Capítulo 13

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Perspectiva Cupido

Tras desaparecer del cuarto de Karla, luego del chasquido de mis dedos, en un parpadeo llego hasta las afueras de Chipre; lugar donde vivo. Específicamente a su bonito jardín exterior, donde usualmente las pocas visitas que tenía, y demás, llegaban de primera instancia.

Me tomo un momento para inhalar aire fresco entre que paso mi mano derecha por mi frente y solo revivo aquellos locos últimos días. Aquellos días que estuve cautivo.

Aún no podría creer que todo eso me hubiera pasado. No tenía sentido.

¿Una humana capaz de verme?

¿Y que además de eso encontrara la manera de encarcelarme con lo que es canela?

Pienso y pienso, y me duele la cabeza al no comprender cómo es que tuvo el ingenio. Bueno, aunque ella me dijo que la ayudó ese tal "Internet". Ya tendré que buscar información sobre este personaje luego.

Comienzo a caminar con pasos cansados hacia la estructura principal del valle donde vivía; donde estaba mi residencia, la de los seres que vivían aquí y el comedor principal. Pasando los edificios anexos y las oficinas.

Mientras me acerco, diviso a Dondon en la lejanía; mi mascota. Éste paseando por los jardines acompañando de Mustafá, un viejo amigo y compañero mío, ser de luz el cual me a sido muy fiel desde los inicios de los tiempos y me a ayudado cuando más lo he necesitado. Así que por eso, le respeto demasiado.

—¡Mi señor! —Los ojos de Mustafá le amenazan con salírsele de las cuencas al verme. Inmediatamente corre en mi dirección. Dondon le sigue rápidamente. —¿Dónde a estado? ¡Lleva más de un mes desaparecido!

Lo sé, dijo un mes cuando en realidad me fui por cuánto, ¿dos días? Pero es que en el mundo de los dioses el tiempo se mueve diferente, más rápido, cuando en la Tierra pasa todo más despacio.

—¿Dónde a estado? ¿Acaso se encuentra bien? ¿Le han herido? —Sin decir palabra alguna, me agacho y acaricio a Dondon, mi pequeño de seis patas y dos colas de color almendra. Éste me da un lengüetazo en el rostro. Yo solo puedo reír y acariciarlo; como lo extrañaba. Sus alitas blancas y diminutas en su espalda aleteando sin cesar, contento.

—Es una larga historia, Mustafá. No estoy de humor para ella, luego te la contaré. —Tomo a Dondon en mis manos y lo cargo mientras le acaricio. Luego me reincorporo. —¿Cómo está todo aquí? —Continúo con mi andar, con perro en mano, hacia el interior del palacio. Mustafá siguiéndome de cerca.

—Bueno, Afrodita estuvo por aquí hace una semana. —Cruzo el jardín de tulipanes rojos y rosados, y tomo una derecha en las fuentes de agua cristalina.

—¿Qué puede querer Afrodita ahora? —Frunzo el ceño levemente y le miro por un momento. Éste justo a mi lado. Sus bigotes blancos y torcidos hacia arriba, como si desafiaran la mismísima gravedad. Aquellos espejuelos redondos y grandes en la punta de su nariz respingada.

El que Afrodita se tome de su valioso y escaso tiempo para venir aquí no debía ser nada bueno.

—Bueno pues... vino a notificarle de la reunión Semardural. —Al llegar frente a las puertas doradas de mi habitación me detengo en seco al escuchar aquello.

¡Lo había olvidado completamente!

¡La importante reunión Semardural de Zeus en el Olimpo!

—¡Dime cuando es! —Volteo y le miro. Mis ojos tan grandes como dos platos.

Mustafá comienza a jugarse nerviosamente con los dedos de las manos.

Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora