XXI

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Tras aquella noche y el campeonato, Gavi venía a buscarme todos los días a casa para llevarme a dormir con él.

A veces no dormíamos como tal.

Aunque en aquella ocasión, nos dimos el susto del año.

– ¡GAVI!

Abrí los ojos mirando al nombrado, que estaba a mi lado.

– Mierda, mi madre.– soltó.– Vístete, rápido.– murmuró mientras se levantaba y agarraba el bóxer del suelo.

Yo le imité cogiendo mi ropa interior y me la puse rápidamente, le robé la camiseta y lo miré.

Llevaba el pantalón corto que llevaba hasta hace una hora.

– Ponte un pantalón y sal, voy a distraerla.– susurró.

Asentí y tras darme un beso salió de la habitación.

Yo agarré uno de sus pantalones cortos y tras cambiar las sábanas, abrí la ventana y coloqué mi ropa en un cajón de su armario.

Después salí de la habitación y escuché voces en la cocina.

Entré y Belén me miró con una sonrisa.

– Ay hija, me había dicho Gavi que estabas durmiendo, siento haberte despertado.– murmuró levantándose del taburete en el que estaba y me abrazó.

– No te preocupes Belén, he dormido bastante.– mentí.

Ella me sonrió y acarició mi cara.

– Solo venía a recordarle a Gavi que este fin de semana tenemos la boda su primo.

Lo miré y él me miró fijamente.

– Me acuerdo mamá.– murmuró él.– Por cierto, ya puedes devolverme mis llaves del piso, ya no tienes que vigilarme.

Belén sonrió y le dejó las llaves en la encimera.

– Como se te olvide, pienso tirarte de las orejas hasta que te crezcan. ¿Me has oído?

Él asintió y tras darle un beso a su madre se acercó a mí.

– Siento no habértelo contado antes, pero quiero que vengas conmigo.

– No te preocupes, no tienes que invitarme si no quieres.– murmuré.

– Ya estabas invitada, pero lo que se me había olvidado era decírtelo.

– ¿Estás loco? No tengo nada que ponerme.

Sonrió y entonces fue a su habitación y cuando volvió me enseñó un vestido precioso.

Era rosa pastel, largo y fino.

– ¿Te gusta?– preguntó.

– Gavi, no tenías por qué.– dije acercándome y acariciando la tela del vestido.

– Estoy seguro de que va a quedarte increíble.– dijo.

Le hice un puchero y me abrazó sonriendo.

– Venga boba, vamos a comer algo y dormimos juntos, que estoy muerto.

Antes de comer nos dimos una buena ducha y después hicimos ensalada de pasta para comer.

Tras aquello nos tumbamos en la cama y me abracé a él.

Él se quedó dormido y a mí me vibró el móvil.

Aixa 💘

¿Sigues en casa de Pablo? Era por si querías acompañarme más tarde a comprar unas cosas.

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora