XXII

3.6K 183 3
                                    

Las cosas estaban empezando a hacerse complicadas, porque Gavi estaba entrenando y yo hacía lo mismo.

Nuestra entrenadora nos machacaba tanto que la mayoría de veces lo único que me apetecía era tumbarme en la cama y dormir hasta el entrenamiento del día siguiente.

Gavi estaba ocupado con los entrenamientos y las concentraciones con la Selección, así que ahora mismo nos veíamos poco.

Aixa y Fermín se veían de seguido y en parte, les envidiaba. Ella estaba totalmente centrada en su relación con él, y en su carrera deportiva.

– Laia, ¿puedo entrar ya al baño?

Salí de este y miré a Claudia mirarme fijamente.

– ¿Qué pasa?

– Nada, estoy cansada.

– Pues alegra la cara porque los chicos vienen hacia aquí.

– ¿Qué?– solté.

Ella asintió y yo me fui a la habitación para mirarme al espejo. Llevaba el pelo mojado y algo ondulado.

El timbre sonó y me tensé.

Escuché ruido y voces y entonces salí de la habitación para ir a la sala.

Entonces mis ojos se centraron en él.

Gavi me miró fijamente y entonces sonrió acercándose.

– ¿No vas a darme un beso de bienvenida?– preguntó.

Sonreí y me lancé a besar sus labios. Sabían a menta.

Se apartó y me miró sonriendo.

– ¿Me has echado de menos cariño?

– Mucho.– admití.– ¿Qué tal por Estados Unidos?– pregunté sonriendo.

– Bien, ya sabes, eran amistosos, así que no voy a preocuparme mucho.

Asentí mientras acariciaba su hombro. Llevaba puesto unos pantalones cortos negros, sus Nike Dunk Low blancas y negras, una básica blanca y una sobrecamisa negra.

Sin duda algo de lo que más amaba de Gavi, era su manera de vestir. Sabía combinar la ropa y los colores para que quedaran genial puestas. Aunque él podía ponerse una bolsa de basura en la cabeza y seguía quedándole todo bien.

– Vamos a ver una película, ¿os animáis?– preguntó Patricia mirándonos.

– Vale.– dijimos a la vez.

Nos sentamos todos juntos para ver una película y mientras la veíamos, sentía las manos de Gavi acariciar mi pierna en círculos.

La película empezó a ponerse pesada y mis ojos se cerraban automáticamente.

– Eh. Venga, vamos a la cama anda.– murmuró Gavi a mi lado.

Yo refunfuñé por estar quedándome dormida y entonces me levanté medio zombie para ir a mi habitación.

Al llegar me tumbé boca abajo y solté aire.

– ¿A qué hora te dormiste anoche?– preguntó Gavi mirándome.

– A las dos.

– Eso es tarde Laia, tienes que dormir antes, si no vas acumulando sueño y eso es una mierda.

Lo miré sonriendo. Estaba echándome la bronca como si fuera una niña pequeña, pero aún así, se veía monísimo.

– Te queda genial el mullet.– dije mirándole con una sonrisa.

– Gracias cielo.

Se tumbó conmigo y me abracé a él para sentir su cuerpo.

Él se encargó de acariciar mi espalda de arriba a abajo suavemente.

Estar así con él simplemente era la dosis de tranquilidad que necesitaba. No necesitábamos sexo para sentirnos mutuamente.

– ¿Te vas a dormir ya?– preguntó sonriendo.

Lo miré sacándole el dedo y soltó una carcajada.

– Cierra la puerta.– dije.

Él se levantó y tras cerrar la puerta volvió a tumbarse a mi lado.

– He estado pensando mucho en nosotros.– dije.– Ambos estamos muy centrados en nuestras cosas, y no nos estamos dando la importancia que merecemos.

– ¿Laia?

– Las parejas tienen que tenerse el uno al otro siempre, y tú y yo no nos estamos cuidando.

– Soy nuevo en esto, necesito tiempo.– dijo.

– No Gavi. No es tiempo, es sentirlo de verdad. Es algo que tiene que salirnos solos. Solo nos tratamos así cuando nos vemos y nos tenemos frente a frente, pero cuando no estamos juntos, ninguno mira por el otro.– dije.

– ¿Me estás dejando?

– No lo sé Gavi. No lo sé. Lo único que sé es que no quiero un amor a medias.

Me miró y entonces soltó un suspiro.

No había planeado hablar de esto con él ahora, pero en parte necesitaba soltarlo, porque me dolía mucho que solo nos mandásemos cuatro mensajes al día. Ni una llamada, ni nada.

No quería un amor a medias. Ya había tenido de esos y nunca acababan bien.

Y sinceramente, quería hacer las cosas bien con él. Pero no podía hacer las cosas sola. Iba a necesitar de su ayuda, su apoyo, su tiempo.

En una relación no se trataba de dar un 50/50, se trata de que ambos den el cien por cien.

Y ninguno estaba dando eso por el otro.

– Laia, ¿que amor a medias?

– Pues que no quiero nada a medias Gavi. Te quiero a ti, todos los días, a todas horas.

– Sabes que tengo entrenamientos.

– Y yo joder. Pero podemos poner más de nuestra parte para que esto salga adelante.

Él asintió mirándome y lo miré.

– Estoy hablando en serio.– murmuré.

– Lo sé, te estoy escuchando.

Asentí varias veces y entonces llevó una de sus manos a mi cara, para acariciarla con cuidado.

– Vamos a cambiar las cosas. ¿Vale?

Asentí y cerré los ojos dejándome sentir paz con sus caricias.

Unas caricias que podían darme y quitarme vida.

Aquella noche, estuvimos hablando hasta las tantas, contándonos y poniéndonos al día de como nos iba.

Después los chicos vinieron a molestar y a reírse de Gavi por quedarse encerrado en la habitación del hotel uno de los días que estaban con la Selección.

Él dijo que estaba muy tranquilo, aunque los chicos no opinaban lo mismo.

Cuando cada uno se fue a dormir, Gavi y yo nos pusimos el pijama y nos tumbamos en la cama, nos estuvimos riendo viendo tiktok un rato hasta que ya nos entró el sueño y me acurruqué a él buscando calor y sobretodo, ganas de dormir.

Yo seguía despierta cuando él empezó a roncar. Lo miré fijamente pensando en todas las cosas que se nos venían a ambos, y que íbamos a tener que afrontar como un equipo.

Confiaba en que todo saliera bien con él. Que lo que me había prometido, se cumpliera tal y como yo quería.

Aunque supongo que había cantado victoria demasiado pronto.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

upppps 🙂

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora