veinticinco

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Septiembre, 2023

—Dale, abrilo ya, nena. Me estás poniendo re nervioso.

—Tengo unas expectativas muy altas con este regalo, Vogrincic —dije, sentada en la cama mientras Enzo seguía sosteniendo la bolsa delante de mí—. Recuerda que yo te regalé a Adam Driver, tu amor platónico.

—Me regalaste una trompeta.

—Que Adam Driver había tocado y firmado. Te puso que eras su amigo y que te enviaba mucho amor. Sé que fue el mejor regalo del mundo.

Era el segundo cumpleaños que celebraba con Enzo, y creo que sobra decir que ya se había convertido en una competición de quién le hacía a quién el mejor regalo de cumpleaños. Básicamente esa era la base de nuestra relación, si me lo preguntabais a mí. Porque yo tenía que ganar cada año, desde luego. Iba a regalarle la jodida luna si era necesario, pero yo iba a ganar.

—Aris, te juro que si no lo abrís ya...

La callé con un beso mientras le quitaba la pequeña bolsa de plástico rígido de las manos. Sonreí y empecé a deshacer el lazo que la mantenía cerrada. Dentro, había un sobre blanco sellado.

—A ver, a ver...

Abrí el sobre con cuidado y saqué dos tiras de papel.

—Front Floor, jueves 30 de mayo 2024, 19:00H, Estadio Santiago Bernabéu, Madrid, España. The Eras... ¡Tour! —grité, dándome cuenta de lo que era—. ¡Taylor Swift!

—Es el paquete VIP 1—me explicó, señalándomelo en el papel—. Juani me dijo que era el mejor.

—¿¡Voy a ir a ver a Taylor Swift!?

—Conmigo.

—¿¡Vamos a ir a ver a Taylor Swift!?

—¿Te gusta?

—¡Vamos a ir a ver a Taylor Swift!

Me tiré encima de él, aplastándole contra el colchón mientras chillaba como una loca.

—¡Enzo, me has regalado a Taylor! ¿Quién te lo ha chivado?

—Juani —dijo, mientras yo le llenaba la cara de besos.

—Tengo que darle un beso a Juanette la próxima vez que le vea.

—Pero uno chiquito —me dijo, estrujándome los mofletes—. Estos son míos —me dio un pico y luego otro y luego otros diez.

—Está muy reñido este año con los regalos —le dije, quedándome tumbada encima suyo—. El año pasado tú fuiste el ganador indiscutible, pero ahora mismo no sé qué decir.

—Esperá, creo que tengo algo más... —dijo, remoloneando.

Se estiró para alcanzar el móvil de la mesilla, lo desbloqueó y entró en la galería de fotos.

—Vas a tener que cambiar el fondo de pantalla cuando vayamos a Venecia este miércoles —comenté al fijarme que la foto que nos saqué en mi cumpleaños el año pasado en su casa, el selfi con su cámara, seguía siendo el fondo tanto para la pantalla principal como la de bloqueo—. Yo también tengo que cambiar las mías.

—No creo que se den cuenta de eso —dijo, mientras seguía deslizando el dedo por la pantalla.

—Laia me dijo que por si acaso lo hagamos. Así es como se ha confirmado lo de Kyle y Timothée.

—Aún no empezamos y ya estoy harto de todo eso... Acá está.

Levantó el móvil sobre nuestras caras para que pudiésemos verlo los dos. La pantalla estaba en negro.

hielo y sal | enzo vogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora