II

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Después de aquel incidente todo volvió a la normalidad. Cuando le contamos a Tania lo que había pasado nos echó la bronca por interrumpir un entrenamiento que no era nuestro, aunque después me preguntó que tal estaba.

Ese día entramos en el gimnasio y vimos a muchos chicos, hasta que reconocí a Fermín, quien me reconoció al instante y se acercó a mí.

– Hey, ¿la nariz bien verdad?– preguntó.

– Todo perfectamente, gracias.– murmuré sonriendo.

Tania llegó en aquel momento y entonces nos miró fijamente.

– Quiero que vayáis calentando, yo voy a por un café.

Asentimos y nos fuimos a una parte vacía del gimnasio y me deshice de mi ropa quedándome en maillot.

Entonces vi miles de miradas masculinas dirigirse a mí.

Aunque no me importaba, así que me puse a estirar y a estirar. Mis compañeras me siguieron el rollo y entonces cuando Tania llegó nos dio varias series que hacer.

La mía consistía en un giro, lateral, pino puente y para terminar un flic flac.

Estaba acabando el flic flac cuando tambaleé y me caí en la colchoneta.

Tania me miró y entonces solté un suspiro y golpeé la colchoneta levantándome.

Aixa terminó su mortal perfectamente y tras saludar se acercó a mí.

– ¿Sigues sin acabar el flic flac?– preguntó.

– Nunca acabo bien, me da mucha rabia.– admití.

– Porque te empeñas en saltar demasiado lejos. No se trata de lo lejos que hagas el salto, sino de hacerlo milimétrico y perfecto. A los jueces no les importa si acabas cinco centímetros más adelante o más atrás, les importa que lo acabes de pie y totalmente recta.– respondió Aixa.

Fui hasta mi bolso y lo abrí exasperada para coger una botella de agua.

Bebí de un trago y entonces lancé la botella al bolso de nuevo.

Una hora después las chicas empezaron a recoger sus cosas para irse a la ducha.

– Venga Laia, Tania va a echarte la bronca por seguir aquí.– murmuró Aixa mientras se peinaba.

La miré fijamente y negué con la cabeza.

– Ya casi tengo el flic flac.

– Genial Laia, de verdad, pero ya es hora de que descanses. Ya sabes lo que dice Tania de cargar los músculos demasiado.

Lo sabía. Había visto a suficientes gimnastas echar a perder su carrera por una lesión y me negaba a ser una de ellas.

Así que agarré mis cosas y entonces fui a la ducha. Al salir las demás me estaban esperando para irnos juntas.

Cuando llegué me pedí un sándwich para cenar y me fui a la habitación a ver una película.

Aixa llegó dándole un mordisco a su galleta y se sentó a mi lado.

– ¿Por qué no salimos?– murmuró.

– Tania nos mata si se entera.

– Mira, los del Barça juegan dentro de una hora, así que podemos ir a ver el partido y nos venimos de vuelta.– murmuró.

La miré y sonreí. A Aixa era imposible decirle que no. Era testaruda, cabezota y muy persuasiva.

Así que tardamos veinte minutos en prepararnos y otros veinte en llegar al Estadi Olimpic Lluís Companys.

Al llegar enseñamos nuestras tarjetas de miembros VIP y entramos.

Yo miré a mi alrededor y entonces empecé a buscar a Aixa.

– Tía.– murmuró ella agarrándome del brazo.– Venga vamos, estamos en primera fila.

Nos sentamos y ella se dedicó a hacer fotos al estadio y a mí.

Entonces vi a los chicos salir al campo.

Corrían de un lado a otro, se empujaban y se molestaban pese a ser el calentamiento.

– Me parece guapísimo.

– ¿Quién?– murmuré.

– Pablo Gavi tía. El que va con el dorsal seis. ¿Sabes? Tiene pinta de ser de los que te mandan al psicólogo.

La miré fijamente pensando en que estaba loca.

El chico era guapo y atractivo, pero no lo veía para tanto.

Volvieron a entrar a los vestuarios y después salieron sin chaquetas, se colocaron para que les hicieran una foto y entonces se repartieron por el césped.

El partido comenzó y miré el balón ir de un lado a otro.

Entonces en un córner el balón sobrevoló y alguien remató con la cabeza.

Todo el estadio saltó y empezaron a chillar dejándome sin tímpanos.

Aixa chillaba como una más y me uní a ella.

De un momento a otro vi a Gavi tirarse al césped y arrastrar las rodillas por el césped mientras se besaba el escudo. Se levantó y se golpeó el pecho con la mano.

Los demás llegaron al segundo y le saltaron encima y le dieron collejas, empujones...

Aixa me dio un codazo y sonrió.

– Fuera de tus ojos, fuera de tu cabeza.

Puse los ojos en blanco y le pellizqué el brazo riendo.

Después el partido fue mucho mejor. Marcaron dos goles más y entonces el partido acabó.

Nosotras esperamos a que el estadio se vaciase un poco para poder salir de allí libremente.

Llegamos a La Masía y caminamos de puntillas por el pasillo. Cuando llegamos a la habitación vi a Claudia y a Patricia mirarnos.

– ¿Dónde estabais?– preguntó Patricia.

– Hemos ido a ver un partido del Barça. Ha sido increíble ¿verdad?– dijo Aixa.– Laia.– murmuró dándome en el brazo.

Yo volví a la realidad y entonces las miré fijamente y asentí.

– Me voy a la cama.– murmuré.

– ¿Ya?– preguntó Claudia.

– Tengo sueño y me duele la cabeza.– respondí sonriendo.

Agarré el pijama y fui al baño a cambiarme. Después me lavé la cara y me miré al espejo.

"No distracciones Laia" "Te ha costado mucho trabajo llegar hasta aquí y nadie ni nada puede destruirlo"

Después agarré la toalla y tras secarme, abrí mi cama y me metí dentro mientras miraba el móvil.
Aunque tampoco estuve mucho tiempo tras de la pantalla, porque mis ojos empezaron a cerrarse pidiendo un descanso por fin, así que lo puse a cargar y lo dejé en mi mesilla.

Me di la vuelta en la cama un par de veces, pensando en aquellos ojos marrones oscuros, penetrantes, misteriosos.

Me costó conciliar el sueño, pero cuando lo conseguí, aquellos ojos seguían pasando por mi mente.

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Vaaya vaaya

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora