Narra Gavi
Laia llevaba dos meses en rehabilitación y al principio había tenido que empezar a salirme fuera de la clínica para no escucharla llorar y gritar.
Después comprendí que me necesitaba y me guardé el nudo de la garganta para cuando ella no estuviera delante.
Había podido empezar a dejar de usar muletas pero aún así Aixa me decía que no se movía demasiado, solo para ducharse sola y bajar a mi coche para ir a rehabilitación.
Aquella mañana, subí yo porque era temprano y al entrar gracias a las llaves que Aixa me había dado, me encontré a Laia en la cocina, con una taza blanca en las manos.
– Hola, ¿qué tal estás hoy?– pregunté acercándome.
– Bien, un poco cansada, anoche me costó dormir.
– ¿Te duele?– pregunté.
Me miró fijamente y se encogió de hombros.
– Laia, ¿estás bien?
La vi tragar saliva y entonces se echó a llorar delante de mí.
No pude evitar lanzarme y abrazarla con fuerza.
Siguió llorando pero me abrazó y acarició mi espalda suavemente.
– No sé si volveré a ser yo después de esto.– murmuró apartándose y me miró haciendo pucheros.
– ¿Y quién dice eso?– murmuré.
– Yo.
– Mírame a mí, estoy como nuevo Laia, el miedo es sugestión nuestra.– murmuró.
Me miró fijamente y entonces acaricié sus mejillas llevándome las lágrimas conmigo.
– No hay peor cobarde que el que no lo intenta.– susurré.
Ella agarró mis mejillas y entonces posó sus labios sobre los míos.
Correspondí a aquel beso como si fuera el aire que necesitaba.
Después la levanté en brazos y la senté en la encimera.
Seguimos besándonos durante unos segundos y entonces se apartó para mirarme a los ojos.
– Tenemos que irnos.
Yo asentí volviendo a la realidad y entonces tras bajarla de la encimera, esperé a que cogiera sus cosas y salimos juntos.
Ella cojeaba un poco pero andaba sin parar.
Nos montamos en mi coche y entonces conduje hasta la clínica.
Al llegar, nos dejaron entrar y entonces empezó la rehabilitación.
Solía durar dos horas y cuando salía, siempre llevaba los ojos rojos, aunque ese día no fue así.
Tras salir, le invité a comer y aceptó.
Estuvimos en uno de mis restaurantes favoritos y entonces tras discutir sobre quien pagaba, salió enfadada conmigo.
– No te enfades, te había invitado yo.– murmuré sonriendo.
Ella siguió caminando delante de mí y entonces me permití llevar mis ojos a su culo redondito y respingón.
– Pablo Martin, ¿me estás mirando el culo?
Me eché a reír y carraspeé.
– No. Para nada.
Se giró con la boca abierta totalmente indignada y me pegó en el brazo.
– Vale vale.– murmuré riéndome.
Al llegar al coche, nos montamos y entonces le dejé mi móvil.
– Pon música.
Se metió en mi Spotify y entonces tras teclear unos segundos, puso "Estrellita de Madrugada"
Yo me eché a reír y entonces empezó a bailar sentada en el asiento.
Después puso al Saiko y también bailó, canturreó y gritó mientras subía y bajaba la ventanilla.
"Sus amiga' son Dominicana y una Colombiana
Que tiene la cara linda sin maquillaje
Laison me hace la conexión pa' que la trabaje
Le gusta salvaje como 21
Mía seguro, el pelo por el culo
Y lo' leggin' e' como una pistola sin seguro
(Pew, pew)
Tiene Instagram pero no le da me gusta a ninguno
Vestido de Belaguer, tu tanga de Calvin Klein
Perreando en la Mae West como si nadie nos ve
Te amarro a la cama con un pañuelo de Marrakech
Tu novio e' un cipollo, todavía se viste de Ellesse
Jajaja, Les sonrío mientra' que nos miran mal
A él le tiene' que pedir que dure má'
A mí me puede pedir un Audemars"– De pequeña quería ser una Bratz.– murmuró sonriendo.– Con esa ropa, esos labios, el maquillaje...
– Para mí eres una Bratz y hasta una Barbie.– murmuré.
Ella me muestra sonriendo y después miró por la ventana.
Conduje un rato más mientras ella bailoteaba en el asiento de al lado y entonces llegamos hasta su apartamento.
Aparqué delante de la puerta y entonces paró la música.
– Gracias por los ánimos.– murmuró.
– No me des las gracias. Y no pienses en esas cosas, sé que es duro y agobia no saber si vas a tener la misma movilidad o la misma fuerza, pero te aseguro que con una buena rehabilitación y entrenamiento diario, lo conseguirás.– murmuré.
– ¿Tú crees?– preguntó.
– No solo lo creo, lo afirmo. A mí me pilló también en un momento muy especial de mi carrera y sin mis amigos y mi familia, sé que me habría venido abajo. Aférrate a las chicas, que te adoran. Y a mí Laia, aférrate a mí, no voy a dejarte caer nunca.
Ella me miró fijamente unos minutos y entonces se desabrochó el cinturón.
– Se necesita paciencia, pero se puede, hazme caso.
Ella asintió un poco y entonces me dio un beso en la mejilla y bajó del coche para después cerrar la puerta.
La vi caminar despacio y entonces abrió la puerta, se giró y se despidió con la mano antes de entrar y desaparecer de mi vista.
Yo sonreí y arranqué el coche mientras llamaba a Pedri.
Este me lo cogió al segundo tono y entonces le conté que nos habíamos besado.
– Muy bien, poco a poco bro.– murmuró.
– ¿Qué haces?
– Pues estaba follando.– murmuró.
– Eh... que asco... no vuelvas a cogerme el teléfono cuando estés follando, por dios.– murmuré y colgué.
Llamé a Fermín y este estuvo hablando conmigo mientras jugaba a la Play y yo conducía.
Cuando llegué a casa, aparqué, me bajé del coche y caminé hasta la puerta de casa, abrí y me fui a la ducha.
Después me puse a cenar y Laia me escribió dándome las buenas noches.
Una sonrisita salió de mis labios y entonces le dije que también le daba unas buenas noches.
A ella y a su culo.
Tras aquello, me tumbé en la cama analizando el día de hoy y fue cuando mis ojos empezaron a cerrarse haciendo que me quedase dormido.
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DISFRUTAD DEL CAPÍTULO Y DE LA CELEBRACIÓN DE LA EUROCOPA MIS AMORES ❤️
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𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo Gavi
Ficção AdolescenteLaia ha estado años dedicándose a la gimnasia artística y ahora debe practicar en uno de los mismos lugares que gente igual de reconocida que ella, el equipo del FC Barcelona, aunque el encuentro con cierta persona, será algo que va a causarle probl...