Sensaciones.

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Luego de nuestro pequeño momento íntimo en el Porsche, el Esteban puso en marcha el auto y me llevo a mi casa. En el transcurso del viaje permanecimos en silencio, un silencio que no era para nada incómodo de hecho me sentía más cómoda que nunca.

-Aquí estamos afuera de sus aposentos. Como se lo prometí, -me dijo sonriéndome.

-Muchas gracias por traerme y por lo de minutos atrás, -le agradecí mirándolo directo a los ojos.

-No tienes porque agradecerme princesa para mi es un honor traerte hasta tu casa, -me dijo mirándome, -Y con respecto a lo otro quiero que sepas que desde hoy en adelante puedes contar conmigo para cuando necesites desahogarte o cuando simplemente necesites apoyarte en alguien.

Su confesión me dejo sin palabras y al mismo tiempo me sentí tan agradecida por su ofrecimiento. Quería agradecerle por sus palabras de apoyo, pero sentía que un simple "Gracias" no era suficiente.

-Eres mucho más de lo que espere, -le dije, -Eres más especial de lo que imagine.

-Si bueno, no suelo ser así con todos, -admitió rascando la parte de atrás de su cabeza en un gesto nervioso.

Mi risa salió antes de poder detenerla y vi como sus ojos se fijaron en mis labios.

-Sera mejor que salga de este auto antes de que cometa una locura, -dijo.

El Esteban bajo rápidamente del auto y antes de que yo pudiera repetir su acción abrió la puerta para mi y me tendió su mano. Sin dudarlo esta vez la tome.

-Gracias por traerme, -le dije aún cuando el me seguía sujetando de la mano.

-Ya te lo dije preciosa, no tienes porque agradecerme, -me respondió sonriéndome de oreja a oreja.

-¿Nos vemos mañana entonces?, -le pegunte.

-Oh puedes apostar a que si, -me respondió, -Aun no se termina este día y ya quiero que llegue mañana.

Yo solo le sonreí y me solté de su agarre dándome la vuelta para entrar a mi casa pero antes de que pudiera colocar la llave en la cerradura de la puerta su voz me detuvo.

-¿Barbara podrías darme tu número de teléfono?, -me pregunto un poco inseguro. Y yo solo pude sonreír por su reacción, era tierno cuando se mostraba de esa forma.

Sin pensarlo demasiado le dicte mi número y el lo anotó rápidamente en su teléfono.

-Gracias señorita, -me dijo mirándome.

-Buenas noches Esteban, -le dije sonriéndole.

-Que tengas lindos sueños princesa, -me respondió.

Entre a mi casa y cerré despacio la puerta detrás de mi y pegue mi espalda a la puerta y me quede ahí un minuto procesando todo lo que había sucedido hoy. No tenía claro que eran estas sensaciones pero si estaba segura de una cosa. Me sentía feliz.

Despegue mi espalda de la puerta y me encamine a la cocina, mi abuela había dejado unas sopaipillas con manjar encima de la mesa para que pudiera comer algo antes de irme a dormir, así que disfrute de las deliciosas sopaipillas que hacía mi abuela y luego me fui a mi cuarto obviamente no sin antes abrir la puerta de mi abuela y verla, se veía tan tranquila durmiendo. Cerré con cuidado de no hacer ruido y me fui a mi pieza.

Una vez que estuve adentro cerré la puerta detrás de mi. Estaba tan cansada que lo único que quería era tomar una ducha caliente para relajar mis músculos.

Entre a mi baño y encendí la ducha para que se llenara la bañera. Por mientras me quite la ropa que traía y la dejé en el canasto de ropa sucia. Una vez que la bañera estuvo lo suficientemente llena me metí hundiéndome por completo, necesitaba esto.

Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora