Capítulo 21

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Liam se quedó un rato con su hermano y su cuñada. Les contaba de su visita a su hija mayor, y ellos le hablaban de las entrevistas que tuvieron en la agencia de adopción. Luego se fue a su casa. Al llegar, le dijo a su mamá que no iba a cenar y se fue a la pieza. Al otro día, tampoco desayunó. Liam no salió de su pieza en toda la mañana. Al mediodía, Peggy subió a verlo. Entró y lo vio de costado.

—Liam, ya está la comida.

—No tengo hambre —dijo desanimado.

—Pero no comiste nada desde anoche —dijo preocupada. Se sentó y le hizo un mimo—. ¿Te duele la panza?

—Ojalá fuera la panza —dijo suspirando, luego se tocó el pecho y llevó su mano hacia el lado izquierdo—. Pero me duele acá. Aunque me hayan perdonado todos, no dejo de sentir culpa por lo que le hice a Sandrine. Si no me perdona ella...—Se dio vuelta, se sentó y se apoyó en el hombro de su mamá—. Ma, ¿por qué tuve que pegarle? Yo era tan bueno con ella, éramos tan felices. ¿Y por qué tuve que ocultarle lo de mi hija? ¿Por qué tuve que ser así? —se culpaba mientras sollozaba.

—Todavía tenés tiempo de arreglar todo —lo consoló poniendo un brazo alrededor de su hombro y tomandolé la mano con la que le quedaba libre.

—No sé si con mi mujer podré hacerlo. Creo que la perdí para siempre. Si no le fui a rogar más, fue porque me amenazó con contarles a los chicos que la agredí, y no quiero que mis hijos me odien. Debiste verla levantando el inalámbrico y amenazarme con llamar al colegio para contarles. —Su mamá no podía creer lo que estaba escuchando.

—Eeh...no. —Él la miró—. Estoy segura de que hizo eso para asustarte, no creo que haya sido en serio —dijo para tranquilizarlo.

—Espero.

—Por ahora vení a comer aunque sea la mitad del plato. —Salieron de la pieza y bajaron al comedor.

Liam no salió de su casa en toda la semana. Noel y Natasha lo visitaban y trataban de animarlo, pero él apenas salía de la pieza. Era sábado, y Stanley llevó a su hijastra a casa de Liam. La recibió su abuela, y él se fue; tenía cosas que hacer. Peggy le dijo a su nieta que papá estaba arriba, y la nena subió. Al entrar, vio a su papá en el piso, con las piernas agarradas y la cabeza apoyada en ellas. Se le acercó.

—Hola, pa —saludó Jenna. Liam la miró con ojos llorosos, y ella se puso triste al verlo llorar.

—Hola, mi amor —dijo dandolé un beso.

—¿Por qué estás llorando? —preguntó preocupada.

—Aah, no. Me arden los ojos nomás —mintió secandosé las lágrimas con ambas manos.

—Mi mamá me dijo que no se debe mentir. —Su papá se quedó callado unos segundos.

—Tiene razón. No la estoy pasando bien —se sinceró.

—¿Es por Sandrine? —supuso.

—Sí.

—Ella es buena, te va a perdonar.

—¿En serio? —preguntó esperanzado, pero dudando al mismo tiempo.

—Pero a mis hermanos tampoco los has visto, ellos siempre me cuentan eso.

—Es complicado, no te puedo explicar. Bueno. —Se levantó y se secó de nuevo—. Voy a dejar de estar triste. No quiero que vos también te pongas a llorar —dijo sonriendo un poco. Le agarró la mano y salieron.

***

Liam no salía más que para ver a Jenna. Sus otros hijos lo seguían extrañando. Un día, Noel, su mujer y su mamá fueron a visitarlos al mediodía. Jenna también estaba ahí. A la tarde los chicos estaban jugando con los juguetes que les habían llevado sus tíos. Luego Sandrine los llamó a que coman algo y fueron. Agarraron unos bombones y se quedaron ahí.

—¿Cómo va la adopción? —preguntó Grace.

—Nos dijeron que en pocas semanas nos entregan el bebé —contestó Natasha sonriendo.

—Me imagino lo felices que están. Al fin van a ser papás —celebró Sandrine. Noel abrazó a su mujer con un brazo.

—Sí, así es —confirmó Noel.

—¿Vamos a tener un primo o prima? —preguntó Keegan.

—Es un varón —contestó Noel—. Ya lo van a conocer.

—¿Papá ya sabe? —preguntó Jenna.

—Sí, el tío y la tía me lo dijeron a mí primero por teléfono y después yo le conté a papá. Está ansioso por conocer a su sobrino —contó Peggy.

—Lástima que no podamos verlo —dijo Emily con tristeza—. Jenna es la única que lo ha visto.

—¿Papá nos sigue extrañando? ¿Está bien, abuela? —preguntó Lester.

—Sí, mi vida, y mucho.

—Siempre consigo animarlo un poco, pero yo sé que su mamá los va a llevar a verlo —los animó Jenna. Sandrine sonrió y volvió a mentir.

—Claro. En cuanto pueda, los llevo.

—¿Y qué nombre le van a poner a su hijo? —preguntó Spencer.

—Josh, tiene seis meses —contestó Noel.

—Qué lindo —comentó Sandrine. Después de un rato, Noel les dijo a sus sobrinos que tenían que hablar con su mamá. Los chicos se fueron a jugar al patio. El resto de la familia de Sandrine también los dejaron solos.

Tu hija 2: consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora