En donde Eun-yoo tenía grandes planes para la escuela haciendo amigos y haciendo su vida.
Hasta que todo se pone de cabeza iniciando un Apocalipsis zombie.
Ella y sus amigos tendrán que hacer de todo para sobrevivir.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estaba sentada en el suelo aún lado de la ventana, estaba alejada, nadie me hablaba, ni siquiera mi novio.
— ¿Estás bien? — preguntó Nam-ra sentándose a mi lado.
— Supongo, no lo sé, tengo sentimientos encontrados — dije recargando mi cabeza en la pared mientras abrazaba mis piernas.
— No te preocupes, solo querías lo mejor.
— Prefiero que uno muera a que mueran doce personas.
— Te entiendo, no te sientas mal — asentí y recibí un abrazo de ella.
Ella se levantó y se fue a sentar en donde estaba antes, yo solo suspire mirando el techo, esto va para largo.
Todos miraban a Gyeong-su desde la ventana, me levanté con cuidado y me acerqué a Su-hyeok haciéndolo aún lado para poder ver.
El solo me puso a su lado pero no me habló, esta ley del hielo ya no me está gustando.
Ya había pasado media hora y Gyeong-su no quería salir.
Me aleje y me acerqué a mi única amiga, me senté a su lado abrazándola escondiendo mi rostro en su cuello.
— Yo voy a entrar — dijo Cheong-san.
— ¿Y para que? Si alguien debe de entrar es Na-yeon — dijo Ji-min.
Todos la voltearon a ver.
— ¿Y por qué solo yo? Ella también sospechó — levanté mi cabeza, todos me miraron ahora a mí.
— Ella solo sospechó — habló mi novio — no lo insulto como tú.
— El está ahí por ustedes — dijo ahora Ji-min.
— Bien — me levanté — voy a disculparme y ya — camine hasta el salón pero antes de abrirla me giré hacia Na-yeon — después de mi sigues tu.
Solo rodo los ojos, entré al otro salón cerrando la puerta atrás de mi, gyeong-su me miró confundió, me senté en la mesa y balance mis pies.
— Ya pasó media hora y estás bien — hablé.
— Si — él me ignoró y siguió haciendo lo que estaba haciendo.
— Oye, vengo a discúlpame — tome su hombro.
— Okey, ya te puedes ir — suspire.
— Escúchame, no estoy arrepentida por qué no está mal sospechar, pero perdóname por sospechar, sé que estás bien, ahora sal y olvidemos esto — el negó.
— Te disculpo, está todo bien, pero aún así me quedaré la hora completa.
