Esteban Cisterna.
Cuando el asado estuvo listo y la gran mesa se hallaba llena de alimentos todos nos dispusimos a comer mientras todos contaban anécdotas sobre sus vidas. Las risas no faltaron en ningún momento como tampoco faltaron las personas que se emocionaban por los recuerdos de las ultimas semanas.
Los rayos del sol comenzaron a hacerse más intensos y el cielo se comenzó a poner de un color rosa y anaranjado dando la bienvenida al atardecer. Los vecinos de mi princesa hicieron una fogata y todos nos sentamos al rededor de ella.
Mi princesa se sentó a mi lado y se acurruco contra mi por el aire frio del atardecer, instintivamente puse mi palma en el muslo de ella y guie mi mirada hacia las llamas anaranjadas del fuego recordando la noche anterior en la playa.
-¿Estas bien amor?, -el susurro de mi chica llego a mi oído y yo di vuelta mi rostro para verla.
-Estoy mejor que nunca princesa, -le respondí dejando un beso en su frente, -Solo estaba recordando nuestra noche en la playa, -su sonrisa y su tierno sonrojo calentó mi corazón.
-Deberíamos cantar un poco, ¿Quién se anima?, -preguntó el vecino Francisco y el vecino Carlos sacó una guitarra de su lado.
Dirigí mis ojos a los de mi princesa y ella levanto su vista a la mía cuando sintió que no apartaba mis ojos de ella, le regale una sonrisa cómplice y con mi mirada le dije que ella debería cantar.
-Yo me animo, -dijo ella sonriendo, se puso de pie y busco algo en su teléfono y se lo mostro al vecino Carlos, -¿Puede tocar esta melodía por favor?.
El vecino Carlos le sonrió y le asintió y espero a que mi chica volviera a mi lado para que pudiera comenzar a tocar las melodías en la guitarra.
Al principio no reconocí las melodías pero a medida que comenzaba a escuchar mejor pude reconocer a que canción correspondía esa melodía. Abrí mis ojos con sorpresa y mi estomago se retorció en sentimientos que no pude reconocer.
Di lentamente vuelta mi rostro hacia mi princesa y sonreí al verla con sus ojos cerrados sintiendo las melodías de la guitarra.
-Yo ya no sé a qué le escribo canciones, el viento se llevó hasta tus caricias e ilusiones, -comenzó a cantar de la forma más bella que alguna vez pude escuchar.
Todos los presentes que estábamos alrededor del fuego la escuchábamos atentamente, pero yo más que mirarla, la estaba adorando como un humano a un Dios.
-Ay dime si soy yo al que tú sueña' cuando te duermes, Ay dime si soy yo el que quieras ver cuando te despierte', ay dime si soy yo que al tenerme tuviste suerte, ay dime si hay otro que
Pueda quererte tan fuerte.Al escuchar su preciosa voz todo se desvaneció a mi alrededor, solamente éramos el sonido de la guitarra, ella y yo.
-Ya no me quedan más lágrimas, no voy a llorarte que por la única mujer que voy a llorar de ahora, será mi madre, -su voz al cantar el estribillo de mi canción fue la más preciosa que escuche en mi vida.
Una lagrima silenciosa se deslizo por mi mejilla izquierda y mi garganta ahora mismo estaba siendo pinchada por miles de agujas. Escribí en esta misma canción que no derramaría ni una lagrima más por una mujer que no fuera mi madre y sin embargo aquí estaba llorando por ella y por este momento que me calaba hasta en los huesos.
Abrió sus preciosos ojos para mi y acuno mi mejilla con su cálida mano que no demoro en ser cubierta por la mía.
-Mi madre me pregunta: "¿Hijo por qué 'ta tan triste?" si tú lo tienes todo el amor desde que tú naciste, -canto mirándome fijamente a los ojos y muy cerca de mis labios.
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Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.
FanficEl y yo éramos polos opuestos más al destino no le importó que fuéramos diferentes cuando decidió unir nuestros caminos. El cantante famoso se volvió el hombre que amaría por el resto de mis días y yo me convertí en su debilidad, la musa por la cual...