Capítulo 12: Decisiones mortales.

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Sábado, 11 de Febrero de 2012.

Pasado.


Astrid observaba con recelo la fachada de aquel pequeño edificio, que conducia a una antigua tienda llamada "Madame Fame". Llevaba aproximadamente como una hora parada, al otro lado de la acera, mirando como más de cinco personas habían entrado durante esa única hora en la que estuvo afuera. Uno tras otro, entró. Y ella podría jurar, que salían de la tienda con una espeluznante felicidad, y una mirada oscura.

Quizás, eso fue lo que la dejó pasmada frente a la tienda. O tal vez, el miedo que tenía en el fondo por enfrentarse sola a un vampiro. Nunca, pero nunca lo había hecho sin su novio, Blake. Pero quería demostrarle que podía conseguir la cabeza de un vampiro. De esa mujer vampiro que se escondía en su tienda de mascotas.

Y Astrid, no sabía lo que haría exactamente. Pero esa tarde se preparó con su juego de estacas. Fue hacia la extraña tienda de mascotas del centro, y solo se paró frente a ella, a comtemplarla.

Solo hacía eso mientras se armaba de valor.

Se negaba a sentir miedo. Odiaba tanto la sensación de sentirse vulnerable, que hasta le repugnaba cuando Leví mostraba vulnerbilidad por sus difuntos padres.

Astrid a diferencia de Leví. Era todo lo contrario a él: fuerte, caprichosa, osada, y con un sorprendente ego que la hacía creer que era capaz de todo.

Un ego, que esa tarde, la hizo creer que era capaz de matar a Madame Fame.

Lo estuvo pensando detenidamente durante todo el rato, pero, cuando uno de esos clientes salió de la tienda. Astrid, aprovechó, y pegó una carrera hacia las escaleras bajas. Descendió, y empujó la puerta dorada para entrar rápidamente al interior de manera silenciosa. Pensó que podía entrar cautelosamente gracias a la salida de un cliente, y como lo planeó, funcionó ya que nadie apareció.

Sin embargo, la gemela se encontró con el misterio del otro lado: la tienda no era más que un laberinto de cortinas rojas.

Astrid se quedó en el vestíbulo, mirando hacia todos lados con esa tensión que sentía. Pero dispuesta a cumplir su objetivo, pasó el cartel de la tienda, y para que nadie la interrumpiera puso el: CERRADO.

Cuando lo hizo se sintió aun más inquieta debido al silencio que se prolongaba en la tienda, y aun más porque solo veía como las cortinas se movían fantasmalmente sin que nadie apareciera. ¿Pero qué haría si encontrase a Madame Fame? ¿Se abalanzaría sobre ella, y simplemente le enterraría una estaca en el pecho? No estaba segura, pero su pulso acelerado le demostraba que sería capaz de enfrentarse a la vampireza.

—Respira hondo. Y lleva a casa la cabeza de esa perra. —se dijo para sí misma mientras que miraba rápidamente hacia todos lados, atenta a que alguien saliera.

Pero nadie salió de esas cortinas rojas. Y la muchacha, con el corazón en la boca, caminó despacio a traves del pasillo. Solo olía un aroma a incienso, y escuchaba el sonido de su propia respiración agitada.

Astrid, preparada para cuando la dependienta saliera, pasó cuidadosamente por cada una de las cortinas. Hasta que cuando pasaba a un lado de una, escuchó un extraño sonido que llamó su atención. La gemela se detuvo de golpe, y sacando despacio una estaca de su chaqueta, se acercó con ojos enormes a la cortina, y miró con cuidado por el lado entreabierto.

Miró en silencio, y sintió un escalofrío recorriendole la columna vertebral cuando del otro lado se encotró con lo que buscaba. El aliento se le fue, y se quedó mirando con una rabia de ego, a su presa.

La tienda de animales extraños de Madame FameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora