Pasé varios días postrado en la cama sin poder moverme de allí por estar conectado a todas esas máquinas.
Cada pocas horas pasaba una enfermera para ayudarme a orinar o limpiar el pañal que llevaba siempre puesto para hacer mis necesidades.
Aquella enfermera también lavaba mi cuerpo con una toalla húmeda durante ese tiempo en el que debía recuperarme.
Todos los días pasaba aquel médico para controlar que todo estaba bien conmigo y sin apenas decir nada, tomaba unas notas y tan rápido como venía, se iba para dejarme solo de nuevo.
Fueron unos días agónicos para mi, estuve entubado y conectado a un respirador por lo que tampoco podía hablar.
Ya me encontraba mucho mejor y mi cuerpo, aunque muy entumecido por pasar tanto tiempo sobre la cama, ya se podía mover con facilidad e incluso tuve la tentación de llevar mis manos a esos pechos que me habían puesto contra mi voluntad.
Aquel día el doctor llegó a la habitación acompañado de aquella enfermera que me cuidó durante este tiempo.
- Buenos días Jackeline - Saludó sonriente - Tengo muy buenas noticias para ti - Continuó mientras la enfermera comenzaba a retirar los parches conectados a mi cuerpo - Hoy vamos a darte el alta - Sonrió.
Mis ojos se abrieron abruptamente, estaba deseando poder moverme por fin, pero estaba tremendamente asustado al saber que ese era el día en que iba a tener que enfrentarme a la imagen de mi cuerpo y sentir por primera vez el efecto de la gravedad en esos pechos femeninos.
-No te asustes, voy a retirarte el tubo de tu boca - Dijo mientras se acercaba y ponía su mano sobre el tubo.
De repente el médico dio un fuerte tirón para sacar aquel largo tubo y comencé a toser.
Me sorprendí al notar que mi tos no era como antes, ahora los sonidos que salían de mi boca eran más agudos y sentía cómo mi garganta se rasgaba, como si estuviera excesivamente seca.
- Toma un poco de agua - Dijo el doctor previniendo lo que iba a sentir y acercándome un vaso de agua.
El Médico puso el vaso sobre mi boca y mientras me incorporaba poco a poco noté cómo esos pechos caían con todo su peso hacía abajo, haciéndome sentir tremendamente incómodo.
Traté de no pensar en eso, así que comencé a beber agua lentamente para intentar recuperar el habla y poder preguntar al doctor.
- ¿Por... qué...? - Traté de preguntar, pero me detuve de inmediato al oír mi voz.
Ahora mi voz tenía un timbre muy distinto, tal como me advirtió Igor, ahora era mucho más suave y aguda, como la de una mujer.
Asustado miré con tristeza al doctor y mientras sujetaba el vaso con una de mis manos, temblando, llevé la otra a mi garganta.
-Es normal que te sorprenda tu nueva voz, es la primera vez que la escuchas, pero pronto te acostumbrarás. - Dijo amablemente con una sonrisa mientras la enfermera terminaba de desconectarme definitivamente y liberándome de aquellos cables.
-¿Por... Qué me habéis... Hecho esto? - Pregunté con gran dificultad aún sorprendido por mí nueva voz.
-Ya te lo expliqué, es el destino que han deseado para ti los señores Shevchenko, es mejor esto que morir, te lo aseguro, es mucho más digno para ti, y ahora tendrás una segunda oportunidad para ser mejor persona - Explicó el doctor mientras cogía mi vaso de agua para dejarlo de nuevo en la mesita.
Bajé mi mirada y con gran temor y tristeza comencé a ver esa nueva imagen de mis abultados pechos ante mí.
El doctor se sentó en la cama a mi lado y la enfermera cogió una libreta.
- Ahora no te muevas, debo palpar tus senos para ver si hay alguna anomalía en la prótesis. - Dijo el doctor mientras colocaba sus manos protegidas por unos guantes de látex de color azul bajo esas grandes tetas que colgaban donde antes había unos definidos pectorales de hombre.
El doctor comenzó a hablar en ruso, o eso me pareció, mientras la enfermera tomaba notas de sus indicaciones mientras yo, sorprendido, no podía dejar de mirar cómo aquel médico tocaba esos pechos, sin que yo pudiera hacer absolutamente nada.
Fue una sensación tan extraña como horrible sentir cómo aquel médico subía y bajaba esos pechos, como los acariciaba y como los apretaba para comprobar que todo estuviera bien.
No pude evitar soltar un par de lágrimas de resignación al sentirme tan vulnerable.
- Todo está muy bien Jackeline, tus pechos están en perfectas condiciones. - Dijo el doctor mientras se ponía en pie de nuevo.
-¿No podéis quitármelos? Haré todo lo que me pidáis... - Pregunté desesperado.
-Eso es imposible, para retirar unos implantes mamarios deben pasar meses y aún así, en tu caso será difícil que puedas recuperar un pecho masculino. - Sonrió el doctor mientras retiraba sus guantes y recogía todos los aparatos.
-¿No podré regresar a la normalidad? ¿No podré recuperar tampoco mi voz? - Pregunté alterado.
- ¿Tú voz? Eso es imposible... Ya te dije que lo mejor que puedes hacer es asumir tu nueva realidad y aprovechar esta nueva oportunidad de vivir que te hemos regalado.
-Entonces... ¿También me quitaréis mi pene, como a Alex? - Bajé la mirada hacía mi zona íntima totalmente abrumado.
-De momento acostúmbrate a estos cambios y cumple con las tareas para demostrar que estás agradecida con la nueva oportunidad que tienes ante ti... - Dijo el doctor mientras terminaba de recoger sus aparatos para dirigirse hacia el pasillo de la habitación.
-¡Doctor! - Exclamé para hacer que se diera la vuelta antes de salir - ¿Qué me pasará si no cumplo con sus planes?
-Eres una chica inteligente y sabes que eso no te conviene.
-¿Me matarán? - Pregunté con tristeza.
-Si hubieran querido matarte ya lo hubieran hecho, y tú mejor que nadie, sabes que hay cosas mucho peores que la muerte... Mi consejo es que comiences a vivir y verte como una mujer y aceptes tu destino cuanto antes, solo así saldrás adelante y todo este proceso será menos doloroso...
Mordí mis labios ligeramente tratando de asumir las palabras de aquel amable médico.
-Gracias por todo, doctor... - Dije con la mirada baja, totalmente avergonzado.
-Nos vemos, Jackeline - Concluyó el doctor para terminar saliendo por la puerta junto a la enfermera.
Cerré los ojos unos segundos mientras escuchaba cómo la puerta de la habitación se cerraba de nuevo para quedarme solo sentado sobre la cama.
La tristeza y la pesadumbre me invadían haciéndome sentir pequeño e insignificante.
Durante un buen rato me quedé ahí, sentado sobre la cama, con los ojos cerrados, tratando de respirar hondo y hacerme a la idea de esta nueva situación para mi.
Por mi mente no dejaron de pasar imágenes de cómo era mi vida antes de ser secuestrado y traicionado por Alexa, cómo un hombre que había sido capaz de escalar en apenas un año en la mafia italiana hasta ser el hombre de confianza de Tony Calabresi, ahora se encontraba totalmente humillado viendo como su mayor enemigo le había puesto pechos de mujer en un cuerpo de hombre.
Me sentía tremendamente humillado, pero era el momento de tomar una decisión, debía elegir si seguir los planes de Igor y Alexa o desobedecer hasta el agotar todas mis opciones.
Las palabras de aquel médico, aunque mi deseo era mantener mi rebeldía, me hicieron pensar que tal vez, lo mejor, era rendirme y cumplir con las tareas, aunque solo fuera por sobrevivir y esperar una oportunidad que me permitiera huir de aquel lugar...
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Cómo me convertí en Jackeline
Fiction généraleJack era un joven estudiante que, de un día para otro, por culpa de su padre, se metió en un gran lío en el que, para salir, deberá traicionar a su mejor amigo, y a partir de ese momento todo se complicará...