Otra vez tú

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Las gradas del Santiago Bernabéu vibraban con la intensidad de la mañana, pero Ana, a pesar de su voluntad, se veía opacada por la fiebre que la agobiaba. Se aferraba a su deber, colaborando con los técnicos desde un rincón de las gradas. Entre la multitud, un moreno misterioso le dirigía persistentes sonrisas, aunque la neblina de su malestar le impedía descifrar la identidad de este enigmático admirador.

En el campo, Jude, el futbolista con el que Ana se cruzó el día anterior, compartía con su compañero Vini las sorprendentes interacciones con la misteriosa chica. Mientras los jugadores se entregaban al entrenamiento, Jude señaló hacia Ana en las gradas, narrando las enigmáticas miradas y sonrisas que lo intrigaban.

Vini, entre risas y comentarios jocosos, sugirió que quizás había algo más que casualidad en el encuentro entre Jude y Ana. Entre tanto, Ana, desorientada y luchando contra la fiebre, se desplomó en las gradas, dando un giro repentino a la trama.

Jude, alertado por la situación, corrió hacia Ana, con Vini a su lado. La tensión creció en el aire mientras Jude llegaba hasta la joven, cuyo rostro pálido reflejaba su malestar. El público observaba en silencio, desconcertado por el giro inesperado de los acontecimientos.

Jude: (preocupado) Ana, ¿estás bien?

Ana, entreabriendo los ojos, asintió débilmente. La fiebre le había jugado una mala pasada, y la situación se volvía más compleja con la presencia de los jugadores del Real Madrid.

Jude: (decidido) Vini, acompáñame a llevarla a la enfermería.

Mientras llevaban a Ana hacia la enfermería, el ambiente estaba cargado de expectación. En un rincón apartado del Santiago Bernabéu, Jude y Vini dialogaban sobre la situación, tratando de entender la conexión inexplicable entre Jude y Ana.

Vini: (entre risas) Parece que el destino juega sus cartas en el campo y en el corazón, ¿no crees?

Jude: (serio) Es extraño, pero algo me dice que esto va más allá de la casualidad.

En la enfermería, el médico confirmó que Ana tenía fiebre y le recomendó descansar. Jude, sin dudarlo, ofreció llevarla a casa.

Jude: No te preocupes, Ana, yo la llevo. ¿Dónde vives?

Ana: (dudando) No quiero ser una molestia, Jude.

Jude: (sonriendo) No lo eres. Además, siempre es bueno ayudar a una nueva compañera.

El trayecto hacia la casa de Ana se convirtió en una oportunidad para conversar más personalmente. Entre risas y anécdotas, la tensión inicial entre ellos se diluía, revelando la complicidad emergente entre ambos.

Jude: (con genuino interés) Cuídate mucho, Ana. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Ana, sorprendida por la consideración de Jude, le agradeció con una sonrisa. En los días siguientes, la relación entre Jude y Ana se profundizó a través de mensajes amigables. La dinámica entre ellos, lejos de ser solo profesional, se teñía de complicidad y cuidado.

Los días transcurrían, y Jude y Ana mantenían una relación peculiar, llena de risas y pequeñas bromas. La tensión inicial se transformaba en un juego amistoso, revelando la conexión única que compartían.

Jude: (bromeando) ¿Sigues en pie, Ana? Recuerda que te dije que tenías que cuidarte.

Ana: (riéndose) No subestimes mi resistencia, Bellingham. Pero gracias por la preocupación.

Entre risas y cuidados inesperados, Jude y Ana descubrían que la historia que se tejía entre ellos iba más allá de lo esperado.

La tarde caía sobre Madrid mientras Jude y Vinícius disfrutaban de una sesión de videojuegos en casa de Juan.

jude bellingham?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora