Mi cuerpo solo quiere bailar contigo.

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Esteban Cisterna.

El color blanco significa la paz y es por eso que no fue una coincidencia vestirme completamente de blanco hoy, desde que conocí a mi chica solo he sentido paz en mi vida. Mirando por ultima vez mi reflejo en el espejo de mi cuarto y tratando de olvidar mis nervios tome mi gorro negro y mis llaves.

-¿Ya te vas hermano?, -la voz de mi manager me exalto.

-Si hermano, quiero llegar justo a las ocho y media como le dije a mi princesa.

Cuando regrese al hotel llegue más feliz que nunca, pero no contaba con que mi manager estuviera aquí, así que cuando me pregunto el porque estaba tan feliz tuve que contarle sobre mi princesa. Solo le conté lo normal, que había conocido a una mujer perfecta y él estaba feliz por mi pero también preocupado.

"Estoy feliz por ti hermano, pero también preocupado" me dijo y entendía el porque se sentía de esa forma, el me quería y no quería que me dañaran pero sabia que mi princesa no me lastimaría, ella no era de esa forma.

Me despedí de mi amigo con un apretón de manos y salí apresurado hacia el ascensor y una vez que estuve afuera me subí apuradamente a mi auto y no vacile a la hora de arrancar. Mientras iba manejando sonreí inconscientemente por la emoción de llegar rápido en busca de mi preciosa chica y agradecí que el tiempo estuviera a mi favor ya que llegue rápidamente al hogar de mi chica.

Baje del auto y me encamine hacia la puerta, cuando llegue toque solamente un par de veces y en menos de un minuto me abrió una señora de mediana edad y pensé que lo que antes eran nervios no eran nada comparado con el revoltijo que sentía en mi estomago en este momento.

"Ella es la abuela de tu chica así que da la mejor impresión" dije en mi mente.

-Hola señora soy Esteban Cisterna, -ella me quedo mirando y supe que tendría que decirle que era su nieta para mi. No pensaba decirle que era su "amigo" porque definitivamente esas no eran mis intenciones con ella, -Soy el afortunado hombre que viene por su preciosa nieta.

-Buenas tardes jovencito, yo soy Inés la abuela de Barbara, -me respondió amable y cariñosa, -Ella está arriba arreglándose ¿Quieres pasar y esperarla adentro?.

-Oh si, muchas gracias, -le dije amablemente, -Permiso, -dije antes de pasar.

-¿Quieres algo para tomar mi niño?, -me ofreció.

-No quiero molestar muchas gracias, -dije sonriéndole.

-¡Ja! no molestas créeme, -me dijo divertida, -Pero si tengo una duda jovencito.

-Oh claro dígame, -dije siguiéndole el paso hacia la cocina.

-¿Te dolió hacerte todos esos tatuajes?, -me pregunto curiosa y yo sonreí al recordar que su preciosa nieta ya me había preguntado aquello.

-Solo algunos, -le dije sonriéndole.

-Estos muchachos de hoy en día ya no sienten dolor, -dijo divertida. Solo le sonreí, pensando que algunas cosas duelen más que hacerse un tatuaje.

-Así que joven Esteban ¿Qué intenciones tiene con mi nieta?, -me dijo un poco más seria.

¿Qué intenciones tenia con esa bella mujer? Bueno, tenía todas las intenciones del mundo en hacerla feliz.

-Señora Inés yo..., -me quede a mitad de la palabra no sabiendo cómo responderle sin que sonara como un loco obsesionado, pero tenía que ser sincero, -Me gusta muchísimo su nieta y se qué tal vez no soy el tipo de hombre que a su nieta le convenga, no soy perfecto y he cometido muchos errores en mi vida, pero, si le aseguro que quiero muchísimo a su nieta, -le dije seriamente, -No quiero que ella sea pasajera en mi vida, quiero mantenerla a mi lado por el tiempo que se me sea permitido y aún que no la conozco hace mucho tiempo se que jamás lograré mirar a otra persona como la miro a ella.

Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora