Capítulo 14

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Tras aquel día en el que Cupido solo se esfumó de mi habitación, jamás lo había vuelto a ver en estos dos meses.

No lo culpo, ¿porqué volverse a aparecer tan siquiera cerca de la loca que lo secuestró y lo apresó en una habitación de departamento de universidad utilizando tu mayor debilidad... la canela?

Este dios mitológico estaba en todo su derecho de odiarme y tenerme toda la manía del mundo luego de lo que le hice; pero, admito que siento que desperdicié la oportunidad de mi vida al escapárseme de las manos.

Intenté buscarle por un tiempo, haciendo más o menos las mismas cosas que me inventé en un principio para atraerle, pero esta vez nada funcionó. Tras intentar unas cuantas ocasiones y ver que nada se esto tenía resultado, solo me resigné a pensar que jamás vendría.

Centrada en las cosas de la universidad y en el trabajo, ello me hacía mantener la mente lo bastante ocupada y no pensar tanto en que la existencia de los dioses mitológico era cierta, y no solo un cuento o un mito plasmado en unas páginas de un libro antiguo.

Había pasado más tiempo junto con Pedro, aunque puedo admitir que no demasiado desde que se hizo novio de este tal Roberto. Sí, parece que la cita que tuvieron hace unos meses atrás resultó ser tan buena que decidieron emparejarse casi de inmediato.

Quizás Cupido volvió al trabajo y a ellos sí los flechó. No como yo que me encontraba dis que en su lista de "solos para siempre" y no tendría nunca mi final feliz. Aunque eso lo pongo en duda, o puede que solo me niegue a creerlo.

No lo sé.

En la universidad, me iba muy bien en el arte. Había pintado algunas obras las cuales resultaron fascinante para algunos coleccionistas los cuales me las compraron sin tan siquiera hesitar. Pero, a pesar de esta repentina ola de suerte, no me sentía muy contenta del todo. Es por esto, que había comenzado a ir en citas a ciegas. Sí, de estas en las que vez las fotos en su perfil de citas y cuando llegas a verlos notas que son feos, a algunos les faltan dientes, y en resumen, no son lo que decían ser.

Pero, al menos lo intentaba.

Hoy, por ejemplo, andaba en esta feria de pueblo con uno de los chicos que conocí por dichas aplicaciones. En su perfil, decía que era alto, esbelto y rubio, y cuando nos encontramos en el estacionamiento del lugar, lo que me encontré fue a un chico de 1 metro con 52, flaco como un fideo y cabello rojizo. Y no, no era tinte de cabello.

Claro está que le dije que no era como se había descrito en su perfil, pero su invitación a comer manzanas con caramelo pudo más que su apariencia física y engaño.

Mientras me como mi manzana con caramelo, parada junto a la noria, viendo al chico comerse unas palomitas de maíz azucaradas entretanto me habla de golf, en la distancia; veo lo que parece ser a un hombre alto, fuerte y con unas alas grandes blancas.

Abro los ojos muy grandes mientras trato de ver entre toda esta gente hacia dónde había cogido. Pero el tumulto de personas caminando de un lado a otro había hecho que le perdiera de vista.

—¿Estás bien lindura? —El chico detiene su hablar al verme buscando con la vista algo entre la gente. —¿Acaso viste a tu ex? —Voltea el rostro un poco y comienza a mirar en aquella dirección también mientras ríe sarcásticamente.

Vuelco los ojos al escuchar su tonto comentario.

—No. Solo tengo que ir al baño, es todo. —Le doy la manzana caramelizada e inmediatamente comienzo a alejarme. Mi vista clavada en donde me pareció verlo.

—¡Te espero aquí! —Grita desde la lejanía. Yo no digo nada, solo continúo acercándome en aquella dirección.

Al llegar al lugar donde creí haber visto a aquel hombre alado; miro en todas las direcciones, tratando de encontrarlo, pero no había nada.

Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora