Capítulo 37 ½

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«Cuando dos se quieren parece adivinarse el pensamiento.» El juguete rabioso, Roberto Arlt 


La temperatura in crescendo de la tarde temprana. El bullicio de los espectadores que se aglomeran alrededor de la cancha de fútbol.

Poco a poco, en las gradas escasea la disponibilidad. La final del último torneo interescolar antes del receso de verano atrajo bastante más gente de la esperada desde que se anunciaron a los equipos competidores, por eso los deportistas tenían un número de entradas máximas para vender a sus familiares y amigos.

—¡VAMOS, MOTOMIYA!

—Silencio, Sayo, ¿no ves que todavía no entran? —Sai golpea a su gemela en el costado cuando esta grita de pie, formando una especie de altavoz con las dos manos alrededor de su boca.

Al lado de las dos Yamamoto, Cody intenta hacerse pequeño en su asiento, pero la llegada de Yolei lo obliga a dar un respingo que endereza su espalda.

—¡¡DAVIS, MÁS TE VALE QUE GANES O TE MATARÉ!!

La chica está convencida de que, si imita a la compañera de Cody, Daisuke podrá oírla desde su posición en el campo, debajo de las gradas. Y tiene razón, porque en cuanto la estruendosa voz de Yolei llega a oídos de su amigo, este se levanta del banco y mira en su dirección, buscándola.

Desde el césped, Davis contempla a sus amigos: las dos niñas idénticas que saludan tímidamente con una mano, Cody con el rostro completamente enrojecido de la vergüenza por culpa de Yolei que lo acorrala desde la derecha. Al lado de la Heredera de la Inocencia y el Amor, su novio, Ken, que también parece querer ocultar la relación que tiene con Inoue. En las gradas inmediatamente superiores a ellos cinco, el idiota de Takeru, custodiado por su hermano y por Tai cuales guardaespaldas. Curiosamente también los acompaña Jō, y finalmente dos melenas pelirrojas cierran aquella especie de desfile.

El propietario del D-3 azul termina de barrer los asientos, pero no encuentra en ningún sitio a su familia. Con la amargura en la boca, cierra los puños, dedica un movimiento breve de manos a sus amigos y vuelve a sentarse, solo para comenzar a morderse el labio inferior.

Es su último partido escolar en Japón y ni siquiera su madre ha ido a verlo, cosa que nunca pensó que le decepcionaría.

Algunos minutos después, cuando ya todo el mundo está quieto en su asiento, una bocina estruendosa satura los altavoces, y una voz masculina de presentador da inicio al encuentro.

Primero, el equipo rival, de camiseta negra con amarillo, invita a sus animadoras a la cancha, que forman una pirámide humana y luego, una a una, se lanzan hacia atrás realizando giros en el aire. Después es el turno de la escuela de Odaiba quienes, como de costumbre, lanzan a Abe al cielo y luego la atrapan entre el colchón de brazos para dejarla cuidadosamente en el suelo. Posteriormente, comienza el partido y Davis se obliga a comenzar a prestar atención.

• • •

—Vamos, baja a defender, ¡baja a defender!

A pesar de que Tai es perfectamente consciente de que Davis es incapaz de oírlo, no puede evitar dar indicaciones como si él mismo fuera el director del equipo.

—Oye, si tanto te molesta, ve y juega tú por él. —Yamato ya no soporta las quejas del castaño. Han pasado ya casi tres cuartos del primer tiempo y ninguno de los dos equipos ha anotado aún puntos, aunque ha habido tres situaciones de gol que ambos arqueros han sabido defender perfectamente

Sentado en la tarima de madera, Yagami se percata de que Davis no está al cien por cierto en el juego, lo que ha supuesto peligro para su equipo en la cancha más de una vez.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad II: El reino de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora