3 | LUCY

410 8 0
                                    

Los siguientes seis meses los dediqué a hacer pequeños encargos junto a Giuseppe.

En unas ocasiones debíamos cobrar deudas, en otras, simplemente amenazar y en otras, íbamos a puntos de intercambio para organizar cargamentos de drogas o de mujeres extranjeras para organizar los traslados a los lugares correspondientes.

La peor parte de estos trabajos venía cuando debía sujetar la mano de algunos de eso pobres desgraciados que no podían pagar sus deudas, mientras Giuseppe les cortaba un dedo delante de mí, o ver la cara de esas pobres chicas, algunas de ellas menores de dieciocho años que terminaban siendo obligadas a ser prostituidas o llevadas a la mansión de Tony para ser esclavas sexuales y camareras.

Era horrible, pero con el tiempo, dejé de sentir aprensión y comencé a verlo como algo normal. Era mi día a día y ya no me sorprendía absolutamente nada.

En todo este tiempo, Giuseppe y yo nos hicimos muy buenos amigos. Él era un hombre muy amable, duro y agresivo cuando debía serlo, pero muy amable, que además me enseñó a hablar italiano y que siempre me contaba historias de cuando era joven y vivía con sus padres en la Toscana.

Tony se dio cuenta que mi relación con la organización era cada vez más estrecha y que mi compromiso con ellos era total, así que finalmente, decidió invitarme a comer junto a él y sus hombres de confianza, así que ese día tuve que inventarme una escusa con mi amigo Alex para salir temprano de la universidad y regresar a casa para que Giuseppe viniera a recogerme.

Al llegar a la mansión, Tony me recibió como a uno más de sus socios. Me hizo sentir importante, aunque yo no vestía un traje italiano caro como los demás, más bien iba con mis vaqueros de mercadillo y una camisa blanca de esas que solo me pongo los viernes por la noche para salir con Alex de cacería.

-Te veo bien, Jack... ¿Estás nervioso por tu primera reunión? - Dijo Tony abriendo sus brazos ante mí.

-Bueno... Me siento algo raro, pero me alegra que me hayas invitado. - Respondí claramente nervioso mientras recibía su abrazo.

-Hoy vas a disfrutar de una agradable comida y además te voy a proponer una misión que saldará tu deuda por completo - Dijo Tony sonriendo mientras me agarraba de los hombros y me zarandeaba.

-¿En... En serio? - Balbuceé

-Claro que sí... Giuseppe está encantado contigo y dice que tienes un futuro prometedor con nosotros - Continuó soltándome de sus brazos. -¡Ven, te voy a presentar al resto de socios!

Giuseppe, Tony y yo entramos en el recibidor. Allí había varios hombres charlando en grupos y tomando copas que aquellas camareras servían mientras se paseaban semi-desnudas en aquellos trajes de látex por todo el hall.

Durante unos minutos más, mientras llegaban los últimos invitados, Giuseppe y Tony me presentaron a todos los socios de la organización. Entre ellos había familiares y amigos de Tony, muchos de ellos jóvenes, tanto que había algunos como Marco que aún era menor de edad. Me sorprendió que entre ellos no había ninguna mujer. Se me ocurrió preguntarle a Giuseppe por ello, pero se rio y simplemente se limitó a decirme que a estas reuniones no estaba permitido traer a las esposas, además ellas preferían dedicar el tiempo gastando el dinero de sus esposos. Según me dijo Giuseppe eso en una relación es lo que se llama un "Quid pro quo", para terminar riendo.

-¡Señores, el comedor está listo! - Gritó Tony dando una palmada y señalando el pasillo que llevaba al gran salón.

Al llegar al salón, Tony se sentó en uno de los extremos de la mesa que tenía espacio para más de veinte personas.

Cada uno de los socios se sentó en su lugar. Yo no sabía dónde sentarme, pero Giuseppe que siempre estaba atento a mí me llevo a mi lugar.

Al ser el nuevo en el grupo mi lugar era al extremo contrario de Tony, mientras que Giuseppe, al ser su hombre de confianza, debía sentarse a su derecha.

Cómo me convertí en JackelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora