Lunes, 20 de Febrero de 2012.
Harol García era un hombre solitario y tímido. Tenía treinta años, y nunca en su vida había tenido una novia. No es que fuera feo o antipático, pero le costaba mucho relacionarse con las mujeres. Siempre se ponía nervioso, sudaba, temblaba, y él mismo se saboteaba. No sabía qué decir, ni cómo actuar, ni cómo seducir. Se sentía inseguro, inferior y rechazado ante las mujeres.
Harol trabajaba como contable en una empresa de seguros. Era un trabajo aburrido y monótono, que no le aportaba ninguna satisfacción. Solo le servía para pagar el alquiler de su casa, donde ahí, al menos podía disfrutar de la soledad de su piscina. Una alberca rectangular de un tamaño considerable. Eso era lo mejor de la casa, y lo que había hecho que Harol no perdiera la cordura despues de tanta soledad.
Porque él era demasiado raro para tener amigos. Y demasiado callado como para que algún familiar quisiera relacionarse con él. Su padre lo abandonó, y su madre murió de un ataque al corazón hace un par de años. Estaba completamente solo.
Se sentía tan solo.
Por eso Harol tenía solo una ilusión: encontrar el amor. Soñaba con conocer a una mujer que lo quisiera, que le comprendiera, que le hiciera feliz. Una mujer que fuera su compañera, su amante, su confidente. Una mujer que fuera su todo.
Pero Harol no sabía dónde encontrar a esa mujer. No le gustaban los bares, ni las discotecas, ni salir al centro comercial, ni las aplicaciones de citas. No se atrevía a hablar con las mujeres que le gustaban, ni a invitarlas a salir, ni a besarlas. Porque una vez, hubo una chica nueva que se interesó por él, en el trabajo. Ella iba en serio, pero él entró en pánico y no se comprometió con ella. La verdad, ni siquiera la enfrentó.
Harol la evadía por completo. Hasta que a la chica la despidieron, y él como fue tan tímido desde entonces no llegó a pedirle su número. Y nunca la volvió a ver.
¿Por qué había desaprovechado esa oportunidad tan única? ¿Por qué no podía ser más confiado con las personas?
Por sus inseguridades no se sentía capaz de conquistar a nadie. Ni de ser conquistado.
Pero él estaba decidido a que no moriría solo. Y así fue hasta que un día algo cambió. Ese día fue diferente a los demás. Cuando Harol se levantó de la cama, y se preparó para ir al trabajo.
Como siempre, hizo toda su rutina aburrida. Pero ese día se quedó mirando un rato más a la enorme pecera que tenía en su sala de estar. En ella habían miles de peces de distintos tipos, pero al final de todo, eran tan corrientes como él.
Aun así. A Harol le hacían feliz sus peces.
Y cuando terminó de admirarlos, se marchó con una actitud más positiva, pero su mirada era triste como de costumbre. Salió temprano esa mañana. Asi que tomó el camino largo rumbo a su trabajo. Donde esa mañana, y solo esa mañana, se dio cuenta de que siempre había pasado a un lado de una extraña tienda que nunca se detuvo a ver.
El lugar era un edifico tan pequeño a un lado de la calle, que casi era invicible a simple vista a comparación de los demás edificios del centro. Ni siquiera, la luz del sol llegaba a pegarle. El edificio estaba en las sombras. Y Harol sintió una pizca de curiosidad cuando se acercó lentamente, y se dio cuenta de que habían unas escaleras que descencían a una puerta. La puerta era diferente al resto de las tiendas, y estaba cubierta con unas luces que parpadeaban fantasmalmente.
Y sobre la puerta, había un letrero dorado que tenía escrito con una elegante caligrafía: "La tienda de animales de Madame Fame. Encuentra a tu compañia exótica ideal".
ESTÁS LEYENDO
La tienda de animales extraños de Madame Fame
HorreurMadame Fame es la dueña de una misteriosa tienda de criaturas paranormales. Cualquier animal que quieras, ella lo tiene. Pero todo tiene un precio, y nada es lo que parece. ADVERTENCIA: Mis libros contienen temas inquietantes. Esto incluye gore, ase...