Capítulo 1

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Oxford, 1999.

Noel, Natasha y Peggy estaban de visita en casa de Isabelle. Noel y su mujer estaban jugando a los dados con su sobrina.

—¡Gané, gané! —celebró Jenna levantando los brazos y saltando.

—¡Bien por la nena! —la aplaudió su abuela Peggy.

—¿Iré a ganar yo algún día? —preguntó Noel sonriendo.

—Siempre que juegas con ellas dos o te gana tu mujer o te gana tu sobrina —rió levemente Stanley. Alex sonrió y aplaudió. El nene tenía tres años y era hijo de Isabelle y Stanley, quienes se habían casado.

—Hasta mi hermano festeja conmigo. —Jenna le puso un brazo alrededor. Guardaron todo, e Isabelle trajo un plato con panqueques. Stanley fue por los platos, volvió y se sirvieron. Alex intentaba agarrar uno.

—Espera, mami ya te da —dijo Isabelle. Le cortó pedazos chiquitos y le dio uno por uno.

—¿Y mi primo qué va a ser? —le preguntó Jenna a sus tíos. Natasha estaba al fin embarazada y de dos meses.

—No podemos saberlo, todavía está muy chiquito —contestó Natasha—. Pero cuando sepamos de acá a unos meses más, avisamos.

—De Alex creo que no supimos que iba a ser hasta que nació, ¿no, mami?

—No, era imposible ver en la ecografía. No se dejaba ver bien. —Le dio un beso al nene.

—Y yo todavía no puedo conocer a mi papá —dijo un poco cabizbaja.

—Tú sabes que te quiere aunque no se conozcan —la consoló Isabelle.

—Ustedes no quieren decirme dónde está mi papá, ¿verdad? —sospechó Jenna. Todos se quedaron mudos. Algunos se miraron entre sí; otros, su plato.

—Eeh...¿por qué dices eso? —dijo Stanley tratando de disimular.

—Stanley, ya me di cuenta de que me estuvieron ocultando todo. Ya no tengo tres años, sino ocho.

—Mi vida, confía en nosotros, nunca te mentiríamos —intentó convencerla Noel.

—Tío, está bien, pueden contarme. Entiendo que tiene que haber habido un buen motivo para que no me digan toda la verdad.

—Ok, mira, tu papá no está en otro país ni en otra ciudad. Está acá en Oxford —se sinceró Noel.

—Y...lamentablemente tenemos que decirte que...bueno...todos estos años estuvimos tratando de hacer que tu papá entre en razón, que eres su hija, que tiene que venir a verte por más que ya no esté con tu mamá, pero no lo conseguimos —contó Peggy.

—¿Y sus hijos y su mujer saben que existo?

—No, nadie les dijo nada —contestó Noel.

—Tus tíos y tu abuela no le dijeron nada a nadie más porque creen que tu papá es el que tiene que contar todo —le explicó su mamá.

—Jenna, sabemos que también estamos haciendo las cosas mal, pero espero que puedas perdonarnos —se disculpó su abuela—. No fue fácil.

—Hicimos todo esto por ti, no podíamos decirte todo porque no queríamos que sufrieras —agregó Natasha.

—Les juro que no puedo creer todo esto —dijo Jenna un poco triste—, pero los perdono, no es culpa de ustedes. Sólo espero que mi papá quiera conocerme algún día.

—¿Todavía quieres verlo? —preguntó Isabelle.

—Sí, tú me enseñaste que no se debe tener rencor y además es mi papá. A Stanley también lo quiero, fue como un papá para mí, pero me gustaría conocer a mi papá.

—Eres muy comprensiva —sonrió Noel—. Estoy seguro de que apenas mi hermano te conozca, se va a encariñar contigo.

—Gracias por entendernos —sonrió Peggy levemente.

—Y tú sabes que tu mamá y yo siempre te vamos a querer —le aseguró Stanley—. Por más que no seas mi hija, sabes que te quiero como si lo fueras.

Al otro día, Noel y su hermano tenían día libre. Estaban en un bar.

—Ayer estuvimos en lo de Isabelle...y mi sobrina ya se dio cuenta de que no la quieres ver.

—No me digas, qué inteligente la nena —dijo Liam con sarcasmo.

—Liam, creo que tendrías que ir a verla de una buena vez. No tienes idea de lo que nos costó a mamá y a mí decirle la verdad. —Liam miraba para otro lado, pero lo seguía escuchando aunque no quería—. Pero lo mejor fue que Jenna nos entendió y sigue con ganas de verte, no te odia.

—¿Crees que porque a ti y a mamá les costó decirle todo yo voy a cambiar de idea? —preguntó retóricamente mientras volvía la mirada a su hermano—. Noel, ¿cómo voy a querer a una nena que no pedí? Yo nunca le pedí a Isabelle un hijo, así que no tengo por qué reconocer a esa nena ni pagarle los alimentos ni nada. Así Jenna no me tenga resentimientos, no la voy a querer nunca y mi familia nunca va a saber que existe. No la puedo querer, Noel. ¿Cómo se va a sentir mi familia si llego a querer a esa bastarda? —Los ojos de Noel se pusieron llorosos ante semejantes comentarios de Liam y se secó con la mano.

—Un día se nos va a acabar a todos la paciencia y te vas a quedar solo. 

En lo de Isabelle, ella y Stanley estaban en el living. Jenna estaba en la pieza de su madre y padrastro viendo los dibujos en el televisor.

—Anduve pensando en lo que pasó el otro día cuando vino tu exsuegra —dijo Stanley.

—Sí, fue impactante como Jenna se dio cuenta, nadie sabía qué decir...Menos mal que no se enojó ni desprecia a su papá.

—Pero insisto, ¿no te parece que sería mejor darle mi apellido?

—Ya hablamos de esto muchas veces. Mi hija tiene un padre —se rehusó Isabelle.

—Que ni la quiere ver. ¿Cuánto tiempo más va a pasar? ¿Quieres que se vuelva adulta y siga sin un papá?

—Pero ya la escuchaste el otro día, ella quiere conocer a su padre. No le tiene rencor.

—Eso dice ahora porque es chica, pero de grande no creo que siga pensando igual —desconfió su marido.

—¿Y tú te animas a hablar de esto con Jenna? Lo más probable es que se asuste, piense que no va a poder ver nunca a su papá y que no va a volver a ver a su abuela y a sus tíos.

—Ella los puede seguir viendo. Además, me dijiste que Noel es el padrino. Su abuela paterna y sus tíos sí la quieren, no son como Liam. —Se dio cuenta de que no iba a poder convencerla y suspiró—. Pero bueno, va a ser como tú quieras.

Tu hija 2: consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora