Capítulo 31

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Nota: Lo hicieron genial con los comentarios. Sigan así y tendrán mucho más. Besos :)

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El ver como Cupido desaparece entre las blancas nubes del cielo de aquella manera hace que rompa en llanto y caiga de rodillas al suelo.

Mustafá a mi lado, tratando de consolarme.

Aún no puedo creer que todo esto esté pasando.

¿Por qué se lo tuvieron que llevar?

¿Qué significa eso de que rompió las reglas?

Las lágrimas recorren mis mejillas tal cual ríos fuera de su cause.

Mi corazón roto en mil pedazos.

—Vamos niña, no hay nada que hacer. —Mustafá me toma de un brazo y me ayuda a levantarme.

Veo como un Cupas está ayudando a Dondon quien aún permanece herido en el suelo.

—¿Me puedes explicar qué sucede? ¿A dónde lo llevan? —Miro fijamente a Mustafá quien tiene los ojos cristalizados. Lágrimas a punto de saltar de sus ojos.

—Lo llevan al limbo, señorita. —Baja la mirada al decir aquella palabra.

—¿Limbo? —Repito sin entender mucho de lo que hablaba.

—Es el lugar donde castigan a los dioses. Un sitio frío, sombrío y lleno de penumbras. Ahí, encierran a los dioses y seres que osan desafiar a Dios y a sus normas. Es como decir, una cárcel. A diferencia que de ella jamás se puede salir.

El pecho se me aprieta al escuchar aquello "jamás se puede salir".

Siento náuseas y ganas de gritar al saber que Cupido fue llevado allá por tan solo... querer salvarme.

Poso mis manos sobre mi rostro y lloro desconsoladamente al solo imaginar cómo lo tratarían en ese lugar.

Al pensar... que jamás lo volvería a ver.

Mi mente no se hace a la idea de perderlo cuando a penas estábamos viviendo lo más bonito. Cuando habíamos aceptando que nos queríamos y finalmente nos habíamos dado cuenta de nuestros sentimientos.

Me acerco a Mustafá y le tomo de los hombros con fuerza. Él me mira asustado.

—¿Qué hizo él para merecer estar ahí? ¿Qué reglas fue las que rompió? —Pregunto mientras le agito; pero él no dice una sola palabra.

—Quererte, ese fue su error. —Escucho una voz a mis espaldas, por lo que suelto a Mustafá, y me volteo.

Era Zeus.

Frunzo el ceño al escuchar esto provenir de él.

¿Acaso oí bien?

¿Por... quererme?

¿Qué tiene que ver esto conmigo?

—Sí, él como dios del amor, estaba programado para no sentir emociones, deseos sexuales o sentimientos algunos. Por lo que al tú despertar algo en su corazón, rompió tres reglas de las que Dios le impuso. —Se acerca, sus manos tras su espalda. La expresión en su rostro es seria.

—Yo... yo no sabía que él no podía... —Tartamudeo bajando mi vista al suelo.

Mi cabeza a punto de estallar. Mi corazón adolorido. 

Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora