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— Escúchame, no creo que sea por allí Gustabo.— Gordon vio por el camino donde iba Gustabo, él camino se terminó y no había nada, ningún ruido, nada, aceleraba otra vez más y caerían completamente en la cascada que había bajo ellos.
— Yo se lo que hago Gordon, no me apures coño.— Dio marcha atrás, viendo de reojo como Gordon veía el mapa, tratando de guiarse en la misma.
— ¡Qué llevamos una hora perdidos, Gustavo! — Chilló Gordon nervioso.
— ¡Lo sé, coño, Lo sé, pero ni puta idea dónde ir! — Grito exaltado Gustavo, mirando hacia todos los lados.
Iban a la izquierda, prácticamente irían al bosque, iban a la derecha y había un desierto, no había nada.
— Illo, Y encima la puta radio no anda.— Ambos estaban al borde de explotar ante tanto nerviosismo, tranquilamente podrían ser secuestrados o podrían quedarse allí perdidos por días.
— Joder tío.— Gustavo salió del patrulla, dando un fuerte portazo, haciendo qué el castaño de un pequeño salto.
— ¡Pero se delicado joder! — Escucho el grito que le dio Gordon en el patrulla.
Ignorando, se sentó en el borde de aquel monte donde se encontraban, viendo el suelo, si se tiraba de allí, prácticamente moriría.
Soltó un suspiro y miro el sol, viendo como este poco a poco se iba ocultando, dejando ver de a poco la luna.
Unos pasos se oyeron detrás de él, y cesaron al estar a su lado.
— ¿Qué haces? — Gordon se sentó a su lado, sintiendo el calor del sol dándole.
— Nada.— Respondió el rubio, guardando sus gafas negras, dejando ver sus hermosos ojos azules.
Ante tal acto, sintió la intensa mirada de Gordon en el, en sus ojos.
Y así quedaron unos segundos más, Gordon mirando los ojos azules de el chico a su lado, y él rubio mirando el cielo, tranquilo.
— Se que soy sexy, Gordon, pero disimula un poco coño.— Gustabo vio los ojos negros del chico a su lado, viendo el brillo del sol reflejados en estos.
Gordon sonrió.
Gustabo lo admiro.
Ambos chicos se miraban mutuamente, admirandose, porque ante sus ojos, ellos eran únicos.
Fue admirarse mirada con mirada que ambos juntaron sus labios contra el otro, creando un beso suave, lento y cariñoso.
Un beso donde se demostraban sus sentimientos mutuos, un beso donde sería el despertar de algo divino.
Ambos se separaron, sonrojado pero sonrientes.
— Sí eres muy sexy.— Soltó Gordon riendo.
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