barcelona intentando aclarar todas las ideas de mi cabeza.

Un rato después Fermín empezó a llamarme para venir a buscarme.

Al llegar, estuvimos hablando sobre el tema, aunque tampoco era algo que quisiera hablar.

– ¿Sabes? A veces arriesgarse sale bien, Gavi.– murmuró Fermín mientras conducía.

Me dejó en la puerta de mi casa y tras despedirme, entré en casa y solté un suspiro.

Me fui a dar una ducha y pensé en cómo estaría ella ahora.

En estos momentos me odiaba, pero con el tiempo se daría cuenta de que era por su bien, y el mío.

Dos personas enamoradas de su deporte y que darían la vida por él, no podían estar juntas, porque o se destruyen a sí mismos, o acabarían con sus carreras definitivamente, y me negaba, estar en el FC Barcelona era un sueño para mí y quería seguir estando igual de activo que ahora.

Había escuchado a gente decir que el verdadero acto de amor era irse pese a querer a alguien, y eso es lo que iba a hacer.

No quería destrozarnos ambos, así que era la mejor solución.

Al salir de la ducha me puse el pijama y fui a la cocina a prepararme algo de cenar. Me metí en Instagram e intenté leer los mensajes que me enviaban mis amigos pese a la cantidad de mensajes que tenía. Unos minutos después me llegaron las fotos del último partido y subí una a las historias con "Not Afraid" de Eminem de fondo.

No me dio tiempo a ver quien la había visto porque mis ojos se cerraron unos minutos después.

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ONLY LOVE CAN HURT LIKE THIIIIS 😭💔

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora