Capítulo 13

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Liam quería acariciarla, pero ella no se dejaba.

—No sé qué me pasó. Me enojé mucho, pero no lo vuelvo a hacer. Al menos dejá que te vea, no sé, quiero arreglar de alguna forma esto.

—¡No hay nada que puedas hacer! ¡No eras quien yo creí que eras! ¡Te di muchas oportunidades, pero se terminó! —gritó enojada. A su marido le empezaron a brotar las lágrimas mientras ella se iba a la pieza.

«Noo, ¿¿qué hice??», pensó. Fue detrás de su mujer—. Sandrine, ¡Sandrine! —Ella sacó el bolso del armario donde tenía la ropa de gimnasia. Salió de la pieza, y Liam la siguió—. Mi vida, podemos hablarlo, en serio.

—Ya me tengo que ir —dijo muy seriamente y sin mirarlo. Se fue sin despedirse y cerró con llave. Liam se puso contra la puerta y se agarraba de esta mientras iba cayendosé al piso.

—Sandrine, vos no podés dejarme, no me dejes —rogaba mientras las lágrimas le caían.

***

Ya era momento de que él también se fuera a trabajar, pero no tenía ganas. En el restaurante, todos se preguntaban por qué no llegaba.

—Es raro que no venga, nunca falta —dijo Nick.

—¿No tendrá día libre hoy? —preguntó Noel.

—Para nada —contestó muy seria May—. Voy a llamar a su casa. —Fue hacia el teléfono y marcó. Liam seguía sentado en el piso, no quería atender, pero al final fue y levantó el tubo.

—Hola —dijo con pocas ganas de hablar.

—Al fin atendés, hace una hora que tendrías que estar acá. ¿Qué hacés que no venís? —le reclamó la encargada, pero Liam le colgó—. Qué imbécil.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? —preguntó Nigel.

—Nada, me colgó nomás —contestó May indignada por esa falta de respeto. Noel y los otros se preocuparon.

—Pero él nunca te faltó el respeto —dijo Frida.

—Es raro que él se porte así con vos, voy a su casa ahora a ver qué pasa —avisó Noel. Dio unos pasos en dirección a la salida.

—No te di permiso para salir —lo reprendió su jefe. Noel se detuvo, dio media vuelta y lo miró—. Llegás a cruzar esa puerta y te despido —lo amenazó. Su empleado se volvió.

—Disculpe. —Noel se fue a atender las mesas resignado.

Los hijos de Sandrine volvieron a casa en el transporte, y su papá los recibió. Entraron a la casa.

—¿No fuiste a trabajar, pa? —preguntó Emily sorprendida.

—No. Me dolía la cabeza y me quedé —mintió.

—¿Vos y mamá están peleados? —preguntó Keegan preocupado.

—Claro que no —mintió de nuevo sonriendo un poco—. ¿Por qué decís eso?

—Es que últimamente estuvieron peleando y ayer en la mesa ni se hablaban —contestó Emily.

—Ahora entre mamá y yo pasan algunas cosas en las que no estamos de acuerdo, pero no por eso nos dejamos de querer. Entre ustedes también pelean a veces y con sus amigos y se siguen queriendo —explicó Liam evadiendo lo que realmente pasaba.

—Sí —confirmó Emily.

—Mamá y yo ya nos vamos a arreglar, no es nada grave.

—Bueno —dijo Keegan. Se escuchó ruido de llaves. Era Sandrine, quien volvía de dar clases de rítmica. Saludó a sus hijos, quiénes les preguntaron qué le había pasado en la cara, pero ella sólo les contestó que no era nada y que se había dado sin querer contra la puerta. Dijo que tenía que ir a cambiarse y pasó directo a la pieza sin mirar siquiera a Liam.

***

Liam y Sandrine no se hablaron en todo el almuerzo. En la siesta, Sandrine aprovechó que su marido se había ido a dormir para preparar las mochilas de los chicos, quienes estaban en el patio, y llamar un taxi. Terminó y los llamó para que entraran. Les dijo que se iban a lo de sus abuelos.

—Voy a despertar a papá —avisó Keegan.

—No, no, él no puede venir, después les explico. —Salieron, y llegó el taxi.. Se subieron y se fueron.

***

Llegaron a casa de los abuelos. Grace estaba de visita. La familia de Sandrine trató de disimular el shock al verla con la cara moretoneada. Los chicos se fueron con su tía a otra pieza, mientras Sandrine hablaba con sus padres. Les contó lo que había pasado.

—Claro. ¡Con razón no fue a trabajar, no quería dar la cara ese hijo de puta! ¡Prefirió esconderse el infeliz —dijo Nigel enojado. Katrina le dio un abrazo a su hija.

—Pobre de vos, Sandrine. Nunca pensé que Liam fuera capaz de hacer estas cosas. Primero abandona una hija y ahora esto.

—Ni yo puedo creerlo. Perdonenmé, tenían razón, tendría que haberme separado de él después de que Noel nos contó lo de Jenna. Pero nunca pensé que Liam reaccionaría así.

—No importa, estabas muy ciega con él —la disculpó su papá—. Lo bueno es que ya lo dejaste.

—Después vamos a casa de ese animal a buscar tus cosas y las de tus hijos —dijo su mamá.

—Gracias. Nada más me traje sus útiles, falta la ropa y algunos juguetes para que se entretengan.

***

En su casa, Liam se despertó y se levantó. Notó que su mujer e hijos no estaban, tampoco las mochilas.

—Se llevó las mochilas...no, me tengo que calmar. Ella no se está separando de mí. A lo mejor nada más quiere estar una noche lejos —negó tratando de disimular su nerviosismo. Fue a revisar los roperos, y la ropa seguía ahí, lo que le dio algo de alivio—. No se llevó la ropa, qué bueno. Sí, debe ser eso, Sandrine va a volver y me va a perdonar.

Los chicos hablaban con su tía. Le preguntaban qué pasaba, pero ella no tenía idea y les decía que su mamá les iba a aclarar todo. Luego Sandrine se puso en la puerta y la llamó para contarle en privado lo mismo que a sus padres. Se alejaron un poco de la puerta, pero hablaban susurrando de todos modos.

—Qué hijo de puta resultó ser. Cada vez nos enteramos de más cosas —dijo Grace indignada.

—Espero que no se le ocurra venir a buscarme y tampoco a mis hijos. Nunca pensé hacer esto, pero se terminó.

—Tus hijos están preguntando por su papá.

—Voy a hablar con ellos. —Sandrine fue a la pieza.

—Má, ¿por qué nos fuimos sin decirle a papá? —preguntó Emily sospechando.

—De eso quiero hablarles. —Se sentó en una silla—. Él y yo últimamente estuvimos discutiendo bastante y...decidí separarme de papá —se sinceró.

—Pero papá nos dijo que estaba todo bien, que era una discusión más —dijo Keegan.

—Debe haberles dicho eso para no asustarlos.

—Y no sabe que estamos acá —lamentó Lester.

—Si le decíamos, no nos iba a dejar ir —aclaró Sandrine.

—¿Y por qué se pelearon? —preguntó Keegan.

—Cosas que pasan —contestó evadiendo.

—Pero, ¿no lo vamos a ver más? —se preocupó Emily.

—Quiero a mi papá —pidió Lester a punto de llorar.

—Sí, sí lo van a ver —mintió Sandrine, y luego le habló a Lester—. No llorés, mi vida, vení. —Extendió sus brazos pidiendolé un abrazo, y su hijo fue hacia ella.

—¿Cuándo nos llevás? —preguntó Keegan.

—Por ahora no, pero voy a llevarlos un día —volvió a mentir. Se quedó un rato con ellos, y luego los llevó a la cocina a que tomaran la merienda. Ellos no querían, pero su mamá insistió y les preparó la leche. 

Tu hija 2: consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora