Capítulo 07: Drezz.

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Lunes, 27 de Febrero de 2012.


Eran casi las ocho de la noche. Una terrible tormenta se posaba sobre la ciudad Luminica, y que azotaba el modesto edificio de aquella misteriosa tienda de mascotas. Cuando la puerta estuvo a punto de cerrarse para los clientes, llegó una pareja, que se interpuso justo cuando Madame Fame tenía pensado cerrar.

La mujer entreabrió la puerta, y asomó su pálida cara hacia el otro lado. Dos muchachos estaban sobre los peldaños, cubriendose de la tormenta con un solo paraguas. Entre los dos, se abrazaban, y el más fornido, sostenía el paraguas. Eran dos hombres.

Madame Fame los miró con esos oscuros ojos, y preguntó con una suave voz:

—Supongo que esperan a que los invite. —dijo, y los chicos se quedaron mirándola con sus caras mojadas, temblando por la lluvia—. Quiero que sepan que llegaron justo cuando estaba por salir. La tienda cierra antes de la nueve de la noche.

—¿Usted es Madame Fame? —habló el muchacho más bajo, con una expresión triste.

—En carne y hueso. —asintió.

—Si los rumores son ciertos, entonces usted podrá ayudarnos. —de pronto soltó el otro muchacho.

—¿Rumores? —la mujer abrió un poco más la puerta, intrigada por lo que esos hombres tenían que decir—. ¿De qué rumores hablan?

—Mire, nosotros no somos de aquí. Somos de muy lejos. Del campo de las afueras... —comenzó a hablar el musculoso leñador—. Pero a nuestros oídos llegó que usted vende animales diferentes... Animales especiales. —susurró ese final de frase, como si fuera un secreto entre los tres. La mujer ahogó una risilla, y se cubrió la boca con la mano.

—¿Eso se dice de mí? Qué interesante hasta donde ha llegado mi tienda. —ronroneó—. Si lo que buscan es a un perro, o a un gato, podrían buscarlo en otra tienda. Pero si vienen por alguna mascota especial, entonces están en el lugar correcto.

Madame Fame los invitó a pasar. Los muchachos entraron, empapados por la tormenta, y se quedaron en el vestíbulo de la tienda, temblando. Los dos observaron a su alrededor. Notaron que incluso adentro todo era tan misterioso, con ese montón de cortinas rojas que parecían esconder algo detrás.

Allen y William sintieron la misma curiosidad por el lugar, como cada cliente de la misteriosa mujer. Ellos miraron las lámparas en las paredes, que parecían tan antiguas como todo el lugar, pero a la vez tan bonitas. Despues ambos miraron a la esbelta mujer frente a ellos. Eran homosexuales, pero no ciegos, y esa era la mujer más hermosa que hubieran visto en sus vidas.

Era muy alta y delgada, con una piel pálida como de porcelana, que hacía juego con su larga cabellera, que se encontraba recogida en una coleta. Llevaba un vestido negro ajustado, corto, que revelaba sus delgadas piernas, y sus tacones de punta. Y en su cabeza, tenía un sombrero negro que le cubría casi toda la cara. Tenía los labios rojos, y una sonria enigmática. Era hermosa, pero a la vez inquietante.

—¿No desean que nos pongamos más cómodos? No me gusta que mis clientes lo estén pasando mal. —dijo Madame Fame, refiriendose a sus ropas mojadas, por la cuales ellos estaban temblando en la entrada. Los chicos se mostraban muy tímidos. Y la mujer con ese caminar sensual, agarró dos abrigos que yacían colgados de un perchero, y se los entregó.

—Muchas gracias, señorita. —Allen, el de menos músculos, pero encantadora sonrisa, habló.

—Sí, gracias. —le copió William, su pareja, quien tenía unos brazos grandes y fuertes por cortar árboles en el campo.

La tienda de animales extraños de Madame FameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora