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En un día lluvioso, Agustina Gómez se encontraba sentada en su pequeño apartamento, el sonido de la lluvia golpeando las ventanas parecía acompañar su nerviosismo.
Desde hace mucho tiempo, Agustina había guardado en secreto sus sentimientos por el apuesto comisario Freddy Trucazo.
Y hoy, había llegado la hora de declararse.
Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, Agustina tomó papel y pluma, decidiendo finalmente confesar su amor en una carta. Con cada palabra escrita, su pura honestidad y amor por Freddy salían de su alma y se plasmaban en el papel. Cada gota de lluvia que chocaba contra la ventana parecía ser un eco de sus emociones, intensificando su determinación por declararse.
Después de leer y releer la carta, Agustina, con el corazón en la mano, la dobló con cuidado y la colocó en un sobre. Bajo la lluvia persistente.
Agarro su Teléfono, y decidida, decidió llamar al primer contacto qué vio, Freddy Trucazo.
— ¿Agustiña? — Escucho aquella voz con acento gallego que la volvía loca, que pese a que algunas veces estaba seca debido a su despertar, o que estaba llena de rabia debido a todo, ella lo amaba.
— ¿Donde estás, Freddy? — Pregunto, tartamudeando mientras sentía sus manos temblar y sudar debido a su gran nerviosismo.
— Donde siempre, si es que donde más voy a estar neno.— Bufó Freddy, aun teniendo ese tono cariñoso que siempre le dirigía a Agustina.
— Espérame allí por favor.— Y decidida, salió de su apartamento y se dirigió a la estación de policía, que estaba iluminada por las luces tenues de la tarde. Fue entonces cuando vio a Freddy, parado frente a la estación, bajo la lluvia, con una expresión seria en su rostro, que cambió drasticamente cuando vio llegar a la mujer.
— Hombre Agustiña, ¿Qué te pasa neno? — Al ver a la mujer tan pálida, se atrevió a preguntar.
Con el corazón en la garganta, Agustina se acercó lentamente a él y, con lágrimas queriendo salir debido a su gran miedo de ser rechazada, le entregó la carta.
Freddy, sorprendido, tomó el sobre y lo abrió. Agustina pudo ver un destello de emoción en sus ojos mientras leía cada palabra. Y luego, sin decir una palabra, Freddy cerró el sobre y miró fijamente a Agustina.
— ¿Esto es una broma? — Miro los ojos Verdes de la mujer frente suya, las cuales estaban brillando.
Agustina negó, imaginándose la respuesta negativa, sus ojos se volvieron más aguados.
Finalmente, un suave y cálido rayo de sol rompió las nubes, bañando a ambos en una luz dorada. Freddy tomó las manos de Agustina entre las suyas.
— No sabes cuantas veces quise confesarme a ti, pero debido a mi puto trabajo de mierda no he podido.— le confesó que también sentía lo mismo por ella. La lluvia había cesado, el sol brillaba y en ese momento, Agustina supo que su amor por Freddy había sido correspondido.
Juntaron sus labios en un beso qué reflejaba en sí, el amor mutuo que tenían ambos, el deseo y cariño que se tenían.
Bajo el rayo del sol, frente a comisaría, dos locos que se amaban.
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