Mientras caminaban por las calles de Marbella, los tres hermanos Gambinos atraían todas las miradas. El sol se reflejaba en sus gafas de sol y hacía brillar sus cabellos, marcando un contraste llamativo entre el negro y rubio de Toni, el rubio platino de Coraline y el castaño dorado de Carlo. Aunque disfrutaban de la atención, Toni notó cómo las personas se detenían a susurrar y mirarlos de reojo.
—Esto es lo que pasa por ser famosos en este barrio —dijo Toni, negando con la cabeza mientras sonreía. Había algo reconfortante en saber que la gente los recordaba.
—O por ser tan guapos, ¿no crees? —dijo Carlo, inclinándose hacia una de las chicas que lo miraba con interés. Ella se sonrojó y apartó la mirada rápidamente.
Coraline se rió entre dientes y respondió a Carlo mientras aplicaba más lápiz labial, asegurándose de que estuviera perfectamente delineado.
—Creo que es una combinación de ambas cosas. De cualquier manera, es agradable estar de vuelta —comentó Coraline, guardándose el pintalabios.
El trío continuó caminando, disfrutando de la calidez del sol y la brisa marina que se sentía a lo largo del paseo. Las risas y la camaradería entre ellos se notaban en el ambiente, como una pequeña burbuja de felicidad que contagiaba a todos a su alrededor.
—Me alegra que todos estén aquí —dijo Toni, soltando un suspiro mientras rodeaba a sus hermanos con sus brazos—. Me hacía falta estar así, como antes.
Carlo asintió con entusiasmo.
—Sí, ahora con nuestro negocio de vuelta. Nuevamente José vendiendo la droga, volviendo a los viejos tiempos ¿eh? —dijo con una sonrisa amplia.
Coraline asintió, con una chispa de emoción en sus ojos.
—Extrañaba las cosas ilegales, ser una modelo legal es agotador. —dijo con cansancio Coraline, mostrando una sonrisa.
La calle se llenó de risas mientras los tres hermanos caminaban hacia su destino. A medida que se acercaban al KeRule, los otros comerciantes y vecinos los saludaban con alegría, como si los Gambinos fueran parte del alma misma de aquella ciudad.
Los tres hermanos se sonreían entre ellos, sabiendo que, a pesar de los desafíos que podrían enfrentar, siempre estarían juntos, apoyándose mutuamente.
Lastima que la felicidad no dura para siempre.
Las montañas de Marbella ya no parecían el paraíso turístico que una vez fueron. El sol que antes brillaba con calidez ahora se sentía helado sobre la piel de Toni Gambino. Sus muñecas, atadas con esposas, estaban enrojecidas por el forcejeo, pero eso era lo de menos. Frente a él, su hermana Coraline se arrodillaba en la tierra, con una pistola apuntando directamente a su cabeza.
Coraline mantenía la compostura, pero Toni la conocía demasiado bien. Aunque su exterior mostraba valentía, él sabía que por dentro ella luchaba con el miedo y la desesperación. Todo por un descuido, un error que había puesto al descubierto su doble identidad. Ahora, la CIA estaba dispuesta a usar a sus seres queridos como moneda de cambio para asegurar su lealtad.
— Te lo advertimos, Gambino, no tenías que cometer errores —dijo uno de los agentes, su voz resonando con arrogancia a través de la máscara que cubría su rostro—. Pero ahora todos saben quién eres, y eso tiene consecuencias.
Toni apretó los dientes hasta que le dolieron. Su mente estaba llena de recuerdos de su infancia con Coraline y Carlo, los tres siempre juntos, inseparables. El error había sido suyo, pero el precio lo estaban pagando sus hermanos.
— Fue un descuido... —murmuró Toni, tratando de mantener la calma, aunque las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos.
— No hay margen para errores, Gambino. Ahora tu hermana pagará por tu descuido —dijo el agente, y Toni sintió el odio hervir en su interior.
— ¡No! ¡Matenme a mí, por favor! ¡Ella no tiene nada que ver con esto! —suplicó Toni, desesperado.
Pero la indiferencia de los agentes fue como un golpe frío en su pecho. Coraline tenía el rostro pálido, el labio roto, pero sus ojos estaban llenos de determinación. Ella sabía lo que estaba en juego, y había aceptado su destino.
— ¿No? Nadie es inocente, ni siquiera tu querida hermanita —dijo el agente con burla.
— Noha... siempre supe que eras tú —dijo con voz baja.
El agente titubeó por un momento, sorprendido de que Coraline lo reconociera. ¿Cómo sabía su nombre? Toni estaba tan confundido como el agente.
—Por algo somos humanos, Coraline —dijo el agente, recuperando su compostura.
—Despídete de tu hermano —ordenó el agente, haciendo un gesto al otro agente para que preparara el arma.
Toni miró a Coraline, buscando una señal, algo que le diera esperanza. Pero ella solo le devolvió una mirada triste, resignada a lo inevitable.
— Te amo, Toni —dijo Coraline, su voz quebrándose—. Dile a Carlo que lo amo también. Cuídalo, ¿sí? Y dile a la mamma que siempre la amaré.
Toni no podía aceptar esas palabras. Luchó con todas sus fuerzas contra las esposas, pero eran demasiado fuertes. Las lágrimas finalmente cayeron por sus mejillas mientras el agente comenzaba la cuenta regresiva.
Uno... Toni se sintió mareado, el peso de la desesperación lo aplastaba.
Dos... Las esposas se rompieron, sus muñecas sangraban, pero no le importaba. Solo quería salvar a Coraline.
Tres... Todo pasó en un instante. Coraline se lanzó hacia los dos agentes, tomando a cada uno por el cuello y arrastrándolos con ella al vacío. Fue como si el tiempo se detuviera. Coraline miró a Toni una última vez, con una pequeña sonrisa y susurró, "Te amo", antes de desaparecer.
Toni se desplomó en el suelo, su cuerpo temblando mientras sus ojos permanecían fijos en el lugar donde Coraline había caído. El silencio era abrumador, solo roto por el sonido del viento que soplaba entre los árboles y el leve crujir de la hierba bajo sus rodillas. Todo había pasado tan rápido que la realidad no terminaba de encajar en su mente.
El ruido silencioso le dolía, Ya no serían "Los tres Gambinos victoriosos". Ahora solo quedarían "Los dos Gambinos sobrevivientes".
Toni se levantó, con el rostro cubierto de lágrimas y su corazón lleno de ira. Había perdido a su hermana, la única familia que quedaba unida a él y Carlo. ¿Cómo podía explicar esto a su hermano menor? ¿Cómo podría enfrentar a la Mamma y decirle que Coraline ya no estaría más, que no le daría los nietos que ella le prometió dar? ¿Qué ya no estaría más la princesa de la familia? ¿Qué ya no serían tres, si no dos?
En ese momento, una fuerte explosión resonó desde la montaña. El lugar donde Coraline había caído estaba ahora en llamas, el humo elevándose al cielo como un grito silencioso de dolor. Toni retrocedió, las lágrimas fluyendo con más intensidad mientras las llamas crecían, consumiendo todo a su paso.
¿Este sería su adiós a la segunda mujer que más amo en su vida?, no quería creerlo, pero el silencio de la noche le decía "Sí".
— Descansa en paz, hermana...—
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Mundo de One-Shots Spain RP/Marbella Vice
RandomDonde publicaré one-shots de Ships(Fredway, Gusdoro, Gortabo, Etc) o (Oc!Og x Freddy, Conway, Etc.)