Para siempre.

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"A cada persona de este mundo que encontró al amor de su vida en un cantante. Esta historia es tanto para ti, como para mi".

Me desperté cuando sonó mi alarma exactamente a las seis con treinta minutos como todas las mañanas, me restregué el rostro para aclarar un poco mi vista y me levante con pereza de mi cómoda cama y me encamine al baño en donde me lave los dientes y me metí a la ducha.

Una vez que estuve lista me puse unos simples jeans y un top negro de manga corta y de calzado me puse mis apañadoras zapatillas. Estaban viejas pero eran más cómodas que cualquier otra.

Terminando de atar mis viejos cordones me levante de mi cama y me dirigí a mi espejo de cuerpo completo, mire mi reflejo en el cristal y me dije a misma que pese a lo humilde de mi ropa no dejaba de verme preciosa. Puede que sonara como una mujer vanidosa, pero la verdad es que siempre trataba de alagarme a mi misma ya que en mi adolescencia jamás lo hice.

Me costo demasiado comprender que era valiosa y que debía amarme a mi misma, es por eso que hoy me amo y sinceramente hay días en los que quisiera regresar al pasado y abrazar a esa pequeña Barbara de quince años que no sabia cuan grande seria en un futuro lejano.

Mire mi cabello rizado de color castaño a través del reflejo de mi espejo, mire mi rostro y mi cuerpo. Sinceramente era la viva imagen de mi progenitora, a excepción de mis ojos color café claro que eran idénticos a los de mi abuela.

Inés Rojas era la mujer que me crio en una humilde casa en Viña Del Mar con amor y paciencia, me entrego valores y fue esa persona que me apoyo en cada decisión que tome en mi vida. Jamás me dijo que "No" a algo y cada vez que me equivoque ella estuvo ahí para secar las lagrimas que corrían por mi rostro y me regalo consejos que llevaría conmigo por el resto de mi vida.

Ese era el pequeño resumen de mi tranquila y bella vida, era una mujer normal que creció bien gracias al esfuerzo de su abuela. Y que hasta el día de hoy seguía aprendiendo de cada cosa que se presentara en su vida.

Sonreí y caminando hacia la puerta de mi cuarto salí y me dirigí hacia las escaleras en donde apenas puse un pie en el primer escalón llego a mi el delicioso aroma a pan tostado con mantequilla y a café recién hecho. Baje rápido hacia la cocina y a penas estuve allí me acerque a mi abuela

-Buenos días a la abuela más preciosa de todo este mundo, -le dije dándole un beso en su mejilla.

-Buenos días cariño, -me dijo abrazándome, -¿No tienes frío con esa polera tan delgada?.

-No mucho abuela, por cierto después de comer iré a ayudar a los vecinos a acarrear escombros o en lo que puedan necesitar ayuda, -le dije comiéndome mi tostada, -Luego vendré a casa, me ducharé he iré al trabajo.

-Cariño eres tan buena queriendo ayudar a los vecinos, ¿Pero no crees que te estás sobrecargando un poco?, -me dijo con cara de preocupación.

-Abuela ellos necesitan ayuda y yo me siento perfectamente bien y con energía para ayudarlos, -le dije tratando de calmar su preocupación.

La razón por la que yo ayudaría a mis vecinos es porque hace unas semanas había ocurrido un gran incendio y el fuego había consumido casi todas las casas de las personas que me habian visto crecer.

-Solo quiero cuidarte cariño.

-Lo sé abuela, pero debes comprender que no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ellos luchan por recuperar sus viviendas, -le respondí, -Además recuerda que tú me criaste de esta manera.

-Siempre tienes una respuesta para todo ¿No?, -me dijo con un tono de gracia en su voz.

-Bueno supongo que eso también lo herede de ti, -le respondí y me acerque a ella para dejar un beso en su cabello de color ceniza que desprendía un delicioso aroma a almendras.

-Si bueno, no discutiré a eso, -me dijo, -Ahora termina tu desayuno, necesitas muchas fuerzas para hoy.

Haciéndole caso me senté nuevamente en mi asiento y junto a mi abuela disfrute del delicioso desayuno que preparo para ambas.

-Cuando vayas con el vecino Carlos dile que hare almuerzo para todos y se los iré a dejar a penas estén listos, -me informo y yo asentí con mi cabeza.

Hubo un momento en nuestro desayuno en el que mire a mi abuela y sonreí inconscientemente sintiéndome feliz y completa por tenerla a mi lado. Cuando era una adolescente me preguntaba constantemente ¿Por qué mis padres me habian dejado a la deriva? ¿Acaso nunca sintieron amor por mi?, preguntas como esas atormentaban mi conciencia. Pero a medida que fui creciendo fui comprendiendo que todo en esta vida ocurría por algo, tal vez a veces no comprendíamos porque ocurrían ciertas cosas en nuestras vidas pero verme aquí tan feliz alado de mi abuela me hacia pensar que el destino jugo a mi favor y puso en mi camino a una gran mujer.

-¿Porque me miras así cariño?, -me preguntó mi abuela al verme viéndola.

-Enserio te quiero abuela, -le dije y sentí como la voz se me quebró por un momento.

-Oh hija, yo te quiero aun más, -me respondió y no dudo al acercarse a mi para darme un cálido abrazo.

Sentí como su cariño me envolvía y desee quedarme por siempre aquí, en los brazos cálidos de mi abuela, desee que fuera eterna y que la vida me alcanzara para decirle todos los días cuanto la quería.

Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora