Capítulo 2

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Era el gran día, el momento el cual llevaba esperando toda mi carrera universitaria. Aquel día en el cual mi profesor de artes señalara mi talento y me hiciera aquella invitación la cual todos los estudiantes de artes anhelábamos tanto... el exponer nuestros mejores trabajos en el museo local.

Esto te podía abrir muchas puertas en tu carrera, como la oportunidad de que algún aficionado al arte comprase nuestras obras en el evento, y como también, si tenías mucha suerte, que alguno de los grandes en el mundo de la pintura le gustara tanto tu arte que deseara ser tu mentor.

Sí... eso era lo que soñaba.

Bueno, además de ser la dueña de la compañía Cheetos; todo esto para comerlos día y noche, pero ya eso era cuento aparte.

De camino a mi departamento, desde la casa de Pedro, me topo con una congestión vehicular en una de las carreteras que me llevaba al hospedaje. Maldigo entre dientes mientras miro el reloj análogo en mi auto y veo que ya solo faltaba una hora para que comenzara la exposición.

¡Me lleva el chupacabras!

Tenía que maquilarme, peinarme y vestirme; y lo único de lo mencionado anteriormente en lo que era buena era en vestirme.

Bajo el vidrio del lado del conductor y comienzo a tocar el claxon.

—¡Quítense del medio que llevo prisa! —Saco la cabeza por la ventana y grito. Otros autos a mi alrededor me copian y comienzan a tocar el claxon también.

Espero unos cuantos minutos más y el tráfico a penas se había movido. Para este punto ya solo faltando alrededor de unos 40 minutos para el comienzo de la exposición.

Miro a mi izquierda, el carril contrario estaba vacío, hace mucho que no veía que pasara ningún auto.

Trato de observar lo que haya sucedía, pero el camión que estaba frente a mí auto no me lo permitía.

Pienso por un momento en alguna solución que me llevase a salir de aquí. Algunas cuantas se me vienen a la mente, como volverme loca, pisar el acelerador y solo llevarme por delante a todos los vehículos para quitármelos del camino. Otra era comenzar a gritar a los cuatro vientos que tenía diarrhea explosiva, no lo sé, así tal vez así me dejarían pasar.

Pero dudo mucho que esto funcionase.

Así que, siguiendo mis instintos un poco desequilibrados para serles sincera, giro el volante bruscamente hacia la izquierda y comienzo a conducir en contra del tráfico a toda prisa. Observo como la salida hacia mi departamento estaba ya a solo unos cuantos metros, por lo que piso el acelerador aún más y conduzco más deprisa.

Mientras voy como alma en pena al purgatorio, veo como un auto viene en esta dirección. Justo frente a mí.

Abro los ojos muy grandes entre que comienzo a gritar y me aferro con fuerza al volante.

Continuando con la velocidad que tenía, miro la intersección ya a mi izquierda, por lo que inmediatamente hago girar el auto y me muevo hacia ella. En menos de un segundo el otro vehículo pasa a toda prisa mientras deja sonando su claxon por un instante.

Bajo la velocidad entre que me trago mi corazón nuevamente.

Mierda, eso estuvo cerca... muy cerca de que me llevase la muerte y me tirase ante los pies de Jesucristo. Y para decir la verdad, aún no estaba preparada para vivir en tan semejante santidad.

Llegando finalmente al estacionamiento de mi hospedaje, aparco el auto entre dos espacios, lo apago, tomo mis cosas y me voy corriendo a toda prisa hacia el edifico. Subo las escaleras, continúo corriendo un poco más y llego hasta la puerta de mi departamento. Introduzco la llave, abro la puerta y me adentro en el.

Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora