Esteban Cisterna.
A penas mi princesa se fue al baño mi sangre ardió de rabia por la persona que se encontraba al otro lado de la puerta. ¿Acaso se le haría una costumbre interrumpir nuestros momentos?. Una vez era posible, ¿Pero dos? eso definitivamente ya no era una coincidencia.
Desde que conocí a este hombre sentí una vibra extraña hacia el, es por eso que siempre fui cortante a la hora de hablarle. Sin perder más el tiempo abrí la puerta sin siquiera ocultar mi enojo.
-Hola señor Cister estoy buscando a mi Barbarita, ¿Ellas se encontrara aquí?, -fruncí mis cejas ante esas palabras "Mi Barbarita", ¿Quién mierda se creía que era para llamarla de ese modo?.
-Ella no esta aquí y si lo estuviera no tendría tiempo para ir con usted, -le dije serio.
-Oh comprendo, supongo que están muy ocupados, -dijo estirando su cuello para ver hacia adentro, cosa que no logro porque bloquee su vista con mi cuerpo.
-Esta en lo correcto, -le respondí cruzando los brazos en mi pecho.
-Entiendo, -me dijo mirándome con los ojos bien abiertos, -¿Le podrías decir que vaya a mi oficina cuando la veas?.
-No lo creo, pasaré todo el día con ella así que tendrá que ser para otro día. Ahora si me disculpa tengo que seguir estirando porque mi bella bailarina me regañara si me lesiono, -le dije remarcando bien el "Mi".
No espere a que me contestara, simplemente le cerré la puerta en la cara y no sentí ninguna pisca de culpabilidad por ello.
Con la puerta cerrada pegue mi espalda a la madera y mire hacia el gran bulto que amenazaba con romper mis pantalones. ¡Mierda estuve apunto de hacerle el amor aquí mismo!, ¿Qué pasaba conmigo? No podía tratarla de esa forma. Ella no merece esto, merece ser contemplada y tocada en un bonito cuarto de hotel.
Tendría que aprender a contenerme, ¡pero mierda se me hacia tan difícil!. Ella era una tentación en todo el sentido de la palabra y cuando comenzó a frotarse contra mi sentí que me elevaba por completo al cielo.
-¿Ya se fue?, -La voz de mi princesa me saco de mis pensamientos y levante la vista para verla.
-Si princesa ya se fue, -le dije extendiéndole mi mano para acercarla hacia mi cuerpo, -¿Estas bien?, -le pregunté.
-Estoy de maravilla, -me respondió poniéndose de puntillas para darme un beso en la punta de la nariz y yo reí ante su actitud tan tierna, -¿De que te ríes?.
-El hecho de que tengas que ponerte de puntillas para alcanzarme me da gracia, -le dije tomándola de la cintura.
-Si tan solo no fueras tan alto me lo harías más fácil, -me dijo con voz fingidamente enojada.
Ella quería alcanzarme ¿Y quién era yo para negarle algo a esta hermosa mujer?. Sin esperar ningún segundo más, tome la parte de atrás de sus muslos y la levante para que enredara sus piernas en mi cintura.
-¿Ahora si princesita?, -le dije mientras rozaba mis labios con los suyos.
-Mucho mejor joven Cisterna, -dijo y sin esperarlo poso sus labios en los míos.
-Tus labios saben a fresas preciosa, -le dije una vez que me separe de sus labios.
-Es el Gloss, -me respondió, -¿No te gusta? Puedo sacármelo, -dijo he iba a hacer el ademán de bajarse y quitárselo pero yo solo la apreté más contra mi.
-No quiero que te saques nada princesa, sabes exquisita con o sin Gloss, -le respondí y sus preciosas mejillas se tornaron de un color rojo tierno y no pude evitar darle besos en esa zona.
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Entre canciones y bailes. - YOUNG CISTER.
FanfictionEl y yo éramos polos opuestos más al destino no le importó que fuéramos diferentes cuando decidió unir nuestros caminos. El cantante famoso se volvió el hombre que amaría por el resto de mis días y yo me convertí en su debilidad, la musa por la cual...