Capítulo 7: ¿Dejar de huir?

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«Estamos muy acostumbrados a huir de la realidad y somos muy predecibles. Si algo nos disgusta, golpeamos a alguien o nos castigamos a nosotros mismos. Queremos sentir seguridad y algún tipo de certeza, cuando en realidad no tenemos lugar donde apoyar los pies.» Pema Chödron



—¡Oye, eso es mío! —exclama Davis estirándose sobre la mesa con los palillos en alto al ver que June le ha robado un poco de tempura de su plato.

Los señores Motomiya hacen a la vez un gesto de disconformidad, lo cual le da a entender a Cody que ese tipo de disputas son comunes entre ambos hermanos. Por su parte, el castaño mantiene todo el tiempo que puede la mirada clavada en el plato con el fin de no distraerse, y no precisamente porque tema que June le robe a él la comida...

—¿Y dónde tiene tu nombre? —replica la otra, alejando el trozo de berenjena de los palillos del menor, que se abren y cierran como pinzas tomando y soltando el aire.

—Chicos... —El padre se pasa la mano por la frente y el cabello, evidentemente esforzándose por no acabar de perder la paciencia que Hida casi puede ver evaporársele por los poros con cada minuto que transcurre.

—Por eso los novios no te duran —se burla, recuperando por fin su pieza de tempura y apresurándose a devorarla.

Eso a June parece no gustarle para nada, porque se planta firme ayudándose con los brazos sobre la superficie de madera y haciendo saltar los platos y vasos unos pocos milímetros, aunque lo suficiente como para que gotas de salsa de soja se desparramen por la mesa y el agua se agite violenta en la jarra.

—¿Y qué me dices de ti y Akiyama?

—Chicos... —repite el señor Motomiya, vaticinando en su mente lo que puede ocurrir si la conversación sigue ese rumbo.

Cody, que no sabe qué hacer, se queda con los dedos entrelazados debajo de la mesa y con la mirada fija en el plato prácticamente vacío, aunque no puede pretender todo el tiempo estar sordo y ciego.

—Muchas gracias por todo —dice deslizando la silla hacia atrás, generando tal ruido que atrae la atención de la familia completa.

Por un momento el departamento queda sumido en el silencio, hasta que caen en la cuenta de que hay alguien ajeno presente. Y Hida aprovecha esos instantes de confusión para juntar sus utensilios.

—¿Ves? —exclama Davis, volviendo la atención a su hermana —Arruinas todo siempre.

—No es mi culpa —. June sigue de pie, con el rostro enrojecido y el ceño fruncido.

—¿Ah, no? ¿Y pues entonces de quién es?

Sin embargo, si su hermana le responde, el moreno ya no la escucha porque ha seguido a Cody hasta la puerta del baño. Desde fuera oye que el agua del grifo corre y se estrella contra el lavabo, pero no se atreve a golpear la puerta e interrumpirlo.

En el interior del baño, el heredero de los emblemas del Conocimiento y la Sinceridad se echa agua a la cara una y otra vez al mismo tiempo que se mira pobremente en el espejo. Apenas llega a verse la nariz, pero es suficiente para determinar que presenta un aspecto estúpido con la ropa de Daisuke y los ojos levemente enrojecidos por el llanto.

Que June mencione a Annika Akiyama con tal libertad de culpa y en su presencia ha sido un golpe bastante doloroso para él. No esperaba volver a oír ese nombre porque desde que ella lo dejó, Davis no lo había vuelto a pronunciar por el nudo que se le formaba notablemente en la garganta. Y él tampoco lo había hecho más bien por tener la estúpida ilusión de que, si ese nombre se borraba de la memoria de ambos, ocurriría lo mismo con los sentimientos del pelirrojo o con los recuerdos que había compartido con ella.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad II: El reino de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora