Capítulo 16

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Ya sentados en las gradas, Cupido solo mira hacia adelante, atento a los chicos que entraban al campo y comenzaban a calentar.

—¿Cuál es tu príncipe azul? —Dice en forma burlona; yo le miro con mala cara.

—Es el número 8. —Señalo con el rostro.

A todo esto, estaba con mis audífonos en los oídos, para el que me viera hablando sola no pensara que estaba más chiflada de lo que en realidad me encontraba.

Cupido mira al chico y hace una mueca con el rostro.

—Karla, ya te dije que no funcionará. —Repite lo que me dijo ayer. —Lo puedo ver a leguas. Además, no sé que tanto le ves a ese chico. —Frunce el ceño. —Míralo, no tiene gracia; tampoco estilo. ¿Qué es ese peinado? ¿Acaso eso es lo que está de moda? —Hace una mueca con la boca.

—Lo tiene todo querido Cupido. Es fuerte, tiene una buena voz, un trasero envidiable... —Voy enumerando sus cualidades con los dedos. —Su sonrisa es perfecta, al igual que su cara y todo su cuerpo. —Exhalo lentamente.

—Yo no le veo nada de eso. Además, solo describiste cosas físicas. ¿Es que acaso no sabes cómo es él en su interior? —Se me queda viendo serio.

—No, porque nunca le he hablado. Pero, para eso estás tú aquí. Para ayudarme. —Le sonrío, poniéndole unos ojitos de gatito tierno.

—No lo sé. Es que son muy incompatibles, Karla. Yo diría que demasiado. Todo puede salir mal aquí. —Me mira con un tono de angustia en el rostro.

Yo le hago caso omiso.

—Al menos quiero intentarlo, ¿y si te equivocas? —Voltea el rostro y me da una mirada de no muy buenos amigos.

—Yo nunca me equivoco... —Habla con orgullo.

—Entonces, prueba que jamás te equivocas. Dale un flechazo y ya veremos. —Él vuelca los ojos, tomar su arco y una flecha; y procede a apuntar al chico.

El corazón se me quiere salir del pecho mientras veo como este dios mitológico apunta, pegando el hilo del arco a su rostro, entre que toma unas bocanadas de aire y se concentra antes de soltar la flecha.

Como si fuera en cámara lenta, veo la flecha viajar a toda velocidad desde las gradas hasta el campo. Dándole al chico justo en la espalda y deshaciéndose a los pocos segundos.

—Listo. —Dice volviendo a colocarse el arco en su lugar.

—¿Qué hago ahora? ¿Se supone que vaya a hablarle? —Cupido se reclina hacia atrás en la sagradas mientras coloca sus manos tras su cabeza.

—Haz lo que quieras. Puedes ir a hablarle, o solo esperar a que te vea. —Se encoge de hombros. —Yo optaría por la segunda, pero, ya eso a discreción tuya. —Cierra los ojos, como si estuviera descansando.

Yo miro hacia en frente y veo como la práctica a comenzado. Bueno, definitivamente la segunda opción ahora era la única viable.

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Tras terminarse la práctica, veo como todos los chicos parte del equipo se despiden entre ellos entre tanto uno por uno se van yendo fuera del campo.

Mientras pretendo jugar en mi teléfono, Cupido a mi lado aún con los ojos cerrados, pero sin haberse quedado dormido; percibo como la mirada de Luis y la mía chocan por un instante al éste darse la vuelta para tomar sus pertenencias de la banca frente a la gradas.

Me quedo helada sin saber exactamente qué sucedería ahora.

¿Acaso vendría hablarme?

¿O simplemente seguiría de largo como siempre, y no notaría existencia?

Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora