XIII

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En cuanto abrí mis ojos sentí como la cabeza me daba vueltas.

Apenas recordaba nada de anoche y me preocupaba.

Pero cuando me di la vuelta y me encontré con Gavi, me preocupé aún más.

Me senté en la cama de golpe y tras cerrar un poco los ojos para acostumbrarme a la claridad me levanté rápidamente y me agarré a la pared para no caerme.

Recorrí la habitación de puntillas hasta llegar a la puerta y entonces abrí y salí.

En el pasillo me encontré con Aixa, que salía con el pelo envuelto en una toalla.

– ¿Qué pasó anoche?– pregunté.

– Te emborrachaste hasta las trancas. Creo que no follasteis, no te escuché.

Abrí los ojos y ella soltó una carcajada.

– Dúchate anda, Aurora nos ha dicho que vamos a comer por ahí.– murmuró abriendo la puerta de una de las habitaciones.

Entré al baño cerrando la puerta y me deshice de toda la ropa, después me metí en la ducha y cerré los ojos dejando caer la cabeza.

La puerta se abrió rápidamente y solté un chillo.

Gavi me miró fijamente y entonces me tapé todo lo que pude.

– ¿Qué haces? Sal de aquí.

– Vengo a ducharme.– murmuró.

– Pues espera fuera y ahora entras.– espeté.

– Me da que no.– murmuró y empezó a deshacerse de la ropa.

Tragué saliva y abrí los ojos al verle abrir la puerta de la ducha y entrar.

Lo miré a los ojos y me dio una sonrisa.

– ¿Me pasas el champú?– preguntó.

Parpadeé y agarré el champú para pasárselo.

Lo abrió y entonces me echó a mí en el pelo y se echó él mismo, después lo cerró y llevó sus manos a mi cabeza para enjabonarla.

Cerré los ojos y sonreí.

Después estiré mis brazos y enjaboné su pelo.

Me puso bajo la alcachofa de la ducha y sentí el champú caer por mi cuerpo.

Después se puso él y yo le ayudé a quitarse el champú.

Me enjaboné el cuerpo y unos minutos después salimos de la ducha.

Escurrí mi pelo en el suelo de la ducha y me enrollé el cuerpo con una toalla.

– Por mí me hubiera quedado ahí diez horas.– murmuró mientras se enrollaba la toalla alrededor de la cintura.

Me permití ahora babear. Llevaba el pelo despeinado y empapado, el torso mojado y las gotas resbalaban hacia abajo.

– ¿Quieres que me quite esto?– preguntó.

Me puse roja y aparté la mirada.

Le escuché reírse y me agarró de los brazos para mirarme.

– Sal antes de que haga una locura.– murmuró sonriendo.

Asentí y salí del baño rápidamente para ir a vestirme.

Aurora me prestó su secador de pelo y me lo sequé.

Cuando todos estuvimos arreglados salimos para dividirnos en los coches.

Yo iba en el coche de Gavi con él, Aixa, Fermín y Patricia.

Recorrimos el pueblo y yo miré por la ventana a todas esas chicas que miraban a Gavi embobadas.

Él creo que ni se inmutaba. Tenía que estar acostumbrado a crear esa expectación con todas las chicas.

Sentí que me apretaba el muslo y lo miré.

– Pon algo de música.

Me pasó su móvil y me metí en Spotify.

Puse "Diabólica" y él subió el volumen.

Aixa y Fermín cantaban en la parte de atrás, y Patricia simplemente estaba mirando el móvil.

Fermín insistió en poner una canción y "Perreo Lento" sonó por los altavoces.

– ¿Habéis dormido bien?– preguntó Gavi bajando el volumen de la música.

– Sí. Como un tronco.– murmuró Aixa y miró a Fermín sonriendo.

Gavi y yo nos miramos y sonreí.

Estaba claro que Aixa y Fermín andaban en algo, y me hacia gracia ver que ninguno ocultaba nada.

– ¿A dónde vamos a comer?– preguntó Patricia entrando en la conversación por primera vez.

– Vamos a un bar que hay fuera del pueblo, estamos llegando.– respondió Gavi.

Cuando llegamos nos bajamos del coche y me acerqué a Claudia. Me contó que ella y Pedri habían hablado mucho y que estaba muy ilusionada.

Sinceramente Pedri era el chico indicado para ella. Sus personalidades eran iguales y se entendían con una sola mirada.

Entramos todos y nos llevaron a nuestro reservado.

Pedimos para comer de todo un poco y cuando acabamos sentía que no podía ni moverme.

Al acabar nos montamos en el coche y solté un suspiro.

– Dios, parece que me he comido una vaca.– dije.

– Yo igual.– respondió Aixa.

Después de aquello volvimos a casa de Aurora y Gavi.

Al llegar vimos un coche aparcado y nos bajamos.

Cuando abrieron la puerta nos encontramos con dos personas: un hombre y una mujer, que por el parecido, eran los padres de Gavi cien por cien.

Me paré en la puerta y Gavi me agarró llevándome con él.

Aurora y él saludaron a sus padres y después nos fueron presentando a las chicas.

Aurora me dijo que la ayudara a hacer una limonada y acepté encantada.

– No te asustes, mis padres son muy buenos.– murmuró abriendo la nevera.

– No es eso, es que me ha pillado de sopetón.– respondí mirándola.

– Bueno, no son tontos y saben que contigo pasa algo, así que tampoco te vayas muy lejos.– dijo riendo.

Sonreí y tras preparar la limonada salimos al jardín donde los chicos jugaban a fútbol.

– Laia, acércate un momento.– murmuró Belén.

Yo me senté a su lado y ella me miró sonriendo.

– Mi hijo decía que no le pasaba nada, pero ahora que te veo, sé que me ha mentido.

Sonreí nerviosa y ella agarró mi mano.

– Cuéntame algo de ti cariño.– dijo.

– Pues hago Gimnasia Artística.– dije.– Vengo de Barcelona y tengo dieciocho años.

Ella asintió sonriendo y después miró a Gavi.

– Es un chico complicado, te lo digo yo que lo he criado. Pero le viene bien alguien que le ponga frenos.– comentó.

– ¿Freno?– pregunté.

– Es muy impulsivo, en el fútbol sobretodo. Anda que no se ha peleado con niños aquí en el pueblo veces, su padre ha tenido que ir a la plaza a buscarlo mil veces. No sabe perder.

Asentí mirando a Gavi, que acababa de hacer una chilena y estaba en el suelo.

Entonces pensé en la de problemas que iba a darme y supe que ya había firmado mi sentencia.

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Lo prometido es deuda, así que aquí lo tenéis jejejejjee

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora