XXIV

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Después de un par de meses, había conseguido volver a la normalidad, aunque las pesadillas no habían desaparecido.

Había seguido entrenando como siempre y me había concentrado en el campeonato que teníamos, así que se me había pasado el tiempo volando.

Aixa no se había separado ni un solo segundo de mí, y en parte se lo agradecía. Había sido mi pañuelo de lágrimas favorito durante estos últimos tres meses.

– ¿Quieres que me quede contigo durmiendo aquí?– preguntó mirándome.

Teníamos habitaciones separadas en el hotel.

– No, tranquila.

– ¿Segura?

Asentí y entonces Aixa se acercó a mí y besó mi cabeza varias veces.

– Si me necesitas, solo golpea la pared o llámame. ¿Vale?

Asentí sonriéndole y entonces la vi salir por la puerta.

Después me tumbé en la cama y miré el techo fijamente.

Llevaba tres meses sin saber nada de él. Ni un mensaje, ni una llamada. Nada. Es como si nunca hubiera existido, como si no nos hubiésemos conocido. No solía creer en bobadas, pero era cierto eso de que, si no querías ver a alguien, no volvías a verle. Así de fácil. Así de simple.

Los chicos se dejaban caer por nuestro apartamento para pasar tiempo con las chicas, pero no solía verles demasiado. Solía encerrarme en la habitación a llorar o a dormir.

Las pocas veces que he coincidido con ellos, no le han nombrado, ni han preguntado por el tema. Y lo agradecía.

Le había dejado de seguir en todas las redes sociales y había hecho lo mismo con las redes sociales del Barça y la Selección. No quería verle.

No era muy fan del contacto cero. Pero a veces lo necesitas. Sobre todo cuando las cosas acaban de la manera en la que acabamos nosotros.

Mentiría si dijera que no he llorado noches enteras esperando algún mensaje suyo estando borracho.

Pero nada de eso sucedió.

Me levanté y saqué de mi bolso de viaje un atrapasueños que me había regalado Aixa y lo coloqué en el cabecero de la cama.

Me volví a tumbar y cerré los ojos para ver si podía dormir al menos un poco.

Caí rendida.

Aunque a las cuatro me levanté de sopetón, sudando y con lágrimas resbalando por mi cara.

Me levanté de la cama y entonces me fui directamente a la ducha.

Me di una ducha para destensar los músculos y tras salir de la ducha fui a por mi móvil para ponerme algo de música en voz bajita.

Empecé a secarme tarareando canciones hasta que empezó "I miss you, I'm sorry"

"I still love you, I promise
Nothin' happened in the way I wanted
Every corner of this house is haunted
And I know you said that we're not talkin'
But I miss you, I'm sorry"

Agarré mi teléfono y entonces cambié de canción. Me había prometido no llorar hoy, necesitaba tener la mente despejada totalmente para el campeonato.

Tras ponerme algo de ropa cómoda me puse a ver una película en el ordenador hasta que amaneció.

Escuché algo de ruido en el pasillo y me levanté a abrir la puerta.

Vi a Patricia y a Claudia aporreando la puerta de Aixa.

– ¿Has dormido bien?– preguntó Claudia acercándose a mí.

– Como puedo.– respondí.

Ella asintió lentamente y acarició mi espalda de arriba a abajo suavemente.

– ¡AIXA ABRE LA DICHOSA PUERTA!– gritó Patricia aporreando la puerta.

La puerta se abrió y vi a mi mejor amiga frotarse los ojos y mirarnos con el ceño fruncido.

– Joder, no dejáis a una desperezarse tranquila.– dijo.

Cuando las demás se prepararon, Tania vino a buscarnos y entonces fuimos a desayunar algo.

– Laia, come.– murmuró Tania mirando mi plato de tostadas enteras.

– No tengo hambre.– respondí.

– Tienes que comer algo antes del campeonato, vas a perderte la comida de hoy, así que tienes que llevar algo de comida en el estómago.

Solté un suspiro y agarré la tostada para darle un par de mordiscos.

Había bajado de peso considerablemente y a Tania eso no le había gustado un pelo. Había tenido que irme de entrenamientos a la mitad por mareos y desmayos.

Nos montamos en la furgoneta y Tania fue hablando con nosotras mientras íbamos camino al polideportivo.

Al llegar, aparcamos, entramos y buscamos nuestro camerino. Al llegar, nos fuimos preparando y entonces Aixa y yo nos ayudamos mutuamente a hacernos el moño.

– ¿Sabes? Has llegado hasta aquí. Para mí ya has ganado Laia. Disfruta de esto ¿vale? Por una vez, no lo veas como una competición, míralo como algo para desestresarte.

Asentí mirándola y entonces me dio una sonrisa y me abrazó.

Correspondí a su abrazo y cerré los ojos intentando calmar las dudas de mi cabeza.

– Salga lo que salga. Estoy muy orgullosa de ti ¿vale?– murmuró agarrando mis manos.

– Gracias.– murmuré.

– No me las des. Te quiero.– musitó sonriendo.

– Yo también te quiero.– respondí sonriendo.

Después nos nombraron y salimos en orden a la pista.

La música empezó a sonar y empezamos la coreografía.

Todo estaba saliendo de maravilla, tal y como lo habíamos ensayado semanas y meses atrás.

Entonces hice un giro en el sitio y cerré los ojos sintiendo una pequeña molestia.

Aixa hizo su última parte y entonces yo saludé y tras realizar un salto, caí al suelo a la misma vez que las luces se apagaban.

Escuché aplausos y a mis amigas gritar emocionadas.

Yo fui a levantarme y entonces sentí que no podía.

"No no no no no no"

Aixa se acercó a mí para celebrarlo conmigo y su cara cambió al ver la mía.

– ¿Qué pasa?– preguntó agachándose al momento.

– Me he roto.– dije.

– ¿Qué?– murmuró.

– Me he roto.– repetí.

– No te entiendo Laia, no-

– La rodilla...– balbuceé.

Aixa me miró fijamente y se levantó para ir a llamar a Tania.

Supe que habíamos ganado la competición en la sala de esperas de urgencias.

Y al entrar y hacerme un par de pruebas, me dijeron que tenía el ligamento cruzado anterior y el menisco rotos.

Acababan de darme cita para una operación lo más pronto posible.

Pero yo ya no estaba escuchando.

"Se acabó"

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a tomar vientos... je je je

𝐇𝐎𝐖 𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora