XV

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La cena pasó sin mucho interesante que contar, y entonces a la mañana siguiente Gavi se fue.

Nosotras teníamos entrenamientos así que también estábamos ocupadas.

Aixa sin embargo se había ido a Mallorca con Fermín para aprovechar los últimos días de relax que teníamos.

Yo había dado por acabadas mis vacaciones y le había escrito a Tania para que me mandase la rutina de ejercicios que íbamos a tener estos meses.

Empecé a salir a correr estos últimos días intentando cada día superar el récord del día anterior, aunque aquel día empezó a llover de la nada y solté un suspiro.

Estaba lejos de La Masía e iba a mojarme de camino a casa por lo que decidí meterme debajo de un portal a que la lluvia amenizara un poco, aunque iba a ir para largo.

Me asusté cuando una moto frenó delante de mí.

El dueño de la moto se quitó el casco y entonces me miró fijamente.

El chico era castaño, de ojos oscuros y de piel blanca.

– Llueve de manera increíble.– murmuró.

– Si es cierto.– dije yo mientras me apoyaba en la pared.

– Soy Marcos.

– Laia.– respondí.

– ¿Quieres que te lleve a casa?– preguntó.

– No gracias, igual te mojas y no es el plan.– respondí.

– No me supone ningún problema.– dijo.

Lo miré fijamente y entonces empecé a darle vueltas en mi cabeza.

El chico parecía majo, además de que en una moto no iba a poder hacerme nada raro.

– Vale. Llévame a La Masía.

– ¿Cómo?– murmuró entre risas.

– Larga historia.– dije riéndome.

– Vale. Ponte tú el casco.– dijo tendiéndome el casco.

Lo agarré poniéndomelo y entonces me monté tras él.

Era la primera vez que me montaba en una moto y creí que iba a morirme.

No iba muy rápido así que se lo agradecí mentalmente.

Cuando llegamos a La Masía aparcó tras un techo enorme y me deshice del casco mientras me bajaba de esta.

– ¡Dios! Es la primera vez que subo en una moto.– exclamé.

– ¿En serio?– preguntó.

– Sí. Ha estado muy bien, la verdad.

– Me alegra que te haya gustado.– dijo sonriendo.

– Gracias por traerme, ha sido un detalle.– murmuré.

– No me las des.

Nos miramos fijamente y entonces me despedí con la mano mientras caminaba.

Escuché el motor de la moto y luego un grito.

Me giré y le vi acercarse a mí con el móvil en las manos.

– Me darás tu Instagram al menos ¿no?

Sonreí agarrando el móvil y escribí mi nombre en él.

– Gracias de nuevo.– dije.

Él sonrió y entonces tras despedirse, aceleró en la moto y desapareció calle abajo.

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora