17 | HAMBRIENTO

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La siesta terminó cuando la luz de aquella habitación comenzó a iluminar el lugar.

Desperté y tan solo unos segundos después de hacerlo, la pantalla se encendió para mostrar un nuevo vídeo donde la chica, de nuevo iba al armario para coger un vestido de fiesta rojo con lentejuelas, unos zapatos de tacón rojos y nueva ropa interior provocativa y después de darse una ducha salió para comenzar a vestirse y acto seguido comenzar a maquillarse mostrando lentamente todos los pasos a seguir, para terminar eligiendo un bolso negro de fiesta y después de sacar una llave de su interior, fue a la puerta del pasillo frente al baño para entrar en lo que parecía un restaurante y sentarse para comenzar a cenar.

-¡Una polla, voy a maquillarme! - Dije enfadado.

El vídeo, nuevamente, comenzó en un bucle con un contador que indicaba que disponía de tres horas para ejecutar todas esas tareas.

Después de comerme aquella hamburguesa, no tenía hambre así que podía permitirme el lujo de aguantar hasta el día siguiente sin obedecer.

En lugar de seguir las instrucciones del vídeo, decidí comenzar a hacer algo de ejercicio en el suelo de la habitación.

Comencé a hacer flexiones, pero cuando iba por la segunda, de pronto, la luz de la habitación bajó por completo y comenzó a sonar de nuevo aquel sonido estridente y molesto que sonó en el baño al intentar mear de pie.

Claramente, no iban a permitirme tomar decisiones por mi cuenta, no iban a dejar que pudiera seguir entrenando mis músculos.

-Me tenéis miedo ¿Eh? - Dije mostrando una sonrisa nerviosa. - Está bien, pero no vais a conseguir que me maquille, eso sí que no...

Decidí darme una ducha y para evitar tener que sentarme y verme humillado en aquel retrete, opté por mear en la ducha y así, de alguna manera, gané a los que me vigilaban.

Resultaba tremendamente extraño enjabonar mi cuerpo y notar la suavidad de mi piel completamente depilada. Esa sensación me hacia sentir vulnerable y débil y aunque mi físico seguía siendo el de un hombre, al mirarme en el espejo no podía evitar verme como uno de esos mariquitas que se avergüenzan de su hombría. Era horrible e inevitable sentirme mal.

Sequé mi cuerpo con una de esas toallas, la enrollé en mi cintura y salí del baño para acostarme sobre la cama y dejar pasar el tiempo mientras veía aquel vídeo en bucle una y otra vez.

Finalmente la cuenta atrás llegó a cero y al hacerlo el vídeo terminó y la pantalla mostró un cartel que indicaba que no había superado aquella prueba.

Esperé que hubiera de nuevo represalias como el cambio de temperatura que se apagará la luz o algún sonido molesto por mi rebeldía, pero no ocurrió absolutamente nada.

Al final del vídeo, la chica abría la puerta frente al baño con una llave que había en su bolso. Automáticamente me dirigí al armario y comencé a buscar entre todos los bolsos, hasta que en el interior de uno de ellos encontré la llave.

Con la llave en la mano, poco a poco me dirigí hasta esa extraña puerta y metí la llave en su interior, giré la llave pero la puerta se mantuvo cerrada. Era imposible abrirla. A pesar de abrirse con la llave, de alguna manera la habían bloqueado para castigarme sin cena por no cumplir con la tarea.

Resignado, volví hasta la cama y lancé la llave sobre la mesita para acostarme de nuevo.

De repente, la ventana que había en la pared sobre la mesa se abrió para mi sorpresa y mostró una bandeja con mi cena.

-¿Qué? - Me sorprendí en voz alta mientras me levantaba para ir a recoger mi cena.

Mi cena constaba de un plato de pescado con salsa y verduras y una ensalada césar, todo ello acompañado con una botella de agua y una manzana de postre. No era una cena tan apetecible como la que aparecía en la sala misteriosa con la chica en el vídeo, pero al menos era algo con lo que podía saciar mi hambre.

Me senté en la silla y comencé a saborear el pescado y la ensalada, hasta que finalmente terminé de comer y mientras guardaba los platos vacíos de nuevo en aquella ventana erupté y de nuevo me fui a la cama esperando que de nuevo me pusieran en pantalla un vídeo porno para hacerme otra paja.

Tal como esperaba, la pantalla se encendió, pero en lugar de mostrar una escena porno se mostraba una especie de cocina. De repente sobre la encimera una mano colocó el bol de ensalada que acaba de cenar y junto a él el plato de pescado con salsa.

-¿Qué cojones...? - Dije extrañado al ver mi comida en la pantalla.

De repente, ante aquellos platos aparecieron cuatro penes que comenzaban a ser masturbados sobre mi comida.

-¡No me jodas! - Exclamé sorprendido con la boca abierta y los ojos como platos.

En muy poco tiempo aquellos penes comenzaron a eyacular sobre la comida y acto seguido se retiraban para que de nuevo apareciera una mano con una cuchara que comenzó a remover la salsa mezclada con el semen para evitar que se viera a simple vista.

-¡No puede ser! - Dije sintiendo ganas de vomitar mientras veía cómo finalmente esos platos eran colocados en la bandeja para ser introducidos en la ventana que supuestamente daba a mi habitación.

Al ver esas imágenes, no pude evitarlo, y sabiendo que había comido semen, me levanté rápido y corriendo me fui al baño a vomitar.

-¡Hijos de puta! - Exclamé enfadado con la cabeza metida en el váter mientras escupía y trataba de recomponerme después de esa sensación de malestar.

Regresé unos minutos después completamente desnudo. Al bajar de la cama, la toalla cayó al suelo, así que la recogí y mientras volvía a enrollarla a mi cintura, con gran enfado volví a levantar la cabeza para retar de nuevo a Igor y aquellos que jugaban conmigo en aquel lugar.

-¡Sois unos cobardes! - Grité - ¡Enfrentaros a mí, si tenéis cojones! - Dije alzando mi puño para volverme a acostar con un gran fuerte malestar en la tripa.

Unos minutos después de acostarme en la cama, la pantalla se encendió y como había ocurrido a la hora del desayuno y después de comer, se comenzó a reproducir un vídeo porno para invitarme a hacerme una paja.

-Poned lo que queráis, no pienso seguiros el juego, se acabó... - Dije resignado, mientras la película empezaba y se escuchaba a todo volumen los sonidos obscenos que hacía aquella chica de grandes pechos al tener una polla en su boca.

El vídeo se reprodujo en bucle una y otra vez, durante horas, mientras yo me tapaba bajo las sábanas de aquella cama y trataba de ignorar lo que ocurría en aquel vídeo.

Finalmente el vídeo dejó de reproducirse y sonar a todo volumen. De nuevo la habitación se llenó de paz y las luces se apagaron para, al fin dejarme dormir.

Había tomado una decisión extrema. No podía fiarme de esa gente y no iba a comer. Me daba igual morir de hambre, si era necesario, con tal de no dejarme llevar por los malvados planes de Igor, Alexa y su séquito de enfermos mentales.

Durante una semana, me negué a aceptar ningún plato de comida o bebida que llegara por aquella ventana.

Aquella semana fue muy dura para mí y durante ese tiempo perdí mucho peso y sobre todo, había perdido la fuerza. Estaba completamente desnutrido y lo único que entraba en mi cuerpo era el agua que bebía directamente del lavabo.

Me negué por completo a hacer ninguna de las tareas, no me volví a poner ninguna de aquellas prendas de ropa.

Después de ocho días sin comer y a penas sin poder dormir por el hambre, después de darme una ducha, note cómo mis piernas comenzaban a temblar y cómo mi cuerpo comenzó a desvanecerse hasta caer al suelo, perdiendo así el conocimiento.

© Copyright 2024 Ellen Fox. Todos los derechos reservados.

Cómo me convertí en JackelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora