Esteban Cisterna.
Cuando veía llorar a las personas que más estimaba era realmente triste para mi, quería ayudarlos de todas las maneras posibles para alivianar su pena, pero con mi chica era distinto.
Desde que la vi llorar por primara vez supe que seria una tortura para mi, cada vez que sus preciosos ojos derramaban lagrimas mi pecho dolía, todo mi maldito cuerpo dolía y una bestia rugía en mi pecho queriendo matar a cualquiera que se atreviera a hacerla llorar.
En el momento en que me conto sobre el porque de su estado, quise correr a la oficina de ese hijo de perra y romperle la cara, pero no podía dejarla aquí en el estudio sola. Ella me necesitaba y yo jamás hubiera sido capaz de dejarla sola.
Abrace su tembloroso cuerpo y bese sus mejillas en donde antes habian estado sus lagrimas, le susurre constantemente que todo estaría bien y así seria. Esta mierda no se quedaría así y jure que a la hora de cobrar las cuentas no seria suave.
-Llévala directo a su casa, -mi voz seria hizo que mi manager me viera con intriga, sabia que quería que le contara el porque me encontraba de esta manera pero ahora mismo no tenia tiempo para eso.
-¿Me explicaras que es lo que ocurre?, -su mano paro en mi hombro como acto de apoyo, -Te vez alterado hermano.
-Luego te explico, -sin decirle más me aleje de el y me acerque a mi princesa.
-¿Esteban que harás?, -en sus ojos se podía ver la preocupación y una vez más la rabia surgió dentro de mi. Si ese hijo de perra no le hubiera dicho esas cosas ahora mismo ella no se sentiría de esta manera.
-¿Confías en mi?, -mis ojos fijos en los de ella.
-Confío en ti, -sus ojos mostraron solamente seguridad.
Dejando un ultimo beso en sus labios abrí la puerta del auto para ella y me quede parado viendo como el auto se alejaba. Cuando el vehículo había desaparecido de mi vista me di vuelta y camine tranquilo hacia el estudio de baile.
Sabia que por fuera me veía tranquilo y sereno, lamentaba decir que no era el mismo caso a como me sentía por dentro. En mi mente solo había un pensamiento "Lo quiero matar" y por mis venas no corría más que lava.
Mi pulso se acelero cuando estuve frente a la puerta de su oficina, podía oír las risas de un mujer y la asquerosa risa de ese cerdo repugnante. Sin tocar ni pedir permiso abrí la puerta y entre con mi rostro sereno y mis puños hormigueando por las ganas de golpearlo.
-Joven Cisterna, supongo que mi niña Barbara ya le informo que no bailara para usted. Ella nos informo que no se sentía capacitada para salir al escenario así que renunció, -su mentira hizo que más rabia surgiera de mi, -Ella es Nicole su nueva bailarina.
-Hola Esteban, -dijo la mujer con voz coqueta más mi atención jamás se dirigió a ella. Mis ojos solo estaban enfocados en el cerdo detrás del escritorio.
-Sal de aquí, -le dije a la mujer seriamente, -Y cierra la puerta al salir.
El silencio reino en la oficina y vi claramente como el hijo de perra tragaba grueso. Nadie dijo una palabra solo se escucho el sonido de los tacones resonando en el suelo y como la puerta era cerrada lentamente.
En cuanto la puerta hizo el "clic" me abalance hacia el como un león a una gacela. Lo tome del borde del cuello de su camisa y lo levante sin ningún esfuerzo. Estampando su espalda fuertemente contra la pared me cerní sobre el sin ninguna delicadeza y sentí como un gruñido bestial salía de mi pecho.
-¿Quien conchetumare' te creí pa' hablarle a mi mujer de esa forma hijo de perra?, -le grite en la cara y no pude contenerme. Le pegue cinco veces en el estómago y enseguida le comenzó a faltar el aire y comenzó a toser, -¿Sabi' cuanto me duele el pecho cuando la veo llorar conchetumare'?, -le pegue cinco veces más.
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Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.
FanficEl y yo éramos polos opuestos más al destino no le importó que fuéramos diferentes cuando decidió unir nuestros caminos. El cantante famoso se volvió el hombre que amaría por el resto de mis días y yo me convertí en su debilidad, la musa por la cual...