48 | ESCLAVA

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Cuando desperté a la mañana siguiente, me encontraba tumbada en una cama mucho más cómoda, en una habitación decorada en tonos rosas, con papel de flores en las paredes y un ventanal que iluminaba toda la estancia.

Miré a mi costado izquierdo y Lucy estaba sentada a mi lado, sonriente, y al verme despertar, se puso en pie y se acercó a mi.

-Ya estás despierta... ¿Cómo te encuentras? - Dijo agarrándome de la mano - ¿Sientes dolor?

-Mmm... No... No... Señora... - Respondí aún renqueante por la sedación.

-Bien... De ahora en adelante esta será tu habitación, dormirás aquí siempre que sea necesario y deberás ponerte la ropa que yo te ordene para cada ocasión. Aquí tienes un gran vestidor donde tendrás toda la ropa que necesitarás para servirme como es debido y tras esa puerta tienes un baño completo donde podrás ponerte guapa para mí - Dijo señalando las distintas partes de aquella gran habitación que, de algún modo, me recordaba a la del laboratorio de Alexa.

Mientras ella me explicaba, y aunque mi cuerpo estaba metido bajo unas suaves sábanas, no podía evitar mirar hacia abajo sabiendo que en mi entrepierna ya no estaban mis testículos masculinos, aunque por otro lado, tenía la esperanza de que todo fuera un mal sueño.

-Para hoy quiero que te pongas este vestido de sirvienta. No hace falta que te pongas braguitas, quiero que tu castración se cure correctamente, por lo que es mejor que tengas tu entrepierna al descubierto ¿Está claro, Sarah? - Dijo Lucy mientras sacaba de un armario repleto de vestidos de sirvienta, disfraces y ropa provocativa, un traje de maid francesa en color negro, falda corta y delantal de encaje junto a una cofia.

-Sí... mi... señora... - Respondí con resignación al ver cómo colocaba aquella ropa sobre la cama.

-Muy bien... Ponte tus prendas, unos tacones y medias a juego, maquíllate de forma adecuada y en media hora quiero que bajes al salón, allí te diré cuáles son tus tareas - Terminó con seriedad para salir por la puerta, sin siquiera mirarme a la cara.

A un costado de la cama vi que había un espejo, así que retiré las sábanas y descubrí que llevaba un camisón liso de hospital. Tumbada y con mis grandes pechos frente a mí no podía ver bien mi entrepierna, así que con alguna molestia, tomé aire y salí de la cama para ponerme en pie.

Sentía que mis piernas estaban entumecidas y débiles, así que me apoyé en la mesita y poco a poco me acerqué hasta el espejo para ponerme erguida y levantar mi camisón para recibir el primer choque al ver mi entrepierna.

Al levantar la falda del camisón, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi pene estaba completamente flácido y bajo él no había nada más.

Unas pocas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y con una mano levanté mi pequeño miembro para ver cómo donde antes estaban mis testículos, ahora no había nada, salvo una pequeña cicatriz casi curada del todo y la piel de lo que antes era mi bolsa escrotal totalmente estirada. Toqué la zona con tristeza, pero al sentir el vacío, de nuevo me estremecí y totalmente decepcionada y abrumada, bajé mi falda al descubrir que lo que me había hecho Lucy, no era una pesadilla si no una realidad que debía afrontar de un modo u otro.

No quería enfadar a Lucy, sabía que no me convenía, quién sabe qué maldades más podría hacerme, así que me acerqué a la cama y tomé mi vestido. Me lo puse, sin ponerme ropa interior, tal como ella me pidió. Me puse unas medias blancas opacas que había en el cajón de la mesita y me puse unos tacones altos negros que había en el armario.

No quise ni mirarme en el espejo, no quería sentirme más ridícula, ni castigarme más, así que sin pensarlo dos veces, fui al baño, donde tenía un gran set de maquillaje y comencé a arreglarme. Me puse sombra de ojos, máscara de pestañas y labial rojo y una vez terminé, peiné mi pelo, que estaba alborotado, salí de nuevo a la habitación, me puse la cofia en la cabeza y después de respirar hondo, con mucho temor al no saber qué me esperaba al otro lado, abrí la puerta.

Cómo me convertí en JackelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora