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En aquella comisaría, todos estaban en completo silencio escuchando los gritos que provenían de arriba, en el despacho del Superintente.
- ¿Qué esta pasando? - Filadelfio preguntó a Lexie una vez que la localizo con su mirada, escuchando los gritos.
- Tal parece que el Inspector jefe y el Superintendente están discutiendo.- Le informo la Pelirroja en un susurro para que el escuchara.
Los gritos no cesaban, eran más y más gritos cada vez, y en ellos, las voces se hacían más notorias, Gustavo Garcia y Jack Conway estaban discutiendo fuertemente.
Todos los agentes estaban escuchando, "¡Eres un jodido Anormal, no sabes hacer tu puto trabajo bien!", "¡¿Sabes toda la mierda que tengo qué aguantar?!", entre más y más, llegando hasta los insultos.
Hasta qué los gritos cesaron, viendo al rubio bajar bruscamente con lágrimas en los ojos, cosa que sorprendió y preocupo a todos los presentes, pues conociendo al rubio, este era un chico feliz, que casi nunca solía ser rudo o gruñón como su jefe, que siempre mostraba una sonrisa ante todo y todos y que a más de uno le pareció haber conocido a "Un Angel."
Vieron a aquel rubio salir del departamento de policía, saliendo de servicio de inmediato bajo la atenta mirada de Isidoro y Filadelfio.
Mientras que el rubio solo quería llorar, desahogarse, y quién más que ella, la mujer que lo cuido y lo crío durante su estancia en Los Santos, la mujer que con ninguna palabra dirigida, lo entendía a la perfección, la mujer que merecía que el llamase "Madre."
Aquella mujer con cabello castaño claro mezclado con el rubio ceniza y rubio miel, resaltaba su belleza, junto a sus ojos marrones y su cuerpo bien cuidado, hacia que fuera una de las mujeres más bellas y más solicitadas de todo los Santos.
Sin embargo, el único qué logró Cautivarla fue el Comisario, Freddy Trucazo, ¿Quién diría que un hombre como Freddy lograría cautivar a una chica tan bella como Andrea Montenegro?, nadie lo sabía, solo sabían que aquella pareja se amaban más que a nada.
Aquella mujer es su único refugio que le quedaba, era su mujer de confianza, su madre.
Toco la puerta una vez, dos y a la tercera se escucho un "Pase" de una voz dulce y melancólica.
Abrió la puerta con lágrimas en sus ojos Azules, una vez dentro, se acercó a la mujer.
Andrea Montenegro, la empresaria más popular y respetada de todos los Santos, Andrea Montenegro, una mujer exitosa y poderosa, ella, Andrea Montenegro, su dulce madre.
Soltando las lágrimas, se abalanzó contra la chica de piel Marfil claro, quién sólo dejó que aquel hombre se desahogara con ella.
- ¿Qué pasó, vida mía? - Pregunto con su tono dulce que lograba tranquilizar al rubio.
Ahí mismo se volvió a sentir como un niño de nuevo, como esas veces de cuando llegó a Los Santos junto a Horacio, la única persona que los protegió de la malvada isla, fue ella, cuidándolos a toda costa de todos.
- Otra vez discutí con Conway.- Sollozo el de ojos azules, ocultando su rostro en el hombro de la mujer, oliendo su perfume a flores.
- ¿Qué te ha dicho? - Escucho suspirar a la mujer de encima de su hombro, con un leve gruñido pero aún con su tono que siempre usaba con él.
-... Me dijo que me controlará, que si El salía, que me meterían de nuevo al hospital.- Sollozo Gustavo.
El hospital, desde qué Gustavo estuvo allí encerrado, se sintió solo, abandonado porque nadie lo iba a visitar, tenía miedo, miedo de estar solo, y así estuvo durante 4 años, encerrado y la única persona que sabía de él, era Andrea.
- Ese hijo de puta.- Susurro Andrea, - ¿Quieres ir a casa, vida mía?, yo haré una llamada y voy para allí.- Mintió, y eso Gustavo lo sabía.
Sabía lo enojona y gruñona que era Andrea, que si se ponía de mal humor, era capaz de prender fuego toda comisaría con personas dentro, o el hospital, o incluso la isla, matando a todos y aún sintiendo su enojo en su ser.
Andrea era una de las únicas personas que podía enfrentarse a Conway libremente y salir completamente ilesa, por eso era una de las mujeres más respetadas, incluso por el Superintendente.
Gustavo Asintió, y con un auto que Andrea le presto, decidió irse a la casa de la mujer, donde prácticamente vivía, dejando atrás a Andrea, quien estaba echando humo.
Andrea agarro su Teléfono y marco el número que decía "Super perro.".
Un pitido, dos pitidos, y al tercero, le contesto.
- Escúchame bien hijo de puta, ¿Qué mierda le has dicho a Mí hijo? - Soltó con rabia la mujer una vez le contestaron, Remarcando el "Mí" mientras agarraba su llave de uno de sus autos, bajando fugazmente las escaleras mientras recibía las miradas de sus compañeros.
- No te interesa lo que yo le diga a MÍ hijo, Andrea.- Escucho la voz arisca del Superintendente al otro lado de la línea, remarcando el "Mí" de igual manera.
- Sí me interesa, soy su madre.- Soltó un gruñido mientras salía del departamento, llendo al garaje a sacar su vehículo.
- No lo eres, no lo engendraste.- Recordó Conway. - Eres Estéril, nunca podrás tener hijos.-
Aquella palabra fue como un puñal en su corazón, qué se estrujo ante ese ataque directo, sintió un nudo en la garganta, recordando cuantas veces rezó por tener un hijo, y Gustavo fue aquel ángel enviado, así que ignoro el dolor y se centro en la rabia hacia aquel hombre.
- Madre es la que cría, no la que engendra, Conway, Julia puede que lo haya parido, pero nunca será una madre para Gustavo.- Con una sonrisa, Andrea se subió a su auto.
Sabía que con la simple mención de aquella mujer de cabello naranja, la rabia de Conway había aumentado.
- Escúchame bien A--
- No, Escúchame tú Conway, como mi hijo vuelva llorando hacia mi, me aseguraré de que tu puta comisaría quede en cenizas, ¿Oíste?, Ce. Ni. Zas.- Soltó, dejando de lado su tono dulce para traer uno más fuerte y venenoso.
Y sin más, Andrea corto, tirando el teléfono en el asiento de copiloto, pasando sus dedos por su sien, haciéndose masajes.
- Juro que haré un trato con Nick y Toni y te matare, Conway.- Suspiro Andrea antes de acelerar en dirección a su casa.
. . .
- Tu mujer está loca, Trucazo.- Conway prendió un cigarro.
- Y por eso la amo.- Freddy subió a su vehículo.
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