Capítulo 22

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Noel y su familia trataban de convencer a Sandrine de que dejara a Liam ver a sus hijos. Ella les decía que seguía firme en su decisión, y entonces le contaron que había estado muy deprimido últimamente.

—A todo esto, te aviso que te pasaste con querer contarles a tus hijos lo que pasó —dijo Natasha.

—Le dije eso para que se fuera de una vez, para asustarlo —aclaró Sandrine—. Lo siento, pero sigo firme en mi decisión, y si quieren que vuelva con Liam, les aviso que pierden el tiempo.

—No te estamos pidiendo eso, nada más que le dejés ver a sus hijos. Si tenés miedo, no te preocupés, no les va a hacer nada —le aseguró Noel—. Él de verdad se siente muy mal. Te prometemos que se va a portar muy bien con ellos, como siempre lo hizo. Como dijo mi mamá, él también los extraña.

—Así se anima un poco, ya no aguanto verlo así —agregó Peggy.

—Lo voy a pensar.

***

Ya casi era de noche, Noel y su familia se llevaron a Jenna y se fueron. Sandrine ahora estaba con sus padres y sus tres hermanos. Estos le aconsejaban no dar marcha atrás y creían que no era bueno que sus hijos estuvieran cerca de alguien que le pegó a su mamá. Emily pasó por ahí y, como escuchó que nombraban a su papá, se quedó a escuchar todo detrás de la puerta. Luego se fue a contarles a sus hermanos. Hablaban entre ellos del tema. May, Grace y Spencer se fueron. Ahora la familia estaba cenando.

—Ma, ¿es verdad que papá te pegó? —preguntó Emily de repente. Ninguno sabía qué decir, se miraban entre ellos y se sentían incómodos.

—¿Cómo se enteraron? —preguntó Sandrine.

—Los escuché hablar.

—Sabés que no está bien escuchar conversaciones ajenas —la corrigió su abuela Katrina.

—Bueno, justo pasaba —aclaró la nena—. Por eso tantas mentiras, ¿no? —adivinó mirando a su mamá.

—Les oculté eso, sí, pero para que no sufrieran más —confesó—. No quería que supieran que su padre me agredió.

—No te habías dado contra la puerta —recordó Lester.

—Igual decidimos perdonar a papá —dijo Keegan.

—¿Están seguros? Nosotros no estamos siendo malos, queremos protegerlos. Esa conducta puede repetirse hasta con ustedes —advirtió su abuelo.

—Pero papá no nos va a hacer nada, confiamos en él —intentó convencerlos Lester.

—Estoy segura de que no quiso lastimarte. Mamá, por favor, llevanos a verlo. A vos también te perdonamos —pidió Emily.

—Ya dije que no. Sé lo que hago —finalizó Sandrine muy decidida. Lester la miró con el ceño fruncido y se bajó de la silla enojado.

—¡Ay, si nosotros perdonamos a papá, vos también podés! ¡Y si no nos llevás a verlo, nosotros no te hablamos más! —Se fue corriendo a su pieza, y a Sandrine le salieron lágrimas al escuchar a su hijo de cuatro años decirle eso.

—¡¿Qué forma es esa de hablarle a tu madre?! —lo reprendió Nigel—. ¡Vení para acá! ¡Lester, Lester! —Pero su nieto lo ignoró y siguió corriendo hasta llegar a la pieza.

—¡Qué malo que sos con mamá! —gritó Keegan también enojado, quien estaba por ir también a la pieza junto con su hermana.

—Quedensé acá —pidió Sandrine derramando lágrimas.

—¿Estás bien? —preguntó su hija.

—No —contestó mientras se secaba las lágrimas—. Esto ya es un caos, ya no sé qué hacer. Ninguno de mis hijos me había hablado así —sollozaba.

—Empezá por hacerte respetar —aconsejó Katrina.

—¿Y qué querés que haga? Es su papá, se puso así porque lo extraña —argumentó Sandrine.

—Pero eso no quiere decir que te falte el respeto —refutó su madre. Luego, Sandrine se fue a su pieza y estaba sentada en la cama. Nigel y su esposa tuvieron una charla con sus nietos, especialmente con Lester. Le dijeron que fuera a disculparse con su mamá. Sus hermanos lo acompañaron. Entraron en la pieza de su mamá. Lester le pidió perdón, pero ella le dijo que estaba todo bien y decidió dejarles ver a su papá. Ellos se alegraron mucho y la abrazaron.

Al otro día, los abuelos los llevaron a casa del padre. La otra abuela se puso contenta al verlos de visita. Noel y Natasha también estaban ahí. Los nenes les preguntaron dónde estaba su papá y su tío les contestó que estaba arriba. Subieron la escalera corriendo. Los chicos vieron la puerta de la pieza medio abierta, empujaron de a poco y entraron. Lo vieron acostado en la cama y durmiendo. Se acercaron despacio y le tocaron el brazo.

—Pa —lo nombró Emily. Liam se despertó, los vio y no podía creerlo. No podía hablar de la emoción y solamente se levantó para abrazarlos, pero sus hijos se le echaron para abrazarlo ellos primero antes de que pudiera pararse, y se quedó sentado mientras los abrazaba.

Tu hija 2: consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora