Capítulo 15

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—Qué bueno que vine rápido, así no te pegaba más —dijo Noel aliviado.

—Noel, no...no sé qué decir —sollozaba Natasha—. No entiendo por qué tu hermano me odia tanto. ¿Qué le hice?

—Nada, no te sientas culpable —contestó Noel acariciandolá—. Él decidió ser así. A pesar de su forma de ser, nunca imaginé pelear con él así. Nunca le había pegado.

***

Liam llegó a su casa. Dejó el auto y bajó. Entró, fue a sentarse a uno de los sillones e intentó calmarse mientras lloraba.

Casi a la noche, Peggy fue a ver a Sandrine, la hicieron pasar y la atendieron bien.

—¿Cómo está? —preguntó Katrina.

—No muy bien —contestó Peggy con tristeza.

—Qué lástima que no están mis hijos; Grace se los llevó a pasear.

—Está bien, es mejor así. No quiero que escuchen esta charla. Noel y mi nuera me contaron lo que te hizo Liam, y quiero decirte que lo siento mucho. Esto no tendría que haber pasado.

—Es él quien tiene que disculparse, pero mi paciencia se terminó. Yo confiaba en él, pensé que era un ángel, pero me equivoqué.

—Lo sé, él tiene sus defectos, pero nunca imaginé que haría una cosa así. Aun así te vengo a pedir que no lo denuncies.

—No creo que pueda hacer caso a eso —rechazó Sandrine seriamente.

—Sandrine, yo sé que mi hijo menor se ha vuelto muy violento. Noel también me dijo que fue a pegarle a Natasha. Pero hasta él pidió que no lo denuncien —intentó convencerla.

—Disculpen que me meta, pero con mayor razón hay que denunciarlo —interfirió Nigel—. Un tipo así no puede andar suelto. Con todo respeto.

—Ya les pegó a dos mujeres, ¿quiere que siga maltratando a más? ¿Siguen nuestros nietos? —agregó Katrina. A Peggy empezaron a salirle las lágrimas.

—No, pero no deja de ser mi hijo y me va a doler mucho verlo encerrado. Por eso, Sandrine, no lo denuncies —rogó su exsuegra—. Ustedes tres también son padres. ¿Cómo se sentirían si un hijo suyo está en la cárcel? —Quedaron en silencio unos segundos.

—Mal, pero...—contestó Nigel suspirando.

—Pa, tiene razón —lo interrumpió Sandrine—, y lo digo sobre todo por mis hijos. No quiero que su papá esté preso, por más malo que haya resultado ser.

—Pero ellos no pueden tener un padre así —objetó su madre.

—Pero tampoco quiero que se traumen, por eso no voy a denunciarlo —decidió Sandrine, y luego miró a su exsuegra—. Así que puede estar tranquila, bueno...Liam también.

—Gracias —dijo aliviada—, y te vuelvo a pedir perdón.

—No pidan más disculpas, no pueden seguir pidiendo perdón por los errores de Liam o de cualquiera —dijo Nigel.

—Pero mi ex era violento, y Liam salió a él. Por eso digo que también es mi culpa, si no me hubiera casado con alguien así, esto no estaría pasando con ninguno de mis hijos —se lamentó Peggy.

—Liam me contó todo eso —reveló su exnuera.

—¿Vos sabías? ¿Por qué nunca dijiste? —preguntó Nigel sorprendido.

—Porque vos y dos de mis hermanos lo vivían criticando, y esto iba a hacer que lo odiaran más —contestó Sandrine—. A pesar de eso, yo esperaba que no heredara, pero bueno...—contestó bajando un poco la cabeza, mirando a un costado y haciendo una mueca.

—De todas maneras, Liam se puso agresivo porque quiso —dijo Nigel—. Hasta donde sé, Noel no es así, y espero que no se le parezca.

—Espero lo mismo —concordó Peggy—. Bueno, eso era todo, gracias por no denunciarlo.

—De nada. Usted, Noel y Naty pueden venir siempre que quieran —dijo Sandrine sonriendo un poco. Su exsuegra se despidió, y Sandrine la acompañó hasta la puerta.

Al otro día, Liam fue a trabajar. Su hermano no estaba. Saludó a sus amigos, pero lo rechazaron ya que estaban enterados de lo que hizo. Él les decía que no fue su intención pegarle a su mujer y que no tendría que afectarles, pero lo ignoraban de todas formas, y entonces prosiguió a acomodar las sillas con ellos. En ese mismo momento, Nigel lo llamó, y Liam fue. Como todavía no había gente, se quedaron entre medio de las mesas.

—Esta es la última vez que trabajás acá; estás despedido —dijo su jefe autoritariamente.

—¿¿¿Qué?? —preguntó Liam impactado—. ¡¡No, no, por favor, no me corra!! —rogó. Esto era lo único que le faltaba—. Mire, yo sé que estuvo muy mal lo que hice, pero eso no quiere decir que no pueda trabajar bien. Nunca atendí mal a nadie y...

—¡No me interesa! —lo interrumpió—. ¡Te vas y punto! —le exigió—. Lo que le hiciste a mi hija no tiene perdón. Anoche fue tu mamá a pedirle a Sandrine que no te denunciara, lo logró, pero algo tengo que hacerte. Y no vas a trabajar tampoco en ninguna sucursal.

—¿Mi mamá fue?

—Sí, estuvo en mi casa y hasta lloraba. Hasta eso conseguiste, hiciste llorar a tu madre, debiste ver cómo estaba sufriendo por tu culpa. Andate, andate, no quiero que vuelvas más —le volvió a exigir.

—¡Tengo tres hijos, no puede despedirme! —volvió a rogar, empezando a llorar—. ¿Cómo voy a ayudar a Sandrine a mantenerlos?

—Tenés cuatro que yo sepa —le recordó—, pero igual ninguno de ellos ya no te necesita. Al menos tus hijos con Sandrine no te van a ver más, no los merecés. Sandrine ni quiere que mandés plata para ellos.

—Nunca les haría daño, y con Sandrine no volverá a pasar. Se lo prometo. —Lo agarró de los brazos, suplicando—. No le vuelvo a pegar, creamé.

—¡Andate con tus lágrimas de cocodrilo a otro lado! —gritó soltandosé—. ¡No quiero que te vuelvas a acercar ni a mi hija ni a mis nietos! ¿Te quedó claro? Yo también confié en vos, pero veo que me equivoqué. Andá a cambiarte ya mismo y dejá el uniforme colgado. Tenés tres minutos. —Liam se fue resignado a cambiarse, luego volvió y fue hacia la puerta que daba al estacionamiento. Entró a su auto y se quedó ahí llorando sobre el volante. Después de calmarse un poco, lo puso en marcha y se fue.

Tu hija 2: consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora