24 | CAMBIO DE RUMBO

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Los siguientes días fueron muy difíciles para mi, tuve que seguir el juego de aquellos depravados y continuar vistiéndome de mujer cada día cumpliendo con todas la tareas que me indicaban a través de los vídeos.

A medida que pasaba el tiempo, noté cómo mi cuerpo cambiaba. Mi pelo comenzó a crecer sin parar a un ritmo tan rápido que en apenas dos semanas ya llegaba hasta mis hombros y era necesario peinarlo y cuidarlo siguiendo los pasos de los vídeos, e incluso en ocasiones me veía obligado a ponerme diademas con lacitos o coleteros para mantenerlo bajo control. 

También noté cómo mi cuerpo cambiaba poco a poco. Mi peso cada vez era menor o al menos eso me parecía. Mi musculatura era cada vez más escasa y a medida que pasaba el tiempo mi cuerpo parecía más el de una mujer transexual que se hormonaba, incluso, mi grasa corporal comenzó a cambiar y noté como mis caderas comenzaron a ensancharse ligeramente. Por algún motivo, sabía que toda la comida que ingería tenía algún tipo de medicamento con hormonas que facilitaban estos cambios, aunque mi aspecto físico, salvo por mis grandes pechos, aún seguían siendo el de un hombre cada vez más femenino.

Me encontraba en un profundo estado depresivo, cumplía todas las tareas con la esperanza de encontrar un pequeño error de seguridad en aquella organización para tratar de escapar de aquel lugar, pero en todo este tiempo no encontré ningún resquicio.

Durante las mañanas solía hacer deporte en la sala multifunción. El deporte que hacía siempre tenía que ver con ejercicios femeninos como baile, yoga o cinta de correr. A pesar de todo me vino bien cambiar la rutina y volver a sentirme fuerte al hacer ejercicio, pero sabía que no tenía opción a hacer deportes masculinos y eso era tremendamente frustrante para mi.

Las tardes comenzaron a ser diferentes también, en algunas ocasiones tenía que aprender a caminar con tacones siguiendo los pasos de algunos vídeos y en otras ocasiones debía aprender a utilizar todo tipo de elementos de maquillaje, además de aprender a hacerme distintos tipos de peinados, así como a hacerme la manicura y la pedicura para tener siempre mis uñas, que ya estaban muy largas, siempre arregladas y con un aspecto claramente femenino.

Cada tres días, por las tardes, podía acceder a la sala multifunción y disfrutar de una tarde de sexo con Erika mientras llevaba un bikini. En este tiempo mi pene, seguramente debido al efecto de las hormonas que me estaban obligando a tomar, comenzó a verse algo más pequeño y cada vez me resultaba más difícil mantenerlo erguido, por lo que Erika dejó de meterlo en su vagina para simplemente chuparlo, lo cual me dejaba en un tremendo ridículo, ya que las otras chicas trans, podían sin problema seguir penetrando a sus acompañantes.

Lo único positivo de todo esto es que cada vez me costaba más terminar y podía disfrutar del placer que me daba la boca de Erika, hasta el punto que ya no necesitaba concentrarme durante las noches de fiesta especial en las que cada vez que participaba en las ruletas, siempre ganaba ya que me resultaba muy difícil poner mi pene duro y terminar.

Yo seguía sintiéndome como un hombre y no quería tener que verme obligado a ponerme de rodillas ante el pene de ninguna de esas chicas trans, por lo que de alguna manera, al saber que cada vez me costaba más correrme, me hacía sentir bien y lo agradecía, así que aunque sabía que me estaban obligando a tomar hormonas, acepté seguir ese juego, para no tener que meterme un pene en la boca.

Los días de fiesta normal, en aquella sala, me sirvieron para comenzar una fuerte relación de amistad junto a Erika. Ella era la única persona en aquel lugar que hablaba y se relacionaba conmigo, ninguna de las otras chicas se acercaba a mi si no era para tener sexo los días que participábamos en la ruleta y por tanto solo Erika era la única persona con la que podía hablar y contarle cómo me sentía en ese lugar.

Cómo me convertí en JackelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora