Mil y un problemas.

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Esteban Cisterna.

Han pasado días y nada a mejorado, pasaron días desde que me quebré frente a mi manager y aún no lograba ver la luz. 

Ya no tenia inspiración no tenia una razón para continuar, apenas dormía y comía. Mis pensamientos constantemente me decían que me retirara de la música, incluso a veces me decían que me retirara de la vida. 

Todo estaba mal ya no me sentía vivo, y sin embargo no me arrepentía de haberla conocido. No me importaba que ahora mismo fuera un muerto viviente, si me dieran el poder para volver al pasado hubiera aprovechado mucho más todos los momentos que viví junto a ella.

-¡Esteban despierta!, -el grito de mi manager me saco de mis pensamientos y levante el rostro para verlo.

-¿Que pasa?, -pregunte sin ánimos.

-¿Que pasa?, -pregunto con ironía, -Pasa que debemos ir al ensayo, pasado mañana tienes un show ¿Recuerdas?.

Cerré los ojos con fuerza ante su recordatorio sabiendo que necesitaba energía para subirme a un escenario y ahora mismo tenia claro que no me encontraba con ninguna fuerza para subirme a uno.

-¿Te sientes preparado?, -cuando note la preocupación en su voz abrí rápidamente mis ojos, -Quizás debería cancelarlo.

-No harás eso, -mi voz sonó seria y lo mire con enojo, -¡Puedo subirme a un maldito escenario, no soy un puto débil!.

Me pare con enojo y le murmure que lo esperaba en la camioneta para irnos al ensayo y luego de unos minutos apareció para subirse a mi lado en el asiento del copiloto ya que yo no manejaría porque aun sentía el alcohol correr por mi sistema.

Mi manager no dijo ninguna palabra y le agradecí ese acto en mi mente. Dirigí mi mirada hacia la ventana y deje que el viento frio del invierno me golpeara en el rostro, el sol ya se estaba poniendo y instintivamente rememore en mi mente los últimos atardeceres que vi junto a ella.

El pasado.  

La cabeza de mi mujer descansaba en mi hombro y la sonrisa más radiante se encontraba adornando mis labios. Mi pecho se llenaba de orgullo al tenerla, al saber que ella sentía lo mismo que yo, al saber que me quería con la misma intensidad.

-Jamás dejare de amar esto, -su declaración hizo que me corazón se acelerara y una pregunta se instalo en mi conciencia.

-¿A que te refieres princesa?, -pregunte en un susurro.

Su cabeza se levanto de mi hombro y sus ojos se posaron en los míos. Ese bello y perfecto color Whisky de sus ojos cuando el sol los tocaba eran mi perdición y al mismo tiempo mi mayor bendición.

-Me refiero a estos momentos, -su sonrisa se apodero de sus perfectos labios y sus bellos ojos brillaron, -Todo contigo se siente correcto, los momentos, las caricias y palabras. Todo es perfecto cuando estoy a tu lado mi amor.

Mi pecho se calentó por sus palabras y cariño puro corrió por mis venas, me sentí vivo como nunca antes y la adore mucho más de lo que ya lo hacia.

-Te prometo que jamás dejaremos de vivir momentos como estos, -tome su rostro con mis manos y acerque su rostro al mío, -Te voy a regalar los mejores momentos princesa, te lo regalare todo.

-No necesito todo..., -la calidez se adueño de su mirada, -Solo te necesito a ti.

Mis ojos se abrieron por sus palabras y sin que ella se lo esperara me adueñe de sus labios, de esos deliciosos labios que me pertenecían.

-Te quiero Barbara, -dije en sus labios cuando nos separamos, -Te quiero tanto que siento que el pecho me va a explotar.

-También te quiero Esteban, -sus manos acariciaron mi nuca y me sonrió bellamente, -¡Te quiero!.

Su grito me lleno de emoción y me levante feliz tomándola en brazos guiándonos a ambos al mar.

Mi cuerpo se sacudió cuando la camioneta freno y pestañee repetidas veces para sacar ese recuerdo de mi mente.

Mi manager y yo bajamos al mismo tiempo del auto y nos dirigimos al recinto en donde actuaria, adentro se encontraban los seis bailarines. Todos me saludaron con abrazos emocionados y yo trate de fingir la misma emoción, lo cual fue un completo desastre.

-Ya tenemos la rutina lista, -dijo emocionadamente una de las bailarinas.

Trate con desesperación contagiarme de su energía y emoción pero una vez más fue un completo fracaso.

-Entonces comencemos, -ordene.

 "Mientras más nos apuráramos, más pronto podría irme a beber" pensé en mi mente.

La música comenzó a sonar en mi auricular y por mi corazón no corrió ninguna emoción al tomar el micrófono en mi mano. 

Pasamos treinta minutos ensayando y ya estaba desesperado por que pasaran los otros treinta minutos para que me pudiera ir, necesitaba urgentemente una gota de alcohol.

-¡Ah mi pie!, -me gire de inmediato cuando oí el quejido de la bailarina.

-¿Estas bien?, -le pregunto su compañero mientras todos los demás nos acercábamos a verla.

-Me lo torcí, me duele demasiado, -su ceño se frunció por el dolor y pequeñas gotas de sudor cubrían sus cienes. 

Mi manager se agacho a su altura y tomo su pie con sus manos revisándola y entonces en menos de un segundo levanto sus ojos para verme.

-Es un esguince Esteban, -la preocupación se adueño de sus ojos mientras dijo las palabras, -Ella no podrá bailar.

Me di la vuelta y pase mis manos por mi cabello desordenándolo por los nervios, esto estaba mal. ¡Esto era una mierda!.

-Tendremos que buscar a una reemplazante, -escuche murmurar a mi manager.

-¿En donde vamos a encontrar a una bailarina que aprenda la rutina en un solo día?, -dijo uno de los bailarines.

Todos sus malditos susurros y preguntas me estaban enfermando, todo estaba saliendo mal y cancelar el show no era una opción. No podía hacerle eso a la gente que me apoyaba.

-Ya pensare en algo, -la voz esperanzada de mi manager fue lo que me hizo bajar del escenario y salir de ahí.

Sin dirigirles una palabra corrí hacia la salida y me subí a la camioneta arrancando enseguida. Aprete el manubrio con fuerza cuando sentí que el aire comenzaba a faltarme y acelere hacia donde necesitaba ir.

Cuando estuve afuera de la casa de mi mamá me baje rápidamente del vehículo y toque con desesperación la puerta, no paso ni medio minuto cuando la puerta se abrió y yo me tire a los brazos de mi madre.

-Ya no puedo más mamá, -dije con angustia mientras permitía que las lagrimas bañaran mis mejillas.

-¡Oh cariño!, -la voz afectada de mi mamá fue lo que termino por romperme.

Mi madre tomo con firmeza mi cuerpo para que no callera al piso y como pudo nos llevo a ambos al sofá, sus brazos jamás dejaron de abrazarme y sus manos no abandonaron mi espalda en donde sobaba para calmar mis espasmos.

-La extraño tanto, -dije en un susurro mientras me ahogaba en mis lagrimas, -La extraño tanto como la odio.

-Hijo mío por favor no digas tal cosa, -susurro suavemente, -Ambos sabemos que no la odias cariño. 

Cuando inventaron la frase "Las madres siempre tienen la razón"  no se equivocaron. No la odiaba ¿pero entonces que era este ardor que sentía en el pecho desde que no volví a verla?.

-La veo en todas partes mamá, -susurre con la voz quebrada, -La veo hasta en mis sueños. Necesito tenerla conmigo, porque se que no podre continuar sin ella.

-Todo mejorara hijo, -dijo mientras me rodeaba fuertemente con sus brazos, -Solo ten fe, algún día encontraras la explicación que tanto necesitas escuchar y será de su propia boca cariño.

Mientras mi mamá me susurraba palabras de aliento yo rogaba en mi interior para que una vez más tuviera razón.







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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora